¿Será Claudia Sheinbaum nuestra presidenta?

Opinión
/ 27 septiembre 2024

Mentira. Vil mentira. López una y otra vez repitió en sus insufribles mañaneras que él es un demócrata. Que al terminar su mandato, independientemente de quién ganara las elecciones presidenciales, se iría a su finca en Palenque que lleva el mismo nombre del lugar al que muchos, sin dejar constancia de ello, claro está, lo mandamos una y otra vez por su forma de ejercer el poder, dando entera razón a las voces proféticas que afirmaban que él significaba un peligro para México.

Claudia Sheinbaum ganó con holgura en un proceso con los dados cargados por la escandalosa fortuna que Morena-Gobierno destinó a la compra de conciencias y a los gastos de campaña, eso todos lo sabemos. Pero el hecho de que en unos días será investida presidenta no significa necesariamente que gobernará en nuestro país.

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Aunque López se quite la banda presidencial y alguien se la coloque a Sheinbaum, eso no garantiza que pueda ejercer ese cargo y que muestre la verdadera voluntad para hacerlo, pues por las señales de las que hemos sido testigos hasta ahora, todo parece indicar que seguirá siendo una simple marioneta del cacique Andrés Manuel, quien se aseguró de seguir mandando detrás del trono gracias a la figura de la revocación de mandato. Imagínense que la primera presidenta electa en la historia de nuestro país todavía no ocupa la silla del águila y ya tiene a su sucesor para 2030 en la figura del hijo del caudillo que llamó cuarta transformación a la peor destrucción que ha tenido nuestra nación en más de 45 años.

Si Claudia se desvía del camino indicado y no hace caso a los “consejos” de ya saben quién, Morena, de la mano de Andy López Beltrán, ayer acusado de corrupción y de tráfico de influencias en el gobierno de su padre y hoy señalado como el seguro sucesor de la doctora, puede quitar el mandato a Claudia recurriendo a la movilización de las bases del partido.

Como todos sabemos, Claudia no mandará en Morena. El dueño y líder “moral” es el fundador del partido y eso la tiene ligeramente amarradísima a ejercer el poder siguiendo el compás de los pasos de López. El problema es que durante los últimos seis años los pasos de López fueron caprichosos, volubles, vengativos con los contrarios pero indulgentes con los cercanos, abrazando al delincuente mientras ésta siembra a diario el terror a su paso, e incluso pisoteando a la ley, a la libertad de los demás, a su propia conciencia y, sobre todo, a la República.

Pero no todo está perdido. El siglo pasado nos mostró a múltiples presidentes con un inmenso poder, y que dejaron al país colgando de alfileres, pero que sus sucesores cambiaron la historia. Un ejemplo de esos gobernantes que provocaron más daños que beneficios fue Carlos Salinas de Gortari. En medio de un país convulso debido al levantamiento armado del EZLN en Chiapas, que pasó de la ilusión de llegar al primer mundo con la firma del TLC a la pesadilla de un país que parecía desmoronarse por la corrupción y por el misterioso asesinato de Luis Donaldo Colosio Murrieta, candidato priista que cometió el único pecado de apartarse de los designios salinistas, pronunciando discursos que por desgracia siguen resonando en nuestro corazón porque después de tantos años, después de tantas luchas y tantos esfuerzos, ese vuelve a ser el México de hoy: “Sabemos que el origen de muchos de nuestros males se encuentra en una excesiva concentración del poder. Concentración del poder que da lugar a decisiones equivocadas; al monopolio de iniciativas; a los abusos, a los excesos. Reformar el poder significa un presidencialismo sujeto estrictamente a los límites constitucionales de su origen republicano y democrático (...) Yo veo a un México con hambre y sed de justicia. (...) Veo a ciudadanos angustiados por la falta de seguridad, ciudadanos que merecen mejores servicios y gobiernos que les cumplan”.

No todo está perdido, decía. Después de aquel momento de profunda crisis, se eligió a un candidato aparentemente débil y fácilmente manejable, pero que al llegar al poder, ese político llamado Ernesto Zedillo Ponce de León metió a la cárcel al hermano incómodo del ex mandatario por haber sido el presunto autor intelectual del asesinato de Ruiz Massieu, ex líder priista. Eso provocó que Carlos Salinas se auto exiliara y se fue volado a Irlanda, mientras Zedillo implementaba medidas poco populares pero necesarias en su momento.

Claudia Sheinbaum recibe a un México con un reto semejante al que tuvo Zedillo. Vendrá pronto una profunda crisis económica debido al irresponsable manejo de López de nuestros recursos. Además recibe al país con una gran crisis social, de seguridad y ocasionada también por el poder sin contrapesos que le hereda AMLO.

Aunque yo no voté por ella, no dejará de ser mi presidenta y si ella lo quiere y lo pide, todos debemos unirnos nuevamente, en un marco de justicia y legalidad, con nuestro trabajo para llevar a México por mejores rumbos de los que hoy nos aguardan.

aquientrenosvanguardia@gmail.com

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