¿Subir el salario por decreto?
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“Si subimos el salario mínimo, habrá inflación, desempleo y fuga de inversiones”. Estas ideas resuenan en conversaciones diarias y en redes sociales como verdades absolutas. Pero, ¿realmente es así? ¿Qué nos dice la evidencia económica?
Durante años, modelos económicos simples asociaron el aumento del salario mínimo con desequilibrios en el mercado laboral. Sin embargo, estudios recientes han demostrado que estos temores son injustificados o aplican solo en contextos muy específicos. Hoy sabemos que incrementos controlados al salario mínimo, especialmente en países donde se partía de niveles muy bajos, no generan los efectos negativos que muchos temen. De hecho, subir el salario mínimo ha beneficiado de manera contundente a los trabajadores y a la economía en su conjunto.
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EL PODER DE LAS IDEAS REPETIDAS
El consenso académico ha evolucionado, pero muchas personas aún se aferran a ideas del pasado. ¿Por qué? En parte, esto se debe al poder de quienes prefieren mantener un sistema de salarios bajos. Las grandes empresas, interesadas en mercados laborales desregulados, difunden la idea de que subir el salario mínimo es peligroso. Pero esto no es ciencia; es ideología.
Un concepto clave para entender este debate es el del monopsonio laboral. Imagina un mercado donde unos pocos compradores tienen todo el poder para fijar precios. Eso ocurre en algunos sectores laborales: unas pocas empresas fijan salarios muy por debajo de lo que los trabajadores realmente aportan. En México, este fenómeno es alarmante. Por ejemplo, una tesis de maestría presentada en el ITAM en este mismo año muestra rigurosamente como los trabajadores mexicanos reciben, en promedio, solo el 10% de lo que generan con su trabajo. Este desequilibrio perpetúa la desigualdad y frena el progreso.
EXPERIENCIAS RECIENTES
Desde la llegada de la 4T al gobierno, se ha incrementado el salario mínimo de manera significativa. Pasó de 3 mil 550 pesos mensuales en 2018 a 8 mil 503 pesos en 2025, lo que representa un aumento nominal del 172 por ciento, frente a una inflación acumulada del 33.4 por ciento. En términos reales, esto significa que el salario mínimo subió un 140 por ciento. En la frontera norte, el aumento es aún más significativo: el salario mínimo mensual alcanzará los 12 mil 806 en 2025, un incremento real del 260 por ciento.
¿Qué pasó con la inflación? ¿El desempleo? Contra todo pronóstico, la inflación apenas se movió, y México tiene hoy uno de los niveles de desempleo más bajos en su historia reciente. Estudios serios respaldan estos datos. Por ejemplo, un análisis de Raymundo Campos y Gerardo Esquivel concluyó que duplicar el salario mínimo en la frontera norte no tuvo un efecto inflacionario significativo. Los miedos asociados a subir el salario mínimo y otras políticas laborales carecen de fundamento.
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¿QUÉ NOS ENSEÑA ESTO?
El aumento del salario mínimo no solo es posible, sino positivo. Mejora la calidad de vida, reduce la pobreza y fortalece la economía al aumentar el consumo. Esto beneficia a las empresas, grandes y pequeñas, al incrementar la demanda de bienes y servicios. Pero no es solo un tema económico. Es una cuestión de justicia. Cuando los trabajadores reciben una mayor proporción de la riqueza que generan, el país entero prospera.
La verdadera amenaza no es subir el salario mínimo. Es quedarse atrapados en dogmas del pasado que nos condenan al estancamiento: bajos salarios, poca calidad de vida y nulas oportunidades de progreso. Apostemos por un México más justo y próspero. Los datos están de nuestro lado.
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