Sierra de Zapalinamé: es imprescindible protegerla
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La protección del medio ambiente es, a no dudarlo, el gran reto de las sociedades modernas. Y no solamente porque el planeta debería recibir un mejor trato por parte de la especie dominante que somos los seres humanos, sino fundamentalmente porque se trata de la única forma que tenemos nosotros mismos para sobrevivir.
En el caso de nuestra región, caracterizada por su clima semidesértico, lo cual implica la carencia de fuentes de agua potable, el cuidado de nuestro entorno debe tener consideraciones especiales.
En este sentido, el crecimiento de las manchas urbanas debe ser regulado de forma estricta y ningún interés económico puede ser considerado por encima de esta exigencia. Actuar en sentido contrario a dicha premisa implica, literalmente, condenarnos a nosotros mismos.
La Sierra de Zapalinamé constituye por ello un área cuya protección y preservación, más allá de los lineamientos legales, debería representar una preocupación colectiva y generar un compromiso sin fisuras para que ninguna acción humana la ponga en riesgo.
El comentario viene al caso a propósito del amplio reportaje que publicamos en la edición de hoy de Semanario, nuestro suplemento de periodismo de investigación, en el cual se expone cómo se está poniendo el riesgo la integridad de dicha área permitiendo que la zona de amortiguamiento se vaya reduciendo paulatinamente.
Especialistas consultados nos recuerdan cómo la zona de amortiguamiento es un área definida, entre la zona urbana y el bosque, cuyo propósito es que ambos espacios permanezcan separados. Sin embargo, la ausencia de rigor en la vigilancia y la permisividad de las autoridades han derivado en su achicamiento.
Ya este año hemos sufrido en la región –si bien no en Saltillo– las consecuencias que en materia de disponibilidad de agua potable implica relajar las reglas en materia de expansión de las manchas urbanas. Cabría esperar que no tuviéramos que llegar a la situación que atravesó la zona metropolitana de Monterrey para que aprendamos la lección.
El agua de la cual depende nuestra vida misma proviene, en gran medida, de la Sierra de Zapalinamé. Conservar su salud es por ello imprescindible y la única ruta para garantizarla es la prevención.
¿Qué quiere decir esto? Una cosa muy simple: las autoridades de los tres órdenes de Gobierno tienen que dejar claro, mediante acciones puntuales e incontrovertibles, que la mancha urbana de Saltillo no puede avanzar ni un centímetro más en dirección del bosque.
No puede haber dudas al respecto. Pero para que no las haya, quienes poseen predios en la zona deben ser notificados respecto de las reglas existentes, así como advertidos de las consecuencias por violarlas. Obviamente lo importante será que, en caso de incurrir en falta, las sanciones se aplique con rigor y sin contemplación alguna.
No estamos hablando de un asunto trivial, sino de uno de la mayor trascendencia. Por eso hay que tomárselo con absoluta seriedad.