Una vuelta más alrededor del Sol

Opinión
/ 29 diciembre 2025

Solemos hacer una pausa que puede ser de silencio y soledad. Es decisión inteligente, de sana sabiduría existencial. Surgen preguntas íntimas: ¿Quién soy, de dónde vengo y a dónde voy? ¿Quién he sido y quién seré? ¿Qué estoy haciendo, cómo lo he hecho y cómo lo haré?

Existimos en un volantín que circula una estrella.

Es el sol, que brilla dentro de la galaxia que nombramos como Vía Láctea y que se desplaza, a su vez, con gran velocidad. No estamos por ello en un lugar del espacio; lo estamos recorriendo velozmente sin advertirlo.

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Al terminar cada circuito, no estamos en donde empezó porque el avance fue como de tirabuzón en espiral.

En el calendario gregoriano se van sumando 365 giros diarios de 24 horas en un año no bisiesto. A esa vuelta completa, revoloteando alrededor del astro rey, le llamamos año. Se termina uno viejo y, sin pausa, empieza uno nuevo.

PAUSA EXISTENCIAL

En la víspera, en el día y la noche últimos de cada año, solemos hacer una pausa que puede ser de silencio y soledad.

Es decisión inteligente, de sana sabiduría existencial. Surgen preguntas íntimas: ¿Quién soy, de dónde vengo y a dónde voy? ¿Quién he sido y quién seré? ¿Qué estoy haciendo, cómo lo he hecho y cómo lo haré?

¿Quiero seguir los mismos patrones de conducta cotidiana o puedo mejorarlos reconociendo desaciertos y proponiendo aciertos? ¿Qué desecharé y qué adoptaré? ¿Qué debe morir ya y qué debe nacer o renacer? ¿Sólo avanzo sin rumbo o tengo una meta trascendente que alcanzar? ¿Mi camino terminará en la nada o desembocará en una posible vida sin tiempo, gloriosa y feliz?

Algo ha de quedar escrito para poderlo repasar y releer, que sea como un mapa de constante consulta para no caminar sin sentido ni rumbo, como vagabundo o turista, sino como peregrino, a quien lo que le importa es llegar a una plenitud sin fin.

AÑO VIEJO DEL MUNDO

Se ve al mundo plenamente caminando ya en su recta final. Desde la fe, los anuncios proféticos son de “gran tribulación” y de un desajuste, desplome, colapso, derrumbe y confusión.

Las ciencias sociales detectan que estructuras, sistemas, ideologías y relaciones sufren tensiones internas, insuficiencias, dislocaciones y desequilibrios por corrupción e inautenticidad.

Se han convertido en deshumanizantes e incapaces de lograr una convivencia sana y justa, en verdadera paz. La esperanza es que, por ello, venga un despertar que reconstruya y haga posible una época de victoriosa prosperidad generalizada, en una humanidad renovada, en su mejor versión. Coincide la mirada de la fe, que intuye así la segunda venida gloriosa del Salvador.

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TRIGO Y PAJA NACIONALES

En estas latitudes nuestras, como de costumbre, se da un tejido variopinto, hecho de contrastes y subibajas, de pros y contras, de aplauso y abucheo, de nacionalismo salpicado de partidarismo, de justicia con manchas de desigualdad selectiva.

La información estadística igual sufre falsos optimismos como exageraciones oscuras de derrotismo calumniador.

TÉ CON FE

- Aquí, en Nazaret, ¿ya no hay riesgo para el Niño en esta familia?

- Ya murió Herodes, el perseguidor asesino. Crecerá el Niño en edad, sabiduría y gracia. Se teje aquí el amor conyugal, el paternal, el maternal y, desde luego, el amor filial para vivir, cada día, las virtudes domésticas sencillas y gozosas.

El autor de Claraboya, quien ha escrito para Vanguardia desde hace más de 25 años, intenta apegarse a la definición de esa palabra para tratar de ser una luz que se filtra en los asuntos diarios de la comunidad local, nacional y del mundo. Escrita por Luferni, que no es un seudónimo sino un acróstico, esta colaboración forma ya parte del sello y estilo de este medio de comunicación.

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