Violencia digital hacia las mujeres con voz pública
Cada día es más común y más cruel la violencia género en el mundo digital. Hoy resulta fácil esconderse en la cobardía del anonimato o la suplantación de la identidad, para atacar a las mujeres que deciden exponer sus ideas, liderar causas, hacer investigación periodística o participar en la vida política a través de las redes sociodigitales.
Asimismo las formas para ejercer esta violencia se han sofisticado y lo más preocupante es que las amenazas se cristalizan también en el plano físico.
El reciente estudio cualitativo “Violencia de género en línea hacia mujeres con voz pública. Impacto en la libertad de expresión”, realizado por la Alianza Regional por la libre expresión e información (iniciativa que concentra a 18 organizaciones de 16 países de la región de América Latina y el Caribe) y ONU Mujeres, revela que ellas han recibido fuertes ataques en línea, por su condición de mujer, a raíz de su actividad periodística y/o sus activismos.
Además sus testimonios destacan que las amenazas y las agresiones se normalizan, ya que estos aspectos son vistos como parte de las “reglas del juego” tanto en el quehacer político como en el periodismo. Es decir, dedicarse a estas actividades conlleva un costo que debería pagarse y asumirse como algo inherente a la labor que se realiza.
Este contexto lleva a la autocensura, como uno de los mayores impactos sobre la libertad de expresión, sumado al efecto de disciplinarse para cumplir con una narrativa mesurada o tibia debido a los linchamientos virtuales.
Además el estudio expone que las consecuencias se observan tanto en la dimensión individual como colectiva, debido a que las colegas o activistas se rehúyen a la visibilidad, evitan ser entrevistadas o participar en el debate público para no ser hostigadas. El repliegue se consolida, pues por cada mujer silenciada o que se intenta acallar, son varias las que se retiran o ni siquiera llegan al debate público.
Por otra parte, el espacio digital es uno foro poderoso de intercambio de opiniones políticas, en el que se construyen agendas que son consideradas por los medios de comunicación, los gobiernos y las personas tomadoras de decisión.
La voz de las mujeres en el ámbito público es un derecho humano ganado a pulso. Nuestro silencio limita las voces en el debate público y empobrece la calidad de la democracia.
Finalmente, en pleno auge del uso de las Tecnologías de la Información y la Comunicación resulta obligado tomar acciones para evitar que la violencia siga escalando con agresiones que van más allá de la virtualidad. En consecuencia es urgente impulsar políticas públicas para evitar la normalización de la violencia digital; un sistema de impartición de justicia con enfoque de género y acorde a esta realidad; y la actualización de los marcos legales para atender el contexto actual y sus impactos.