Venturoso verano, ¿cómo viene el otoño?
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El verano no ha sido fácil para el régimen. Los escándalos en parte son heridas autoinfligidas, notoriamente cuando el senador Gerardo Fernández Noroña, como presidente de la Cámara alta, obligó a un ciudadano a una disculpa pública por agresiones verbales de que fue objeto en el Aeropuerto de la Ciudad de México. Lo que pretendió ser un acto ejemplar para inhibir a otros se convirtió en condena pública por el abuso de poder, especialmente, porque al particular se le presionó con la FGR. No era el senador, era el órgano legislativo; no era el gobierno, era el Estado mexicano.
De allí en adelante se repitieron deslices del senador y casos bochornosos a partir del dispendio de personajes muy importantes del gobierno y de la política, entre otros Andrés López Beltrán, el proyecto sucesorio del obradorismo. El tema era doble, por una parte, la incongruencia o contradicción entre la prédica de austeridad y la conducta de derroche; por lo otro, más trascendente, el origen de los recursos que refieren a corrupción. Los aludidos tuvieron que inventar prósperos negocios previos a la política para justificar riqueza y Fernández Noroña préstamos inexistentes. La presidenta Sheinbaum y la dirigente de Morena convocaron a la mesura, a una conducta consecuente con la austeridad invocada. Sin embargo, la incongruencia no es lo que importa, sino el origen de la riqueza, esto es la venalidad.
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Otra de las heridas provocada por los personajes del régimen fue el asalto a la libertad de expresión con acciones por la vía judicial para someter o callar a los críticos. Sorprende la facilidad con que órganos jurisdiccionales tergiversaron la figura de la violencia de género para castigar a la libertad de expresión. Igualmente, la reacción de la gobernadora de Campeche, de su fiscalía “autónoma” y del Poder Judicial “independiente” para silenciar a medios y periodistas.
La felonía contra la libertad de expresión no son hechos aislados porque conforman un patrón que por igual incluye órganos judiciales locales que una de las instancias jurisdiccionales de mayor relevancia, como el Tribunal Electoral del Poder Judicial. Es una acción consentida por el poder e inherente al régimen político. Quienes obtuvieron el favor de la justicia no fueron ciudadanos agraviados por el exceso en la libertad de expresión, sino poderosos personajes con capacidad para gestionar influencia en las instancias de procuración y administración de justicia en un país donde la impunidad es la divisa de nuestros tiempos. No fue una reivindicación del derecho ciudadano a la dignidad, sino un ataque artero, ventajoso e injusto a la libertad de expresión.
El poder se indigna cuando se exhibe la realidad en temas fundamentales como la corrupción, la violencia, el mal gobierno, las relaciones del poder con el crimen, o en asuntos tan sensibles como la salud o el desabasto de medicamentos. El régimen padece las consecuencias del desorden y el abuso propios. Difícilmente habrá tregua del verano venturoso para la libertad y pésimo para el gobierno; la cuestión no es el mensajero, sino el peso de la realidad.
Los términos del debate público son funcionales al régimen y más la cobertura informativa, que ofrece una imagen generosa del quehacer de las autoridades que con facilidad se confronta con la realidad. Los problemas persisten. Aunque hay una encomiable respuesta gubernamental al crimen, el desorden heredado impide o al menos complica una impunidad administrada, caso del huachicol fiscal que, además, forma parte de la agenda concertada con EU para combatir al crimen organizado y al narcotráfico, bajo el marco de lucha contra el terrorismo.
El otoño es el preámbulo a la negociación del acuerdo comercial con EU y Canadá, situación complicada, aunque todo apunta por su continuidad. La afectación a las cadenas de suministro por los aranceles, además de inflacionaria es disruptiva de la producción manufacturera. Lo único claro es que se han incrementado los ingresos públicos por los aranceles. En la reconsideración de la política arancelaria México y Canadá tienen espacio para una negociación menos adversa y más equilibrada.
Más allá del tema comercial, la lucha contra el crimen organizado muestra ser un factor importante de presión en la relación bilateral, una vez que en el plan migratorio México ha cumplido con la expectativa de Trump. Empero el país encara la consigna de que lo que no hagan sus gobiernos, lo harán los americanos por cuenta propia. Difícil otoño.