Vaso medio lleno o vaso medio vacío
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En un contexto exógeno adverso, las cifras respecto al crecimiento económico para este año tienen una perspectiva negativa, a finales del año pasado los analistas proyectaban 3.2 por ciento y a la fecha en promedio la sitúan en 1.8 por ciento.
En el primer trimestre 2022 el crecimiento fue de 0.9 por ciento (cuatro trimestres en positivo; desglosado respecto al primer trimestre 2021, 2.1 por ciento agricultura, ganadería y pesca, 2.8 por ciento industria, 0.6 por ciento comercio y servicios), para unos normal en condiciones adversas globales, para otros insuficiente de acuerdo a las necesidades del país. Aún con las perspectivas negativas postpandemia, se puede observar que la economía doméstica no se perfila a una recesión prolongada, pero todo depende de la perspectiva ideológica del análisis.
La inversión extranjera directa en 2021 fue de las diez mejores del mundo, con 31.6 mil millones de dólares, con crecimiento de 9 por ciento respecto al 2020, –más de 35 por ciento de nuevas inversiones–, lo cual, a pesar de la “incertidumbre” que divulgan los medios especializados, refleja confiabilidad en la dinámica económica interna.
Los ingresos totales del Gobierno se han fortalecido y aumentaron en 5.5 por ciento en el 2021 y la recaudación se ha sostenido, aún con la pandemia esta se mantuvo y creció 1.1 por ciento el año pasado respecto al anterior (alrededor de 17 por ciento del producto interno bruto), aunque es insuficiente respecto al promedio de América Latina de 22.9 por ciento del PIB.
Debido a la guerra de Estados Unidos-OTAN contra Rusia (Ucrania sólo es instrumento), en los meses recientes los ingresos petroleros aumentaron y el precio de la mezcla mexicana se ha situado, en variaciones, incluso por encima de los 100 dólares por barril; en su mayor parte estos excedentes se han destinado a subsidiar gasolinas y diésel para contener la inflación global, la cual en México continúa en aumento, en marzo se ubicó en 7.45 por ciento anual.
Por efectos negativos de contingencia sanitaria la pobreza se ha incrementado, pero las transferencias presupuestadas de gasto púbico tienen incrementos (300 mil millones de pesos presupuestados) lo que contribuye al sostenimiento del consumo interno, que el año pasado superó el 7 por ciento respecto al año previo, esto implica que los programas sociales han garantizado un mínimo de acceso al mercado para las clases sociales vulnerables.
A lo anterior se suman las remesas en cifras históricas (46.8 mil millones de dólares para 12 millones de familias; 7.8 mmdd en enero-febrero recientes), el incremento salarial de más de 65 por ciento en tres años, con tasa de desempleo en 3 por ciento a marzo pasado, no 5 por ciento o 6 por ciento que negativamente proyectaban los pesimistas.
La balanza comercial importaciones-exportaciones se ha comportado dinámicamente en déficit y superávit, asimismo las remesas y las exportaciones petroleras, contribuyen para sostener el tipo de cambio alrededor de 20 pesos por dólar, aparte de amento de tasa de interés al ahorro (actualmente en 6.5 por ciento, previendo que se ubique en 7.5 por ciento al concluir el año).
Con las decisiones de política económica, política social y política monetaria se ha podido enfrentar la tormenta. Obvio que los adversarios del Gobierno federal anuncian histriónicamente la catástrofe que viene, cuando el mundo entero enfrenta obstáculos y problemas derivados de las circunstancias adversas señaladas.
Además, se hacen necesarias al menos dos estrategias de intervención estatal: ampliar obras de infraestructura productiva a todas las regiones del país y aplicar estímulos fiscales bien definidos a actividades estratégicas también regionales, aún que para esto se corra el riesgo de un déficit fiscal razonable y sacrificar la imagen de equilibrio ingreso-gasto del Gobierno federal.
En las condiciones actuales la economía no va bien, sin embargo, esta no es un catastrófico desastre. El vaso está medio lleno o medio vacío según la posición ideológica y política de quien analiza la realidad.