Reforma electoral Plan B. Crónica de tres días
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Las portadas de los periódicos nacionales del jueves pasado comunicaban la aprobación del Plan B por el Senado. La amenaza del Ejecutivo, anunciada un día después de la marcha ciudadana en defensa del INE, se cumplía. El bastión más emblemático y seguramente el mejor comprendido por los mexicanos, sufría un revés qué si no era mortal, era igual de trágico.
El Plan B recorta el aspecto político de la reforma electoral y con ello su propuesta más artera detener un poder legislativo con diputados y senadores únicamente plurinominales; es decir, escogidos por los partidos y no por la población. Sin embargo, el plan B conserva el aspecto administrativo de la reforma electoral por lo que requiere menos votos para aprobarse como sucedió. Lo peligroso del plan B radica en la desprofesionalización del INE.
Haciendo memoria, la necesidad de contar con un árbitro electoral imparcial se aceleró tras la increíble “caída del sistema” en la votación presidencial de 1988. Hasta entonces, el titular de la Secretaría de Gobernación era responsable de llevar a cabo las elecciones presidenciales y del congreso cada tres años. Todo se hacía con voluntarios y personal que se les pagaba por evento. No había una estructura específica para cuidar la forma y fondo a las campañas electorales. Desprovisto de la continuidad que requiere el personal de oficio, nunca se logró formar un sentido de arraigo por un proceso electoral inocuo y desechable.
La importancia del INE es haber profesionalizado el oficio electoral. México carecía de la noción de que un servidor público podía hacer carrera en el ámbito electoral; como la hay en el servicio exterior y en el sistema judicial. La infraestructura del INE creció con funcionarios que sabían que su diaria labor era una cita con la historia y la grandeza. Así, con la camiseta bien puesta, el ganador de todas las elecciones desde 1994 a la fecha ha sido el INE. Por transparentar la alternancia o la continuidad en el proceso más democrático de nuestra nación.
Afortunadamente, el viernes pasado se publica que el Plan B quedaría sin efecto hasta que se concilie el conflicto de una cláusula que permite la transferencia de votos. Sin esa posibilidad, el partido que no logre un mínimo de 3% de la votación deja de existir. Al cancelar la cláusula de transferencia, la chiquillada como el PVEM y PT dejarán de ser el fiel de la balanza.
Ayer sábado, las portadas de los periódicos nacionales anuncian que será hasta febrero cuando se reanude el periodo de sesiones que se volverá a tocar el tema del Plan B.
Querido lector,
La inquina contra el INE, no se acabará aquí.... Se acabará allí, contigo. Si bien, la marcha por el INE removió los temas políticos de la reforma electoral, ¿qué tendremos que hacer para remover el tema administrativo?
Agarren viada,