Vacunar es prevenir, ¿acaso se nos olvidó en México?
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La advertencia tiene años circulando en los medios y hoy las consecuencias a la vista son estremecedoras: dejar de vacunar a los niños mexicanos implica condenarlos a morir
Una de las noticias más ampliamente difundidas en México, durante las últimas horas del puente vacacional de la Semana Santa, fue la relativa a la confirmación, por parte de las autoridades sanitarias del país, de la existencia de 45 víctimas fatales, en lo que va del presente año, por la enfermedad respiratoria llamada “tos ferina”.
La página electrónica de la Secretaría de Salud (SSA), del Gobierno de la República, describe el padecimiento como “enfermedad infecciosa altamente contagiosa causada por la bacteria Bordetella pertussis, (que) afecta únicamente a los seres humanos de cualquier edad y en los bebés puede provocar discapacidad permanente e incluso la muerte”.
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En la misma entrada del referido sitio electrónico se lee: “En nuestro país es posible prevenir esta enfermedad mediante la vacunación; la vacuna pentavalente acelular protege contra difteria, tétanos, tos ferina, poliomielitis e influenza tipo B. Se administran 4 dosis a los 2, 4, 6 y 18 meses. La vacuna DPT se aplica como refuerzo a los 4 años, protegiendo contra difteria, tétanos y tos ferina”.
La referencia anterior resulta obligatoria porque, de acuerdo con la propia SSA, las 45 víctimas fatales contabilizadas hasta el fin de semana anterior eran, la inmensa mayoría, pequeños de menos de seis meses de edad, ninguno de los cuales había sido vacunado.
La pregunta surge sola y de forma inevitable: ¿por qué razón no se había vacunado a ninguna de las víctimas fatales si, para el momento en el cual contrajeron la enfermedad, ya tendrían que haber recibido al menos un par de dosis del biológico?
La respuesta, de acuerdo con diversos reportes difundidos en las últimas horas, es tan simple como aterradora: porque una de las consecuencias de la “política de austeridad” instaurada a nivel federal, desde la llegada de Andrés Manuel López Obrador al poder, fue la reducción del presupuesto destinado al sistema universal de vacunación del país.
¿Y por qué se recortó el presupuesto en este rubro? La respuesta es también sencilla: porque en realidad no se trató −no se trata hoy− de que el gobierno gaste menos y con mayor eficacia (que es el significado real de la palabra “austeridad”), sino de financiar los programas de transferencias económicas conocidos como “becas del bienestar”.
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Múltiples voces lo han dicho desde el primer momento: aun cuando los números del presupuesto federal mexicano parezcan monstruosos, pues se definen en el orden de los billones de pesos, en realidad tenemos un gasto que tiene poca flexibilidad y, por ello, la única forma de garantizar las transferencias en efectivo es recortando el presupuesto de otras áreas.
Prácticamente todos los rubros −con la excepción del gasto destinado al ejército− fueron recortados en el sexenio anterior, y esa es una política que hoy prevalece. No pocos analistas llamaron a dicha política “austericidio”. Las muertes de niños a causa de una enfermedad que puede prevenirse con una vacuna parecen darles la razón.