¡Quiero a mi mamá, no me dejen morir!

Opinión
/ 24 mayo 2024

¿A quién acudir en un momento de muerte? A la madre por su fuerza telúrica, primigenia y dadora de vida; la nuestra, la tuya y la del mundo entero, desde siempre.

En ese retorno a su seno infinito, no puede haber otro reclamo: Protégeme madre ante esta muerte que me atosiga y me asfixia. Sálvame madre -muchas veces de la vida-, pero en este caso de la muerte.

TE PUEDE INTERESAR: Marea Rosa: interés, amor, miedo y fe

“Me quedo sin aire, gritó desesperado Dante Emiliano, un niño de 12 años, mientras estaba tumbado en el suelo. Acababa de recibir tres disparos en el abdomen en la puerta de la casa de su abuela, en Paraíso,Tabasco. ‘Quiero a mi mamá. No me quiero morir’, suplicó. Horas más tarde, Dante Emiliano falleció en el hospital regional de Pemex ubicado en Villahermosa, porque las balas dañaron sus órganos vitales”.

La crónica periodística refleja en este doloroso caso del niño Dante Emiliano, la metáfora trágica, pero precisa del país.

Los 180 mil mexicanos asesinados de 2018 a 2024, seguro en el último hálito de su muerte repitieron las palabras de Dante Emiliano.

Los más de 100 mil desaparecidos en México, también, en algún momento gritaron así. Igual que las cinco mil mujeres asesinadas de 2018 a 2024 y las casi 2 mil personas -niños, niñas, jóvenes y adultos secuestradas para entrar al ciclo global de la trata de personas.

¿Qué habrán dicho los tres mil niños que murieron de cáncer en 2021, por la falta de medicamentos oncológicos para tratar su enfermedad? O, los 808 mil 600 mexicanos categorizados como “muertes en exceso por todas las causas, tanto de personas que fallecieron por COVID-19 como las provocadas por la desatención de otros padecimientos, la saturación de los sistemas de salud y otros efectos secundarios”.

El clamor en todos los casos anteriores, fue el mismo: “Madre, abrázame, no me dejes morir”.

Por ello, ante la incapacidad de las palabras para ilustrar nuestra tragedia nacional, aparece César Vallejo, el luminoso poeta peruano, para estrujarnos el alma con estas imágenes:

“Hay golpes en la vida, tan fuertes... ¡Yo no sé! Golpes como del odio de Dios; como si ante ellos, la resaca de todo lo sufrido se empozara en el alma... ¡Yo no sé!”.

¿Encontró Dante Emiliano empatía y compasión por parte de las autoridades tabasqueñas o del mismo presidente de la República, por el hecho de no haber tenido a su madre para que le salvara de la incompetencia del Estado mexicano para resguardar su vida?

No.

El fiscal de Tabasco negó que Dante Emiliano hubiera muerto asesinado por proteger a su madre. De acuerdo a sus “indagatorias” el niño recibió una llamada, salió a dialogar con unas personas en un automóvil, hubo algún desacuerdo y ellas intentaron retener a Dante Emiliano. Pero éste se soltó y le dispararon.

Hasta aquí la criminalización y revictimización del asesinato de Dante Emiliano y la violación al debido proceso.

El día de ayer, AMLO criticó que “los medios ‘magnificaran’ la muerte del niño Dante Emiliano y descartó que la violencia esté aumentando en Tabasco, su estado natal”. Y remató: “Como estamos en temporada electoral (los conservadores buscarán) todo lo que sea para perjudicarme a mí, más que es mi estado, pues los corruptos, que están muy enojados, magnifican mucho todo lo relacionado con violencia”.

Hasta aquí, la ausencia de compasión y victimización presidencial. Dante Emiliano no es la víctima. Andrés Manuel, para variar, sí.

Quién estaría en desacuerdo con César Vallejo, cuando escribe en ese horrífico tenor:

“Y el hombre... Pobre... ¡pobre! Vuelve los ojos, como cuando por sobre el hombro nos llama una palmada; vuelve los ojos locos, y todo lo vivido se empoza, como charco de culpa, en la mirada. Hay golpes en la vida, tan fuertes... ¡Yo no sé!”.

En este momento de la historia, las poderosas imágenes de Vallejo nos reflejan como país. Por ello, millones de mexicanos en este momento electoral, clamamos por nuestra madre para que México, nuestro México, no muera con nosotros este próximo 2 de junio.

¿Podremos, en su honor, imbuirnos de su vital y fulgurante espíritu para salvarnos a nosotros mismos?

TEMAS

COMENTARIOS

NUESTRO CONTENIDO PREMIUM