Rescates urbanos arquitectónicos en el Centro Histórico de Saltillo
Después del rescate y remodelación de la calle Victoria en 2008 y las calles Aldama y Allende en 2016 y ante el rescate de la actual administración municipal de un sector importante del Centro Histórico para devolverle su carácter original de calles de a pie dentro del proyecto “Paseo Capital”, vale la pena intentar el recuento de las casas y edificios antiguos, inclusive los que podrían llamarse sólo viejos, rescatados por diferentes gobiernos estatales y municipales, y en algunos casos por particulares, para bien de la ciudad.
Por los años sesenta del pasado siglo XX, el centro de la ciudad alojaba la totalidad de la administración pública, las actividades financieras, los despachos privados y el comercio mayoritario y especializado. Esta concentración se fue asentando en detrimento de la vivienda y la población comenzó a evacuar el primer cuadro. La expansión del comercio, que nunca hace vecindad, y el congestionamiento vial obligaron a las familias al éxodo hacia la periferia. La preocupación por defender y conservar el centro ante su progresivo deterioro llegó muy tarde, en la década de los noventa. Afortunadamente, se normaron criterios y se vio la necesidad de proteger las casas y edificios valiosos para el entorno urbano.
La recuperación ha traído beneficios al centro, aunque siempre lenta y aislada. Cuando se arregla un sector, el anteriormente rehabilitado ya muestra preocupante deterioro. Sólo en contados casos se realizó la remodelación de las fachadas, que les devolvió a las construcciones su imagen original, o una muy parecida a la original, que no es lo mismo. Atinadamente, tanto las autoridades como las instituciones culturales y los especialistas han considerado como indispensable dentro de los planes de remodelación del centro histórico la protección y la restauración de las expresiones urbanas y arquitectónicas relevantes de la zona. La belleza les ha venido así a casas y edificios por añadidura, y no por artificio, pues este último les será siempre ajeno.
Muchas piezas valiosas del patrimonio cultural del que somos depositarios y responsables están ya bajo la tutela del gobierno e instituciones públicas, mientras que otras permanecen a cargo de particulares, en muchos casos conscientes de su valor. Así, las antiguas iglesias y templos de todos los credos, el Casino de Saltillo, el Museo de las Aves, el Teatro García Carrillo, el Centro Cultural Santa Anita y el Archivo Municipal; las antiguas construcciones que en otro tiempo fueron casas habitación, como el Recinto de Juárez, muy necesitado de una buena restauración; la Casa y el Banco Purcell, hoy sedes respectivas del Instituto Municipal de Cultura de Saltillo y el Recinto del Patrimonio Artístico Universitario; la casa Sánchez Navarro, sede permanente del Centro Cultural Vito Alessio Robles; la casa María Regina, ocupada corto tiempo por el Museo de La Angostura; la casa Figueroa, hoy Museo Rubén Herrera; la Casa Carrillo, hoy Facultad de Ciencias Sociales de la UAdeC; la residencia de la familia Lobo, hoy Casa de la Cultura estatal; el hoy Museo de la Revolución, antigua casa del gobernador Román Cepeda; la anteriormente ocupada por las galerías y oficinas de la Secretaría de Cultura, antiguo Icocult. También se encuentran en la lista de rescatadas las casas donde hoy se asientan el Museo de los Presidentes, el Museo del Sarape, el Museo de la Cultura Taurina, el de las Artes Gráficas, el del Normalismo y el Centro de las Letras “Óscar Flores Tapia”. Asimismo, el recinto del Centro de Información y Documentación legislativa, antigua Estación del Ferrocarril. En manos particulares están la Casa Blázquez en Hidalgo y De La Fuente, y las de los gobernadores Nazario Ortiz Garza, en la calle Cuauhtémoc y Aldama, y Miguel Cárdenas, en Allende y Lerdo, magníficamente conservada por la familia Talamás.
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Faltaría rescatar algunos viejos edificios públicos de menor valor arquitectónico pero que cuentan ya con más de un ciento de vida, entre ellos la Antigua Librería de Fornés a media cuadra del Palacio de Gobierno y el de la Sociedad Mutualista Obreros del Progreso en la calle de Allende.
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