Saltillo: Accidentes viales, ¿se trata de hechos inevitables?

El seguimiento estadístico de los fenómenos naturales o sociales, se ha dicho en todas las formas posibles, no puede ser un despropósito, es decir, una actividad que se realiza sin un objetivo concreto. Muy por el contrario, el monitoreo de variables debe constituir un insumo esencial para el diseño, implementación y seguimiento de acciones orientadas a incidir en el comportamiento de las mismas y de sus consecuencias.

Carece de sentido destinar recursos a dar seguimiento estadístico a un fenómeno y que luego los datos provenientes de dicha actividad no sean utilizados para reaccionar de forma adecuada ante este.

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Sin embargo, todo hace indicar que la burocracia mexicana, en todos los órdenes de gobierno, se ha especializado justamente en eso: en llevar estadísticas con fines meramente contemplativos, es decir, con el propósito de ser una suerte de “espectadores bien informados”.

Un ejemplo de ello son los datos que contiene el reporte que publicamos en esta edición, relativo a la incidencia de accidentes automovilísticos en la mancha urbana de Saltillo, mismos que se encuentran consignados en el Atlas Municipal de Riesgos, recién elaborado por el Gobierno de la Ciudad a través del Instituto Municipal de Planeación.

De acuerdo con la citada publicación, todos los días se registra en Saltillo un promedio de 30 percances automovilísticos, cuyas causas principales son el exceso de velocidad y la falta de atención de los conductores a las indicaciones de tránsito.

Una porción importante de dichos percances, de acuerdo con el análisis contenido en el Atlas, arrojan como saldo solamente daños materiales de menor cuantía. Pero también se registran accidentes que cuestan vidas o dejan a las víctimas secuelas de carácter permanente.

¿Qué papel juega la estadística aquí? Uno muy evidente: ya que la información ha sido sistematizada, es posible analizar patrones de incidencia e identificar causas específicas, tras lo cual deben diseñarse soluciones a la medida del fenómeno.

El propósito de ello tiene que ser, desde luego, reducir el número de accidentes que se registran en la ciudad y, de manera específica, evitar el registro de víctimas fatales y/o lesionados.

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Un elemento debe tenerse claro en torno al fenómeno de los accidentes automovilísticos: la inmensa mayoría de ellos son evitables y esto tiene que ver con el hecho de que la autoridad cumpla con el deber que tiene de impedir la circulación de vehículos en malas condiciones mecánicas, así como de negarle la licencia de conducir a quienes no acrediten poseer los conocimientos y la pericia necesarios para colocarse detrás de un volante.

La parte más compleja de este esquema ya se ha realizado: recoger y sistematizar la información. Cabría esperar que ahora, quienes tienen a su cargo las diferentes instancias relacionadas con el fenómeno, se aboquen a cumplir con su responsabilidad, es decir, que utilicen esa información para diseñar soluciones eficaces.