Viudas del comunismo... la izquierda trasnochada

Opinión
/ 3 julio 2025

No tienen ideología propia ni proyecto más allá de algunas frases huecas con sabor priista, como ‘primero los pobres’ y mucho discurso patriotero.

Hace poco más de un mes, el sector más anquilosado y jurásico de la izquierda, los rojos de antaño, la zurda más obsoleta y radical celebró el 80 aniversario de la Toma de Berlín por el ejército ruso.

En realidad, lo que conmemora este sector de la izquierda, a la que se conoce como “trasnochados”, es la victoria definitiva de Rusia sobre Alemania. Y es que, de acuerdo con ellos, fue Stalin con sus propias manotas quien acabó a chingazo limpio con el inefable Führer y, junto con sus tropas, ocupó la destruida capital alemana poniendo fin a la Segunda Guerra Mundial.

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Es decir, que según los referidos “trasnochados” fueron los soviéticos solos, solitos, solos los que liberaron al mundo de la amenaza Nazi, mientras que EU, Inglaterra y Francia se comían los mocos sentados en una piedra (bueno, Francia un poco sí).

Se lo juro, vi un montón de publicaciones en este sentido, glorificando el triunfo de Rusia y anulando por completo cualquier otro esfuerzo aliado, porque −ya sabe usted− lo de que los gringos fueron decisivos para resolver el conflicto sólo es propaganda hollywoodense. “¡Fue en realidad la Madre Rusia la que acabó con el nazismo y el que diga lo contrario es un enajenado del imperialismo yanqui, hijo del capitalismo y enemigo de la clase obrera!”.

Supongo que es la misma gente que se educó con los libros de Rius, pero no pasó ya al segundo de secundaria.

Lo cierto es que (y por más que les duela en su rojillo corazón) el triunfo sobre el Eje del Mal (Berlín- Roma-Tokio) sólo fue posible gracias al esfuerzo conjunto de la alianza. Ningún país habría podido por sí solo. Y si el Ejército Rojo fue el que entró en las ruinas de Berlín es simplemente porque ya no tenía sentido estratégico desplazar tropas norteamericanas hasta allá (si aún quedaba mucho que hacer en Japón y todavía faltaba encontrar al soldado Ryan).

Y olvidan dos pequeños detalles los nostálgicos pro soviéticos: Primero, que Stalin y el Tío Adolph eran muy “amiwis” a inicios del conflicto... ¡Qué digo amigos! ¡Casi hermanos! De hecho tenían firmado un pacto de no agresión que era realmente un pacto de “cómo nos vamos a repartir Europa del Este”. Y de hecho la invasión de Polonia fue tanto de parte de Rusia por el Este, como de parte de Alemania por el Oeste (si lo ponemos en términos sexuales, a la pobre Polonia le hicieron un “threesome” o “ménage à trois” sin preguntarle siquiera si quería ir a la casa a ver Netflix). Así que... inocentes, lo que se dice inocentes, en el contexto de la Gran Guerra del siglo 20, no fueron precisamente los soviéticos. Repítalo o haga planas hasta que lo memorice: “Rusia también invadió Polonia” (17 de septiembre de 1939).

Y segundo: Luego de la guerra, Rusia siguió representando una real amenaza para el mundo libre democrático, lo cual constituye el antecedente de la Guerra Fría en la que AMBAS PARTES cometieron excesos y atrocidades por todo el mundo, excepto en sus respectivos territorios, lo que de pilón nos tuvo varias veces al borde de la extinción.

Y ya nomás como “bonus track”, es la misma hambre expansionista del actual monarca Ruso (un tal Vladimir Putin) la que tiene a Europa parada de pestañas desde hace más de tres años (nomás los indoctrinados creen que Rusia está liberando a Ucrania de una tiranía y que ya con eso acaban las ambiciones de Putin).

