Saltillo y la educación en tiempos de la Inteligencia Artificial

Opinión
/ 26 enero 2025

México pasó la celebración universal del Día Internacional de la Educación sumido en el debate sobre el uso de la Inteligencia Artificial (IA), más bien, inmerso en la duda de si incorporarla o no a los programas educativos a cualquier nivel y autorizar o no su utilización por estudiantes y profesores en la preparación y desarrollo de sus temas y trabajos. ¿Estará la comunidad educativa mexicana en condiciones para ello? ¿La educación tendrá el poder de instruir a la comunidad en la comprensión y el conocimiento suficiente de los avances tecnológicos para llevarla a su dominio y dotarla de los medios necesarios para su manejo y navegación?

Por lo pronto, la Secretaría de Educación de Coahuila, siempre a la vanguardia, firmó en días pasados un convenio con Microsoft para impartir capacitación a los docentes en el manejo de la Inteligencia Artificial y ya convocó al registro de los talleres.

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En ocasión del Día Internacional de la Educación el pasado 24 de enero, la Unesco, el organismo internacional de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura, lanzó este año el reto en voz de su directora general, Audrey Azoulay: “La Unesco invita a la comunidad internacional a obrar, a través de la educación, con miras a una simbiosis duradera entre la acción humana y tecnológica. Este Día Internacional nos recuerda que toda paz duradera empieza por la educación”. La educación es el camino y debe actuarse a través de ella, pero con la mira puesta en lograr una sólida unión entre la acción humana y la acción tecnológica.

Con el lema “IA y Educación: preservar la autonomía en un mundo automatizado”, el Día Internacional de la Educación 2025 llamó a reflexionar sobre el poder de la educación. Inquieta el delicado tema de la difuminación de los límites entre la intervención humana y la acción automatizada, en la medida en que los sistemas informáticos y de IA se vuelven más sofisticados. Igualmente, inquieta la urgencia de redefinir y fortalecer la prevalencia humana en esta era de aceleración tecnológica.

Coahuila y Saltillo, especialmente, se han distinguido por la fortaleza de su educación y su cultura. En otros tiempos se decía que, a su paso por la ciudad como candidato a la presidencia de la República por el Partido Nacional Antirreeleccionista en 1929, el filósofo José Vasconcelos acuñó la frase: “Saltillo es la Atenas de México”. Concepto surgido probablemente de su fama de ciudad culta y con instituciones educativas, añejas ya para entonces y de gran tradición, como el Ateneo Fuente y la Benemérita Escuela Normal de Coahuila. Hoy ya no se menciona la frase de Vasconcelos, pero persiste la tradición educativa de la ciudad.

Nacido en 1867, el Ateneo Fuente ha sido punta de lanza de la educación en Coahuila y la Normal coahuilense lo ha sido, a su vez, en la formación del magisterio desde su fundación en 1894.

La historia de la educación en Coahuila arroja datos curiosos que reflejan la preocupación por ofrecer a los educandos una educación vanguardista y de primera clase. El Reglamento de 1896 establecía como requisitos para el ingreso a la Benemérita Escuela Normal de Coahuila el no tener ningún defecto físico, estar vacunado y entregar una constancia de buenas costumbres firmada por el presidente municipal del lugar de residencia del aspirante, entre otras cosas.

Para la construcción de su edificio, inaugurado en 1909, el gobernador Miguel Cárdenas se había comprometido a aportar la misma suma que se recabara entre los particulares. El director de la escuela, profesor don Andrés Osuna, consiguió reunir para tal efecto la cantidad de 50 mil pesos. El entusiasmo que despertó el proyecto de construcción del edificio fue tal entre la población que el gobernador hizo devolver la suma a las personas que la habían aportado y su gobierno costeó en su totalidad la construcción, acto que habla de la honestidad de un gobernante y del profundo deseo del gobierno y la población por dotar a la educación normalista de un gran edificio construido ex profeso para alojar a esa institución.

Un pequeño ensayo sobre la ciudad, publicado en 1996 por don Antonio Malacara, escritor saltillense, destaca el rasgo de esa importancia que los saltillenses han dado a la educación y a la cultura al construir y destinar sus mejores edificios a la educación de los coahuilenses.

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