- 22 septiembre 2024
Sitios entrañables para la memoria del corazón
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Hay lugares que se caen, como popularmente se dice, de bonitos. Sitios mágicos, entrañables que, por sus paseos, sus plazas, sus rincones, sus arboledas, sus iglesias, dicen tanto a sus habitantes como a sus visitantes.
De cada uno de estos espacios se desprenden aromas particulares y vistas especiales. Andando por debajo de los árboles de una de sus plazas, al amparo de las sombras, el visitante experimenta sensaciones únicas que se volverán irrepetibles en el recuerdo: una caminata, un descanso, una conversación.
Sitios entrañables de esta naturaleza están en el imaginario personal, entre ellos, la Alameda de San Luis Potosí, donde flotaba en el ambiente, en un fresco día de primavera la voz del poeta Manuel José Othón, a la cual dedicó alto poema.
También están en la memoria del corazón una recóndita plaza de Coyoacán, en donde la música y los juglares hacen domingo a domingo su asiento. En donde la venta de artesanías mexicanas y un canto al México profundo se observa en la gente que cotidianamente la viste.
Oaxaca, otra de las joyas para el resguardo de la memoria: ese lugar único, mágico, donde conviven día con día las señales de lo mítico y fantástico, así como la realidad del día a día, expresada en los pliegues de los rostros de sus habitantes. Oaxaca, sitio en el que la comunión de espíritus se vuelve presencia diaria, como ocurre también en una isla de Michoacán, particularmente la Noche de Muertos: Janitzio.
La plata del río Pátzcuaro que conduce a la isla toma distintas formas y de la mañana a la noche las diferencias en sus tonalidades alegran los sentidos.
La Ciudad de México es otro espacio en el que la convivencia de mundos antiguos y el mundo actual permite al visitante encontrar una maravillosa muestra del ser mexicano. De su identidad y de sus muy variados rostros.
¿Qué sitios mágicos encontramos en nuestra propia ciudad? Los viajeros que la han descrito han dicho de ella, como fue la periodista cuyo nombre era Belinda, que era una ciudad de la salud y las flores. Otros se detuvieron a señalar el número de ojos de agua que había en nuestro territorio, y algunos más en la belleza y ternura de sus mujeres: soldados norteamericanos del siglo XIX que llegaron con la invasión de Estados Unidos a México.
Saltillo ofrece rincones especiales, lugares particularmente hermosos, como la propia Alameda Zaragoza. Ahí, donde se concentra un pulmón verde de importancia, se busca su frescor y la energía que tanta vitalidad ofrecen sus árboles.
Descuidados, sí, algunos aspectos de ella, como la base del busto de Venustiano Carranza, o la estatua de los niños que procede del siglo XIX y es una de las más antiguas de Saltillo, si no es que la más antigua, cuyo estado de deterioro es deprimente.
En la búsqueda de hacer brillar este espacio, uno de los más hermosos de nuestro centro histórico, bastarían apenas unas cuantas acciones que no exigen más que voluntad.
Ver brillar espacios como éste, donde los saltillenses hemos vivido experiencias maravillosas desde niños, forma parte de todo un reto que va de la mano entre las propias autoridades y todos aquellos que lo disfrutamos.
Rincones de las ciudades, espacios especiales. ¿Cuáles son para cada uno de nosotros aquellos en los que nos sentimos más identificados, en donde algo ocurrió y nos lo dejará para siempre en la memoria del corazón?
Encuesta Vanguardia
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