Surrealismo a la mexicana

Opinión
/ 3 agosto 2023
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Salvador Dalí es considerado como el creador y el máximo representante del surrealismo; sin embargo, yo no conozco ninguna pintura o escultura de este afamado artista español que pueda ser tan surrealista como lo es México. En nuestro país suceden cosas tan increíbles que bien pudieran ser confundidas con un sueño, o más bien una pesadilla: “Desaparecen las matemáticas en libros de texto de primaria”; “Ministra de la Suprema Corte de Justicia de la Nación es acusada de haber plagiado la tesis con la que obtuvo el grado de licenciatura en Derecho”; Precandidatos de Morena gastan sumas exorbitantes en sus campañas, mientras millones de pobres luchan diariamente por conseguir algo de comer”; “Gobierno de México emprende proyectos y defiende políticas que provocan un grave daño al medio ambiente”; “Se alcanza cifra récord de asesinatos y de desaparecidos”; “el presidente afirma que política de ‘Abrazos y no balazos’ ha sido exitosa”; y “Mueren miles de niños con cáncer por falta de tratamientos”.

Los mexicanos hemos perdido ya la capacidad de asombro ante lo que sucede cada día. ¿Qué puede llamar nuestra atención?, ¿que un político robe el dinero del pueblo? No. ¿Que un Presidente deje a su sucesor un país lleno de deudas y problemas sociales? Tampoco. ¿Que los narcotraficantes paguen su derecho a traficar la droga libremente a cambio de apoyar económicamente a los candidatos del partido oficial? ¡Menos!

Sin embargo, hay noticias que a mí me sorprenden enormemente. Una de ellas es que dos hermanos del Andrés Manuel López Obrador, Pío y Martín, fueron descubiertos gracias a las grabaciones en video recibiendo, en sobres amarillos, cientos de miles de pesos supuestamente para la campaña del ahora presidente de México. Este delito quedó impune al igual que la asignación directa de contratos millonarios en Pemex a la prima del jefe del Ejecutivo.

Uno de los casos que más llaman nuestra atención, pero que no se ha juzgado, es la vida de magnate que se da uno de los hijos del presidente que prometió que acabaría con la corrupción, la impunidad y el influyentismo. Nos referimos a José Ramón López Beltrán, quien sin trabajar, va mudándose de mansión en mansión propiedad de contratistas del gobierno de su papá. Desde la casa gris de Houston, propiedad de un importante contratista de la petrolera, hasta la residencia en la Ciudad de México en la que actualmente vive, propiedad de la asistente de la dirección del periódico La Jornada, el cual ha recibido millonarias sumas por publicidad oficial del gobierno federal.

Pero lo que aparentemente hace José Ramón, darse vida de millonario sin trabajar, es peccata minuta si la comparamos con la millonaria red de tráfico de influencias que opera en favor de su hermano Andrés Manuel López Beltrán, “Andy”. Contratos multimillonarios se otorgaron a los amigos más cercanos del hijo de Obrador para realizar diversas obras como el Parque ecológico de Texcoco (justo donde se construía el Aeropuerto Internacional de la Ciudad de México, pero que este gobierno canceló supuestamente por estar plagado de corrupción), el malecón de Villa Hermosa, Tabasco, un edificio para el Archivo General Agrario, entre otros proyectos que suman contratos por más de 100 millones de pesos.

¿Qué ha sucedido con todos estos casos de corrupción y tráfico de influencias cometidos por los familiares más cercanos del presidente López Obrador? Hasta el momento han quedado impunes. En cambio, el primer mandatario ha emprendido una lucha verbal contra medios de comunicación llamándolos pasquines del neoliberalismo, y arremetiendo contra periodistas como Carlos Loret de Mola.

Ante toda esta relación surrealista de sucesos en México, llama la atención que el hijo del presidente colombiano Gustavo Petro, haya sido arrestado por haber recibido de empresarios ligados al narcotráfico “grandes cantidades de dinero que supuestamente serían entregadas para la campaña presidencial de su padre”. Nicolás Petro recibió lo equivalente a cerca de 50 mil dólares y su padre, el presidente colombiano, pidió a las autoridades que investigaran dichos actos corruptos y que juzgaran a su hijo.

Las comparaciones no son ociosas. Al día de hoy Pío, Martín, Felipa, José Ramón, y “Andy” y sus amigos, permanecen totalmente impunes gracias al amparo de un presidente que iba a combatir como nadie al flagelo de la corrupción y del tráfico de influencias.

Espero que los mexicanos despertemos ya de esta pesadilla llamada Cuarta Transformación.

aquientrenosvanguardia@gmail.com

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