Sobre la OMSA y la OFDC en concierto

Opinión
/ 28 febrero 2025

La Orquesta Metropolitana de Saltillo brindó un concierto memorable en al auditorio del Museo de las Aves el pasado viernes 21 de febrero, en el que el público volvió a disfrutar de una velada con obras de estreno. “Tesoros de Italia” fue el título que arropó al programa interpretado por el conjunto camerístico bajo la batuta de su directora concertadora, la maestra Natalia Riazanova; piezas de considerable dificultad: Suite no. 3, Arias y danzas antiguas, de Ottorino Respighi, Intermezzi Godiani, Op. 127, de Enrico Bossi y la Serenata para cuerdas de Ermanno Wolf-Ferrari.

Considerando la heterogénea composición de elementos de la OMSA y el repertorio de dimensiones quasi colosales, puedo afirmar que las tres obras fueron abordadas con las propuestas agógicas, dinámicas y técnicas de una manera apropiada. Varios pasajes de envergadura técnica dejaron entrever “costuras” que mancharon el fraseo en las piezas, imprecisión de los tempi en todas las secciones del conjunto, pero que finalmente fueron sorteadas con la energía emanada de la batuta de la maestra Natalia y la experiencia de los miembros profesionales del conjunto; y que, por ende, apuntalaron la calidad y equilibrio tímbricos.

En las tres obras del programa el virtuosismo orquestal no dio tregua al conjunto camerístico, logrando con creces gravitar en el temperamento de los tres compositores: Respighi con su espíritu descriptivo y heredero de la concepción orquestal de Richard Strauss y de la capacidad de evocar sugestivas atmósferas armónicas y tímbricas emanadas de Debussy; la música descriptiva de Bossi que, para mi gusto, fue la interpretación más lograda de la velada, gracias a una lectura rayana en lo gozoso. Cabe la gloria del estreno nacional del Intermezzi Godiani a la ejecución de la OMSA. Y, finalmente, la Serenata para cuerdas de Wolf-Ferrari, cerró apoteósicamente con una doble fuga que no arredró al conjunto saltillense, mostrándolo con una vocación musical de seriedad y capacidad de crecimiento, asegurado gracias al bagaje y vasta experiencia musical de su directora.

Una semana después, el jueves 27, la OFDC presentó su segundo concierto de temporada con un espléndido programa: la Obertura “El murciélago” de Johann Strauss, el Concierto para piano y orquesta en La menor, Op. 16 de Edvard Grieg y la Sinfonía No. 4 en Mi menor, Op. 98 de Johannes Brahms. El maestro Rodrigo Macías actuó como director huésped y el pianista de origen coahuilense, Alejandro Vela, como solista al piano, en el marco majestuoso del Teatro de la Ciudad.

La orquesta inició el programa con un leve desliz en las cuerdas en los primeros compases de la Obertura “El murciélago”; el desfase rítmico fue resuelto con creces después de que la orquesta transitara con fluidez por los diferentes temas de la obertura: la resolución de las dinámicas, los cambios agógicos fueron de un agradable deleite sonoro y energía exultante.

Después de esta joya straussiana, el maestro Vela interpretó al piano el celebérrimo y único concierto para piano y orquesta del noruego Edvard Grieg. Dueño de una técnica y musicalidad en los linderos de la madurez, el pianista ofreció una interpretación disímbola: con algunos claroscuros (un tempo primo en el movimiento inicial muy lento, que arrastró a la orquesta en un engranaje rítmico que afectó al lirismo del tema principal; desfases rítmicos con la orquesta, fallas de memoria- en el tercer movimiento; sonidos secos por la omisión del pedal), pero también con momentos brillantes, merced a sus fogosas y precisas octavas, un profundo lirismo exultante (el segundo movimiento fue de una exuberancia poética entrelazada entre la orquesta y el piano), y el cuidado esmerado del maestro Macías en las dinámicas orquestales subyacentes al piano.

El último movimiento abordó los tempi con una precisión que le permitieron lucir a Vela sus dotes pianísticas. Después de esta interpretación, el maestro Vela ofreció un encore, una bella estampa simbolista del Clair de lune (Suite Bergamasque) de Debussy. La mejor interpretación de la velada fue la Cuarta Sinfonía de Brahms. Aquí, la OFDC mostró su estatura de diez años de madurez: sonido robusto, cohesión progresiva, colores y texturas balanceados, integración de sus secciones, sujeción a la batuta que los conduce.

CODA

Promisorio inicio de las temporadas musicales de los dos conjuntos orquestales de nuestra ciudad, gracias al gran trabajo de sus músicos y de sus directores artísticos.

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