Saltillo: La regulación en las recicladoras, aún pendiente

Opinión
/ 8 abril 2025

María, Rosalba, Alfonso y Alejandra forman parte de un gran grupo de personas que ya ha cobrado conciencia de la importancia del medio ambiente, y como ellas... hay muchas que atiborran los contenedores de pilas, tapas de plástico, botellas PET y frascos de cristal

Despierta la mañana y María, que bien puede ser Alejandra, Rosalba o Alfonso, arranca el día pensando en lo que habrá para el desayuno. Se prepara y comienza con la organización en la cocina.

Cuando pequeños, el tema del cuidado del ambiente, reflexiona, era tratado en algunas páginas de los textos escolares. Recuerda uno que le impactó: mostraba una imagen del detergente que circulaba del río al mar para ilustrar cómo todos los desechos pararían ahí, causando males contaminantes definitorios.

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Aquella información se dio como vista cuando se pasó el examen. Pero el tiempo, el extremo calor y el extremo frío, tanto en su ciudad que comenzó a extenderse sin ton ni son, como en muchas otras ciudades, la hizo experimentar en su propio caso el peligro en el que se ha metido al medio ambiente. La horadación de las sierras a su alrededor es un dolor picante.

Así comenzó a hacer desde casa lo que bien se le pudo imaginar que llegó a constituir, primero sin saberlo completamente, luego completamente enterada, las luego muy populares Tres R: Reducir, Reusar y Reciclar.

Con conciencia, y luego de muchos años de desconocer a fondo el problema, en casa emprendió su propio cuidado del medio ambiente, al reducir los productos y artículos; a reusar algunos otros que pudieran emplearse de nuevo y a reciclar, separando uno por uno, desde el momento mismo en que entraba en un espacio donde comienza el proceso: la cocina.

Aquí, los envases de PET comenzaron a ser separados de los de cristal; las tapas de las botellas, en un depósito que una vez lleno sería llevado junto con los demás materiales al sitio en donde observó pudieran ser recolectados con destino final al reciclaje.

Trata de evitar los productos de un solo uso, y siempre, todos, hasta los más pequeños, van a la recolección para ser reciclados.

Los residuos orgánicos van para su jardín. Cuando al principio era muy difícil ir separando las cosas, ahora ya se ha convertido en alguien muy capaz y logra, en poco tiempo, separar y organizar el destino de los desechos.

No es un caso aislado. María, Rosalba, Alfonso y Alejandra forman parte de un gran grupo de personas que ya ha cobrado conciencia de la importancia del medio ambiente, y como ellas, como cientos de ellas, hay muchas más que atiborran los contenedores de pilas, tapas de plástico, botellas PET y frascos de cristal.

Hay una íntima satisfacción personal por estar conscientes de que su parte se une a la de otras y es como suelen suceder las grandes cosas: se contagia y produce la facilitación social. La imitación logra los cambios.

Una nube negra a lo lejos oscurece las ilusiones. Una nube negra que se extenderá por horas y es visible desde todos los puntos de la ciudad. Los heroicos bomberos combaten un incendio que destroza esperanzas.

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La frustración es tan alta como fue la satisfacción. No sólo no hay suficientes esfuerzos de las altas esferas económicas y de los gobiernos para conjuntar los de la ciudadanía, que unida trabaja en el día a día, sino que, además, tampoco existen regulaciones en sitios de reciclaje.

Puede ser que todo lo que recolectaron muchas personas no haya formado parte del contenido de la recicladora que se incendió en Saltillo la semana pasada; puede ser que sí. En todos los casos, no es bueno, y no es bueno llegar a la comprensión de que seguimos estancados y que los esfuerzos personales de tanta gente se estrellan contra la pared.

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