- 19 abril 2024
Reinventar las organizaciones de la sociedad civil ante los retos de la 4T
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La difícil experiencia de la 4T nos obliga a repensar, de manera puntual, las distintas maneras en las que han operado las organizaciones de la sociedad civil para apuntar hacia su reinvención. Estas organizaciones parten de las siguientes premisas: Surgen, mayormente, entre clases medias y altas. Tienen un propósito asistencial o político. En su dimensión asistencial cubren espacios no atendidos por las entidades gubernamentales. En su dimensión política funcionan como contrapeso al actuar de dichas entidades. En ambos casos abrazan el mismo punto de partida (a mi parecer equivocado): el ciudadano es éticamente superior al político.
Son grupos pequeños de voluntarios entusiastas, pero pocas veces profesionalizados en el quehacer de su agenda particular. Por ello, el desánimo ante los retos facilita la rotación interna de sus integrantes y la eventual desaparición de la organización. Rara vez sustituyen su rabia e indignación por el cálculo estratégico de un trabajo paciente de corto, mediano y largo plazo. Tienden a ser una élite sin raíces en la comunidad. Y su impacto es, principalmente, mediático sin representatividad o legitimidad comunitaria. Y, de corte, coyuntural.
¿Cuáles serían los criterios básicos para reinventar el trabajo de las organizaciones de la sociedad civil? El primero es ético: el ciudadano no es éticamente superior al político. Tu respuesta a la siguiente pregunta aclara el dilema: si tú estuvieras en la posición de poder del político que acusas, ¿hubieras actuado de manera diferente? Y la respuesta a esta pregunta precisa el alcance de tu acción política: ¿Qué ganas con vituperar al político cuando es el interlocutor obligado para construir puentes e incidir en la realidad que te preocupa?
El segundo criterio es organizacional: toda organización de la sociedad civil, asistencialista o política, en los tiempos por venir, está obligada a cumplir cuatro objetivos: profesionalizar su actividad para planificarla con una visión de largo aliento; capacitar a sus integrantes como activistas comunitarios para bajar la agenda de la organización a territorio y construir ahí una red –amplia y horizontal– de activistas y simpatizantes de su causa bajo una narrativa compartida. Identificar alianzas (coyunturales y estratégicas) con organizaciones de la sociedad civil, actores políticos y empresariales, universidades, medios de comunicación, etcétera, y diseñar un mapa de riesgos en el corto, mediano y largo plazo. Entender las alianzas y los riesgos le permitirán a las organizaciones construir puentes y sortear obstáculos en su caminar.
El tercer criterio es político: la organización de la sociedad civil asistencialista o política debe tener clara su vocación de poder, porque ambas, de manera distinta, hacen política en dos sentidos: intentan hacer consciente a la ciudadanía de la relevancia de su agenda particular y están en diálogo –fluido o difícil– con las autoridades gubernamentales. Ya sea para conseguir recursos y cubrir los espacios ausentes de incidencia gubernamental o para exigirles un comportamiento acorde a las expectativas ciudadanas.
Entender y asumir estos tres criterios, permitirá a las organizaciones de la sociedad civil reinventarse y enfrentar de manera óptima los retos que presenta la 4T.
Nota: el autor es director general del ICAI. Sus puntos de vista no representan los de la institución.
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