Saltillo: El Palacio de Gobierno
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Todavía en 1873 el Palacio de Gobierno del Estado era al mismo tiempo palacio municipal. De hecho la finca era considerada propiedad de la ciudad
En la época llamada colonial, el Palacio de Gobierno de Saltillo estuvo muy lejos de ser palacio. Unos cuartos hechos de adobe y piedra con techumbre de vigas y terrado formaron en aquellos remotos años la sede del poder civil. Fue creciendo la finca según iba creciendo la ciudad. La autoridad mayor era un alcalde. Los tlaxcaltecas, en cambio, tenían gobernador y casa consistoriales para su administración.
Empezó a prosperar Saltillo. Su clima era bonancible, su tierra fértil, abundaba el agua; parecía gozar de la divina protección. Su feria llegó a ser la más famosa e importante en el noreste de la Nueva España. Así, también crecieron las Casas de Gobierno. A la llegada a Saltillo de Hidalgo y Allende, en enero de 1811, hallaron que además de ellas había una casa de tesorería. A la sazón, en las casas originales funcionaban las oficinas tanto del gobierno regional como del citadino.
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Hubo muchas vueltas y revueltas. Allá por 1825 el Palacio de Gobierno dejó de serlo, pues los poderes fueron trasladados a Monclova, ciudad que reclamó ser capital. Un año antes, en el Palacio, se había reunido el Congreso de Coahuila y Texas para promulgar la primera Constitución que tuvo el Estado. Más duros tiempos vendrían después: en 1847 ondeó sobre el Palacio –y sobre la Catedral– la bandera de las barras y las estrellas, en los días de la confusa batalla de La Angostura. Fue en ese año cuando se tomaron en Saltillo algunos retratos del ejército norteamericano, seguramente las primeras fotografías de guerra en la historia. El Palacio de Gobierno, lo mismo que la Catedral, sirvió como hospital de sangre para los heridos de ambos bandos.
Años después, en 1856, un incendio acabó con el Palacio. En casas de diversos vecinos hubieron de instalarse las oficinas públicas mientras se reconstruía el edificio. El mayor problema fue aposentar a los presos, ya que la cárcel pública estaba también en el Palacio de Gobierno.
Todavía en 1873 el Palacio de Gobierno del Estado era al mismo tiempo palacio municipal. De hecho la finca era considerada propiedad de la ciudad. Bien entrado el pasado siglo podía verse aún en el edificio una pequeña placa de mármol que decía: “Palacio Municipal”. En 1875, terminados los trabajos de reconstrucción, volvieron las oficinas al edificio nuevo. Ahora era de buen tamaño, tenía ya dos pisos. Pasaron los años, y pesaron. Durante el gobierno del general Manuel Pérez Treviño (1925–1929) se le añadió un tercer piso al Palacio de Gobierno. Tomó entonces la forma de un pastel, pues cada cuerpo era de menor extensión que el de abajo y tenía mero arriba una pequeña espadaña donde se colocó la réplica de la campana de Dolores, que hace sonar el gobernador la noche del 15 de septiembre. Luego don Óscar Flores Tapia puso cantera en el Palacio de Gobierno, que por eso se conoce ahora con el nombre de Palacio Rosa.
Antes, el pintor español Salvador Tarazona fue contratado para decorar los muros del Palacio. ¡Qué buen trabajo hizo ese señor! Ver los murales que pintó es un deleite. Puso en ellos escenas de la vida de Coahuila: las danzas típicas de sus indios; el laboreo de sus minas; el paisaje de sus montañas. Tuvo sólo un pequeño desacierto: cometió el error de estampar su firma abajo de una cabra que asoma la cabeza en una escena bucólica. De ese modo parece que la malhadada chiva se llama “Tarazona”. Qué lástima.