Y que Dios te bendiga

“May God bless you”. Recibí ese mensaje en días pasados. La palabra “may” implica que la bendición llegará si es por la voluntad de Dios mismo, lo cual me puso a pensar. Recordé a John Donne, poeta inglés del siglo XVII. La poesía de Donne tiene como tema preferente la vida y la muerte. Es poesía profunda y complicada, ingeniosa.

Yo, como Donne, pregunto que, si Dios es bueno, por qué sus bendiciones dependerían de una voluntad azarosa o del merecimiento que se asemeja a un sistema de compra-venta. Aquí un pedazo de un poema de John Donne del año 1609:

Si los minerales venenosos, y si ese árbol,

Cuyo fruto trajo la muerte a los inmortales,

Si las cabras lascivas, si las serpientes envidiosas

No pueden ser condenadas; ay, ¿por qué lo seré yo?

¿Por qué la voluntad o la razón, que son parte de mí,

Harán que un mismo pecado sea, en mí, más atroz?

Y si es fácil la piedad y la gloria

Para Dios, ¿por qué su cólera severa me querrá amenazar?

En este texto Donne cuestiona el hecho de que los humanos seamos merecedores de condena por tener voluntad. Y también pregunta por qué, un Dios misericordioso, nos castiga por usar los dones que Él mismo nos ha otorgado.

Es un cuestionamiento filosófico, una pregunta que nos hemos hecho desde el comienzo de la pandemia y cara al exterminio. ¿Por qué se nos han ido tantas personas “buenas”? ¿Por qué hemos sido el blanco de la cólera de Dios (algunos dirán que de la Madre Tierra)?

Yo no creo que sea así. En todo caso creo que Dios nos tiene buena voluntad. Creo que las bendiciones están allí. Abre bien los ojos.