Regresándonos dos párrafos, fue en el contexto de la Guerra Fría que el bando Soviético hizo grandes esfuerzos de posicionamiento ideológico, vendiendo las bondades del socialismo encaminado hacia el comunismo. Y muchos caímos, pero en mi defensa puedo alegar que sólo tenía 12 años y a esa edad uno está buscando cualquier excusa para hacerla de jamón.

Pero “dato mata a relato” y yo creo que muchos se quedaron sin datos y no traen ni para una recarga de Telcel, porque siguen profesando una enorme devoción por el sueño comunista y repeliendo todo lo que represente o venga de los Estados Unidos, como si estuviéramos en 1964.

Son los trasnochados quienes abrazan y se aferran a los dogmas marxistas porque creen −¡cositas!− que son lo opuesto o constituyen una alternativa al modelo capitalista, mismo que está plagado de fallas, defectos e injusticias, lo cual ni se lo discuto.

Pero los defectos del capitalismo se subsanan con políticas sociales democráticas, no con los delirios de un filósofo igual de trasnochado, ni con la romantización de una colección de dictadores genocidas como Stalin, Mao o Castro.

Y no, no estoy defendiendo al capitalismo... Pero si el lector tiene algo mejor, por favor contacte con su líder de superpotencia de confianza y hágaselo saber cuanto antes.

El pensamiento de izquierda en México nunca se actualizó (se quedó instalada en siglo 20, con sus muy perjudiciales discos de trova). Esa izquierda −que ya había expirado− se dio cuenta luego de que para llegar al poder tenía que recibir a mucha escoria de los partidos hegemónicos de antaño, lo que no le obstó para seguirse autodenominando pomposamente como “la izquierda”, siendo que apenas es un batidillo de sobras con chispas de comunismo rancio.

Y es cuando se hacen con la Presidencia y las cámaras que se percatan de que ideológicamente (al igual que aquel emperador tonto) andan por la vida totalmente encuerados. No tienen ideología propia ni proyecto más allá de algunas frases huecas con sabor priista, como “primero los pobres” y mucho discurso patriotero.

Es por eso que a la hora de preguntarle cuáles son sus ideales a un chairo, morenista, militante cuatrotero, apologista del régimen o funcionario de la Transformación, es muy posible que saque su edición de “Mi Pequeño Libro Rojo”, porque no tienen formación política más allá de las viejas consignas del comunismo.

Y es por eso que los vemos todavía haciendo ridículos como la celebración del “Triunfo Absoluto e Indivisible de los Soviéticos sobre los nazis”, o defendiendo al régimen de Putin y justificando la invasión a Ucrania.

En febrero se dio a conocer que en 2024, la Cámara de Diputados destinó 900 mil pesillos para editar “obras clásicas de la literatura comunista”, como el “Manifiesto Comunista”, de Marx y Engels, el “ABC del Comunismo de Nikolai Bujarin, algunas obras de Lenin... y así.

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¿El presidente del consejo editorial de la Cámara? Sólo por si tiene curiosidad, era el hoy presidente del senado, el porro oloroso, el tóxico inmamable, el patán imbañable, Gerardo Fernández Noroña.

El año pasado se reportó también que la SEP gastó 87 millones de pesos para adquirir poco más de cuatro millones de libros de ideología marxista, destinados a las bibliotecas de escuelas de educación básica públicas. El tipo de cosas que le provocan oleadas de placer en la entrepierna al príncipe de los trasnochados, un tal Marx Arriaga, director de Bibliotecas de dicha secretaría.

No puedo asegurar que la edición y compra de libros fue mera excusa para arañarle unos pesos de cambio al erario (apenas lo puedo suponer), pero aun si se trató de un acto transparente, la decisión editorial sólo pone en evidencia la ausencia total de una ideología propia de izquierda, moderna, mexicana, no dogmática, científica, democrática, vigente y, sobre todo, desvinculada de la supuesta vieja “gloria soviética” que no fue sino un sueño inducido por vía del adoctrinamiento, del cual muchos trasnochados aún no despiertan, ¡y vaya que dan pena!

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