Recordaremos al Gobierno de AMLO por su destrucción
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¿Sabías que en el gobierno de AMLO existe una dependencia llamada Secretaría de Medio Ambiente y Recursos Naturales? ¿Y que la secretaria de la Semarnat se llama María Luisa Albores? Francamente me resulta increíble que exista toda una institución de cuidado al medio ambiente en el Gobierno Federal que ha provocado mayor daño ambiental en la historia moderna de México.
Hablar de cuidado al medio ambiente es casi una obligación en estos tiempos. Y no es para menos, pues últimamente los seres humanos, con la torpeza que nos caracteriza, hemos decidido destruir el planeta en que vivimos. La falta de conciencia ecológica ha causado grandes daños y si no actuamos a tiempo, la vida futura será más dura incluso que durante el Gobierno de López Obrador.
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Hace falta que nuestros gobernantes, a través de los funcionarios pertinentes, nos expliquen qué medidas tomar para el cuidado del medio ambiente. Pero cómo pedir eso si las mismas autoridades son tan ignorantes que suspendieron todo proyecto de generación de energía solar y eólica. Para darse cuenta de ello, basta tomar la autopista a Monterrey y ver que las enormes hélices de los aerogeneradores están detenidas, y todo por culpa de un presidente necio y de funcionarios incapaces de contrariarlo.
No soy de las personas que acusan al Gobierno de ser el responsable de todos nuestros males. Cuando me da gripa, por ejemplo, no es por culpa de nuestros gobernantes y jamás leerá usted un artículo en el que me atreva a acusar al secretario de Salud de que yo haya caído en cama por culpa de esta molesta enfermedad. Pero en el caso ecológico no se puede negar que las autoridades han contribuido a la degradación del medio ambiente. El Gobierno es quien aprueba la instalación de tal o cual industria, sin fijarse, muchas veces en lo contaminante que puede ser.
El Gobierno es el encargado de perseguir a los responsables de daños al medio ambiente que muchas veces pasan desapercibidos. El Gobierno es el encargado de evitar que circulen los vehículos que más contaminan. El Gobierno debe prevenir los incendios forestales mediante una campaña de conciencia y, sobre todo, con un equipo capaz de apagar hasta el fuego de un recién casado. El Gobierno debe evitar manejos corruptos en la elaboración de una obra o en la aprobación de desarrollos de vivienda u hoteles que afecten selvas, manglares, bosques o manantiales de agua.
Es increíble, pero dos de los proyectos “transformadores” de Andrés López significan un grave atentado contra la naturaleza. Uno de ellos es el tren Maya, por cuya construcción se han talado indiscriminadamente millones de árboles y plantas, y se ha afectado a yacimientos de agua y a decenas de cenotes y vestigios precolombinos.
Tengo el privilegio de haber estado en la reserva de la biósfera de Calakmul, en Campeche. Fue declarada por la UNESCO como reserva natural por la riqueza tanto de la flora como de la fauna. Por lo mismo, está limitada la cantidad de turistas que pueden recorrer las ruinas mayas ubicadas en el corazón de la selva. Mientras recorría la zona arqueológica de Calakmul, pude ver a lo lejos a un mono araña que se inquietaba ante nuestra llegada.
La pirámide de Calakmul parece un gran islote en medio de un mar verde e interminable formado millones de árboles que sirven de hogar para tucanes y otras aves exóticas. Ante nuestra sorpresa, acudió a nuestro encuentro un exótico guajolote ocelado, el cual se encuentra en peligro de extinción. En dicha reserva de Calakmul hay además otras especies como el jaguar, el tapir y el temazate, entre muchas otras. Este paraíso, al igual que muchos otros de la Península de Yucatán, están ahora bajo amenaza por la destrucción provocada por la construcción del tristemente célebre Tren Maya.
Otro proyecto de AMLO es la refinería de Dos Bocas, por cuya instalación se destruyeron decenas de hectáreas de manglar. El capricho presidencial de construirla en su estado natal, provocará que las aguas de ríos y mar se contaminen irremediablemente, y que tan sólo las emisiones de CO2 en 20 años de operación calculada, equivaldrían a talar aproximadamente 183 millones de árboles. Es triste siquiera pensarlo, pero por esta causa Tabasco dejará de ser un edén y millones de personas de la zona sufrirán graves consecuencias en su salud.
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Ante estos proyectos destructivos, además de aferrarse al uso del carbón, del combustóleo, y del petróleo como fuentes de energía, cabe plantearnos la pregunta de los 64 mil pesos: ¿Dónde está la Semarnat?, ¿en dónde se metió la secretaria María Luisa Albores?
La verdad es que AMLO siente un desprecio profundo contra todo lo que se interponga ante su voluntad y, en estos casos, la devastación será mayúscula ante el capricho y ambición de un solo hombre.
Otra vez se demuestra que a la destrucción de instituciones siguió la más importante: la del medio ambiente.