Un breve estudio del público de televisión mexicana
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En los años setenta, la televisión influía de manera decisiva en el público mexicano. Alrededor de ella se gestaban opiniones en torno a temas de interés para el País, y los programas reflejaban lo que se veía como necesario que la sociedad mexicana tuviera al alcance. Se importaron muchas telenovelas, se produjeron muchas en el propio País y numerosas de ellas eran el remake de otras ya hechas en Latinoamérica.
Su historia comienza en los años sesenta y entre los temas elegidos estaban los históricos, al abordar la figura y vida de Benito Juárez en “El Carruaje”. El ambiente burocrático dentro de las oficinas sedujo a los productores y así fue como se creó “Gutierritos”, con Rafael Banquells, y que retrataba y estereotipaba vida y personajes en esos espacios.
Para los setenta el argumento giraba en su mayoría en el tema romántico. Alrededor de él las tramas se repetían incansablemente, dando voz a personajes amados y personajes odiados.
La veta fue interesante. Había un público cautivo. Las amas de casa, que constituían un grupo numeroso fueron captadas hacia estas producciones. También se vio que el público infantil podría ganarse y de esta manera surgió, con la niña Graciela Mauri y previo concurso, “Mundo de Juguete”. Más tarde, luego del gran éxito de la telenovela infantil, con ella misma como protagonista, nace “Gotita de Gente”.
Pero el éxito de las telenovelas se capitalizó en nuestro País con el propósito de convertir los temas románticos en otros de orden social y educativo. En ese proyecto participaron Miguel Sabido, hermano de Irene Sabido, productora ella de telenovelas, y él, hombre de cultura, un apasionado de la cultura popular.
Participó en la producción de telenovelas como “Ven Conmigo”, “Vamos Juntos” y Acompáñame”, con propósitos que favorecerían la reflexión y toma de decisiones en torno al control de natalidad en México y la educación de los adultos.
En esos años setenta, ambas cosas se veían como problemas, como retos para enfrentar. Y fue la televisión la que coadyuvó a trabajar en ellos. Al frente, en las producciones, se eligió entre las protagonistas a una Silvia Derbez que había sido popular y querida actriz de la Época de Oro del cine nacional. Y se cumplieron los objetivos. La gente comenzó a alfabetizarse y también, en el contexto nacional que se vivía, tomó bien las recomendaciones de tener menos hijos. La premisa estaba resuelta en que tener demasiados hijos complicaba la existencia de las madres y que estudiar brindaba oportunidades que las alejaban de la enajenación que provoca un círculo alrededor de la casa en exclusiva.
Hoy la televisión se ha transformado y se exige de ella muchísimo más. La llegada de nuevos sistemas la han puesto a prueba y aunque en la pandemia fue importante para respaldar de nueva cuenta el tema educativo, indudablemente en los tiempos modernos exige de sí una transformación que le permita continuar con la gente que desee seguir encendiendo el televisor para seguir los programas.
Los noticiosos, los de entretenimiento, los documentales, requieren de una transformación que arrastre y se convierta en el interés de quienes han estado mudando poco a poco a los sistemas.
¿En dónde cabe su mayor reto y posibilidades? La educación, que ya la probó durante la pandemia, puede ser de enorme capitalización.
Los contenidos, las formas de presentarlos, quienes conducen, están sujetos a estos cambios. Interesante resultará observar cómo se van a ir presentando los cambios. Ahora mismo, frente a nosotros están esos retos. Está el productor, pero también el televidente, que ahora ya conforma parte de grupos ahora conocidos como las audiencias, que con el paso del tiempo han hecho valer sus derechos. Vienen, seguramente, cosas interesantes para el análisis y la discusión.