Tres regalos para la Navidad
Debo a mis padres el amor que siento por la Navidad
Se me ocurrió pensar que a la Navidad no le regalamos nunca nada, y tres regalos le hice.
El primero fue una pastorela. Cierto día llegaron a verme dos amigos actores, René Gil y Chuy Valdés. Llevaban con ellos el texto de una de esas antiguas pastorelas cuya representación dura toda la noche, y me pidieron que la adaptara a fin de hacerla caber en una función de duración normal. Les dije que prefería escribir una original, pues adaptar aquella era desvirtuarla, quitarle su esencia popular. Me respondieron que apremiaba el tiempo: no podían esperar a que escribiera yo una obra nueva. Les dije que en tres días les entregaría la pastorela. Y me puse a hacerla.
Recordaban René y Chuy que conforme la obra iba saliendo de la máquina de escribir les entregaba yo las hojas, como tortillas. Ellos las hacían fotocopiar y las entregaban a los actores para que cada uno fuera aprendiendo su papel. Antes del plazo prescrito estuvo terminada “La Pastorela de Catón”, escrita en versos octosílabos y endecasílabos, como las pastorelas clásicas.
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Ha corrido con gran fortuna esa obrita. Forma ya parte de las tradiciones navideñas de nuestra ciudad. Los papás llevan a sus hijos a verla –o viceversa–, y quienes ya la han visto me dicen que al siguiente año la vuelven otra vez a ver. Es excelente la actuación en ella de mi querido hermano Carlos. En Monterrey la pastorela alcanzó en su temporada de estreno 150 representaciones. Tuve que decirle a Julián Guajardo, el director de la compañía regiomontana, que suspendiera las funciones, pues se acercaba ya la Cuaresma. En 15 o más ciudades del país se ha representado, y en casi todas las delegaciones del Distrito Federal. Grupos hispanos la han escenificado en Estados Unidos: en San Diego, en Los Ángeles, en San Antonio... Se representó también en Osaka, Japón... Eso ni Usigli, con perdón sea dicho.
Otro regalo le hago a la Navidad cada año: música. En Radio Concierto trasmitimos cada año música navideña. Aparecen en nuestra programación villancicos y canciones de Navidad de todo el mundo y todos los tiempos, en todos los estilos, con los más variados intérpretes. Yo escucho Radio Concierto en estos días y me asombro de que haya tanta música navideña, y de que nosotros la tengamos para compartirla con todos nuestros radioyentes y difundir así el espíritu de la Navidad.
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Mi tercer regalo. Escribí la letra de un villancico al cual le puso música el maestro Silvino Jaramillo, uno de los mejores músicos de México, discípulo de Miguel Bernal Jiménez. Se cantó esa pequeña obra con gran coro y acompañamiento de sinfónica. Dos veces se interpretó la noche de su estreno, pues con aplausos de pie el público pidió su repetición. Aquí el regalo, claro, fue del maestro Jaramillo. Pero yo lo envolví.
Debo a mis padres el amor que siento por la Navidad. Ellos, aun en la no muy holgada condición de un modesto hogar de clase media, se esforzaban por dar a sus hijos una Navidad llena de amor y de felicidad. Estos regalos míos a la Navidad están hechos en su memoria.