Sobre la genialidad, la riqueza y la salud

Opinión
/ 19 noviembre 2022
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Durante días he repasado la biografía del artista plástico e icono de la cultura pop Andrew Warhola, motivada por su serie en Netflix, Los diarios de Andy Warhol.

Además de su fascinante versatilidad en el mundo del arte y de su legado por manejar su imagen en los medios masivos de comunicación de forma única –una especie de visión profética de nuestro presente– sus memorias no escapan de los problemas, miedos, dilemas e inseguridades, impuestos por un modelo estereotipado del éxito y la fama.

Una frase taladró mi cerebro: “Ahora no quiero más comida chatarra. Ahora pienso que la vida no vale la pena si no estás sano. La salud es riqueza. Es mejor que el dinero, la compañía, el amor y lo demás”.

De forma paradójica, el personaje que se hizo famoso por la exhibición de una lata de sopa, bueno para los negocios, con fama mundial por su trabajo en la pintura, cine y literatura; terminó sus días anhelando algo que no podría adquirir jamás.

De algún modo el “gurú de la modernidad” lo pudo advertir. Vivimos tiempos de ceguera, con prioridades alejadas de lo más elemental. Por un lado –en un extremo– los problemas cotidianos por los asuntos económicos, la normalización del estrés, el acelerado estilo de vida; y por el otro –en el opuesto– la idealización del trabajo, “los 15 minutos de fama”, la explotación a veces autoimpuesta y la valía exacerbada al personaje profesional.

La brecha entre un extremo y otro es demasiado amplia, y poco a poco nos separa de nuestra energía más vital y la capacidad que tiene nuestro cuerpo de regenerarse.

Según la Federación Internacional de Diabetes (FID) en México hay una cifra que llama poderosamente mi atención. Una de cada cuatro personas que viven con diabetes no recibieron información suficiente ni educativa sobre su condición cuando fueron diagnosticadas, lo cual pudo haber cambiado de manera drástica su calidad de vida, haciendo más llevadero su padecimiento.

Asimismo, de acuerdo con la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos, la OCDE, México fue el país donde el número de personas con ansiedad y depresión fue mayor, enfermedades que afectaron a 50 por ciento de la población, durante el 2020, el primer año de la pandemia.

Los datos me hacen volver a la frase del artista “la salud es riqueza”. En este sentido, me considero una persona ambiciosa. Me reconforta pensar que parte de esa riqueza está en mis manos y en la posibilidad de tomar con responsabilidad radical mis decisiones.

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