Sonido de Libertad y el cine de propaganda en México
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No es ningún secreto que ya sea como arte o negocio, el cine ha servido para difundir o divulgar información, ideas u opiniones de carácter político, religioso o comercial a lo largo de su historia.
Este maquinación propagandística que se determina de esta manera por darle a una película la intención de que un espectador actúe de cierta manera o piense de alguna otra, es la que hemos comentado en columnas anteriores que tienen recientes estrenos de cine en salas de cine como “Sonido de libertad”, de Alejandro Monteverde, o de plataformas de streaming como “La gran seducción”, de Celso García, ya que la primera se encarga de difundir por debajo de la fachada de hacer “la denuncia urgente de un problema que aparentemente nadie ve” una ideología política y religiosa desde el vecino país del norte, o bien a través de una comedia ligera como no queriendo divulgar una ideología política muy acorde a la que ha impuesto más recientemente para no ir tan lejos en los libros de texto el gobierno de la 4T.
Pero esto no es nada nuevo ya que prácticamente desde el gobierno legítimo del presidente coahuilense Venustiano Carranza durante el cual precisamente se promulgó la Constitución de 1917 el mandatario designó a las hermanas Adriana y Dolores Elhers, a quienes había otorgado becas para estudiar cine en el extranjero e inclusive pudieron trabajar en el Museo Médico del Ejército de Estados Unidos donde se hacía énfasis en la producción de películas que servían para instruir a los soldados en el Frente de la Primera Guerra Mundial en temas referentes a la salud, a Adriana como jefa del Departamento de Censura Cinematográfica y Dolores jefa del Departamento Cinematográfico para presentar a través de las películas una imagen próspera de México y sus habitantes a su regreso a México en el año de 1919.
Fue así como el primer largometraje que mezcló el género de la ficción con el documental en la historia de nuestro cine fue “El automóvil gris”, de Enrique Rosas, que si bien recreó a manera de thriller la serie de acciones criminales que perpetró la famosa banda del mismo nombre en el México de 1915 aprovechando el caos social generado por la gesta revolucionaria, el final de la misma incluyó el fusilamiento real de sus integrantes para dar el mensaje directo a los espectadores que si no se cumplía con la ley se podía terminar “ajusticiados” como todos ellos.
Con el paso de las décadas, desde gobiernos inclinados hacia el socialismo como el de Lázaro Cárdenas fue precisamente de los que más propiciaron la creaciónde historias que proyectaran una imagén próspera e incluso alegre de México y sus habitantes desde el éxito taquillero que inició de manera oficial la llamada “Epoca de Oro del Cine Mexicano”: “Allá en el Rancho Grande” (Fernando de Fuentes, 1936) pasando por el México de discurso totalmente nacionalista de autores como el también coahuilense Emilio “Indio” Fernández en películas como “Río Escondido” (1948), donde la maestra Rosaura (María Félix) es convocada por el mismísimo presidente de la República para en su prólogo asistir a Palacio Nacional y recibir directamente de él la orden de ir al lugar más recóndito del norte del país para a través de su labor educativa desarrollar su proyecto de nación.
Con el término oficial de la Época de Oro en el año de 1958 cuando se cerró “con broche de oro” con la única mancuerna de las divas María Félix y Dolores del Río en la épica “La cucaracha”, de Ismael Rodríguez, llegaron autores como Julio Bracho o Roberto Gavaldón que “se salieron del huacal” y desafiaron la censura de su tiempo con sus obras “La sombra del caudillo” (1960) y “Rosa Blanca” (1961), de manera respectiva, pero eso ya es materia para una próxima columna sobre el tema.
Comentarios a: galindo.alfredo@gmail.com; Threads: Alfredo Galindo; X: @AlfredoGalindo
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