Violencia: no se justifica en ningún momento ni lugar
Si un ambiente debe estar libre de violencia ese es el escolar. Por desgracia, hemos perseverado largamente en la construcción de un ambiente de violencia
La violencia, en cualquiera de sus manifestaciones, resulta injustificada salvo cuando se trata de un acto de defensa ante una agresión externa, e incluso en esta circunstancia debe ser siempre la última opción. Por desgracia, la sociedad en la que vivimos ha ido avanzando en la construcción de una cultura contraria a esta regla.
Las causas detrás de esta realidad son múltiples y derivan de la confluencia de distintos fenómenos: desde la desigualdad económica y social hasta la desintegración familiar y comunitaria, pasando por la existencia de problemas de salud mental o el desempleo y la falta de oportunidades.
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Todos estos factores interactúan de formas complejas y generan, dependiendo de las condiciones de cada comunidad, comportamientos violentos de diversa índole que, a la larga, hemos normalizado pero en torno a los cuales resulta urgente una reflexión colectiva profunda.
Y la reflexión, huelga decirlo, debe conducir a la construcción de consensos que promuevan la implementación de políticas públicas orientadas a disminuir los niveles de violencia que actualmente padecemos. Pero el primer paso, como aplica en el proceso de resolución de cualquier problema, es reconocer la existencia de éste.
No se trata, es indispensable decirlo con todas sus letras, de una tarea que corresponda solamente al sector público. Se trata de un compromiso que debemos asumir todos los integrantes de la comunidad pues si cada uno de nosotros no asume la responsabilidad que le toca, resolver el problema será una tarea imposible.
El comentario viene al caso a propósito del episodio registrado el lunes pasado en la Escuela Primaria Federico Barrera Fuentes, aquí en Saltillo, que implicó la agresión física a una profesora del plantel por parte de una pareja, padres de familia de la institución.
No están claros los hechos de ese día, pero el resultado es puntual: la profesora agredida se encuentra bajo valoración médica y se le ha extendido una incapacidad que la mantiene ausente de sus labores. Por otro lado, el episodio ha cargado el ambiente de tensión y ello se traduce en que cualquier evento crispa los ánimos entre alumnos, padres de familia y personal.
La Secretaría de Educación ha definido por ello una intervención integral en el plantel, a partir de hoy, a fin de restablecer las condiciones de armonía que deben prevalecer en una institución educativa. Y es que si un ambiente debe estar libre de violencia ese es justamente el escolar.
El ejemplo de la escuela Federico Barrera Fuentes, por desgracia, no es un hecho aislado, sino apenas la enésima muestra de cómo nos hemos apartado de la senda que conduce a la construcción de sociedades igualitarias, compasivas y pacíficas.
La tarea, resulta urgente asumirlo, es de todos. Nadie debe evadir responsabilidad en este sentido, ni sustraerse de la obligación de participar en la construcción de la solución.