Violencia contra la mujer: El hombre y su autocontrol
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El pasado 25 de noviembre se conmemoró el Día Internacional de la Eliminación de la Violencia contra la Mujer. Una de las organizaciones más importantes que dirige este movimiento es la ONU (Organización de las Naciones Unidas). Cada año nos hacen un recordatorio sobre el grave problema de abuso y violencia generalizada que las mujeres y las niñas enfrentan en todo el mundo.
Han creado la campaña ÚNETE para poner fin a la violencia contra las mujeres. Es un movimiento cuyo esfuerzo es para prevenir y eliminar la violencia contra las mujeres y niñas en todo el mundo, así como encontrar soluciones a largo plazo que aborden las causas profundas del problema. ¿Por qué es importante este problema? Las estadísticas son asombrosas: casi una de cada tres mujeres y niñas en todo el mundo experimentará violencia física o sexual durante su vida.
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La epidemia de violencia contra las mujeres y las niñas avergüenza a la humanidad y todo el mundo debe escuchar el llamado a parar la violencia de género. Necesitamos medidas urgentes para lograr justicia y rendición de cuentas, y apoyo para la promoción.
Un informe publicado por ONU Mujeres y la Oficina de las Naciones Unidas contra la Droga y el Delito (UNODC) revela que, en 2023, 140 mujeres y niñas murieron cada día a manos de su pareja o de un familiar cercano, lo que significa una mujer asesinada cada 10 minutos. El femicidio trasciende fronteras, estados socioeconómicos y culturas, y es un llamamiento a la acción urgente.
Sin ir demasiado lejos, Monterrey fue estremecido la semana pasada por un crimen horrendo hacia una madre y sus dos hijas pequeñas, de 4 y 2 años. Todo apunta que fue el esposo y padre de las niñas quien cometió este brutal homicidio. ¿Qué puede llevar a un hombre a agredir físicamente a una mujer? ¿El cerebro del hombre no es capaz de detener sus impulsos violentos hacia su pareja? Este año, la campaña ÚNETE llama la atención sobre la alarmante escalada de violencia contra las mujeres bajo el lema: “Cada 10 minutos una mujer es asesinada”.
Según datos de la Organización Mundial de la Salud (OMS), aproximadamente un tercio de las mujeres a nivel global ha sufrido agresiones físicas o sexuales por parte de su pareja en algún momento de su trayectoria. En América Latina, según la Encuesta Nacional sobre la Dinámica de las Relaciones en los Hogares (ENDIREH) de México, se informa que el 43.9 por ciento de mujeres ha experimentado diferentes formas de violencia por parte de sus parejas, abarcando lo físico, lo emocional y lo sexual.
Las cifras demuestran de manera consistente que los hombres son responsables de una cantidad desproporcionada de actos delictivos violentos en contraste con las mujeres. Como muestra, un informe del Departamento de Justicia de los Estados Unidos señaló que más del 75 por ciento de los implicados en crímenes violentos eran varones, evidenciando una significativa desigualdad de género en conductas agresivas. ¿Existe alguna explicación?
Según algunas teorías, factores biológicos, en especial las influencias hormonales como la testosterona, desempeñan un rol significativo en la conducta agresiva de los hombres. La testosterona suele relacionarse con un aumento de la agresividad y una actitud competitiva, si bien su impacto puede ser muy distinto de una persona a otra, es común que los varones recurran a la violencia para imponer su autoridad y perpetuar su dominio sobre las mujeres, lo cual evidencia patrones sociales que favorecen la supremacía y el control masculinos. Sin embargo, estos estudios no son concluyentes, ni mucho menos justificables.
Existe una mayor probabilidad de que los hombres sufran ciertos trastornos mentales que pueden influir en la manifestación de conductas agresivas. Las condiciones como el trastorno de personalidad antisocial son comunes en hombres y tienen una fuerte conexión con comportamientos agresivos. Adicionalmente, el consumo excesivo de drogas y la falta de compasión pueden agravar las inclinaciones hacia comportamientos violentos.
Para reducir la violencia contra las mujeres es necesario abordar tanto las actitudes individuales como los factores sociales y culturales que la perpetúan.
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1) Sensibilización y educación. No basar modelos de masculinidad positivos en dominio, control o agresión.
2) Programas educativos. Promover talleres y programas sobre igualdad de género y resolución pacífica de conflictos en escuelas, comunidades y lugares de trabajo.
3) Desarrollar habilidades emocionales. Es fundamental la educación de la autorregulación y el manejo de la ira mediante la meditación, el ejercicio físico, el mindfulness y la terapia cognitivo-conductual.
4) Asertividad en la comunicación. Capacitar a los hombres en habilidades para expresar sus sentimientos y resolver conflictos de manera constructiva.
5) Buscar ayuda profesional. Es importación la ayuda profesional para abordar las causas subyacentes, como traumas, celos o problemas de autoestima; es importante para los hombres que reconocen comportamientos violentos.