Demián Bichir, un histrión con talento natural

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El actor mexicano ha acaparado la atención por sus nominaciones a los Independent Spirit Awards y Screen Actors Guild Awards
CIUDAD DE MÉXICO.- Era imposible que Demián Bichir, y sus hermanos Odiseo y Bruno se dedicaran a otra actividad que no fuera la actuación.
Los tres nacieron prácticamente sobre el escenario, observando las obras protagonizadas por su madre, la actriz Maricruz Nájera, y montadas por su padre el director Alejandro Bichir.
No existía una escuela mejor en el mundo que ésa, en la que además, construyeron una personalidad fuerte, comprometida y también, por qué no decirlo, cargada hacia la izquierda intelectual del país.
Luego de años y años de ensayos, montajes y giras, cada uno de los entonces pequeños Bichir comenzaron a forjar su propio camino en el mundo del arte dramático, que con frecuencia los ha unido en distintos proyectos. A veces compartiendo escenario, otras como socios y unas más, como actor-director.
Pero recientemente Demián es quien ha acaparado la atención, luego de sus nominaciones en los Independent Spirit Awards y Screen Actors Guild Awards (SAG, por sus siglas en inglés) por su trabajo en Una vida mejor (A Better Life), del estadunidense Chris Weisz.
Su primera participación en teatro está registrada en 1966, con la obra El periquillo sarniento. Saltó al cine en 1977, en la ya legendaria telenovela Rina, que protagonizaba Ofelia Medina y Enrique Alvarez Félix. Luego llegaron Vivir enamorada, Los años felices y El rincón de los prodigios, en la que por primera vez ocupó un rol más protagónico.
Al mismo tiempo comenzó su trayectoria cinematográfica con Viaje al paraíso, de Ignacio Retes, a la que siguieron pequeñas participaciones en producciones extranjeras rodadas en suelo mexicano, como Hotel Colonial (con John Savage y Robert Duvall) y The Penitent, estelarizada por Raul Julia.
En 1991 fue invitado por el director Jorge Fons para filmar una de las películas más polémicas del cine nacional, pero también una de las cintas más comprometidas e interesantes en lo que más tarde sería conocido como Nuevo Cine Mexicano: Rojo Amanecer.
La cinta narra la vida de una familia de clase media baja que vive en el conjunto habitacional Tlatelolco de la Ciudad de México, donde la mañana del 2 de octubre de 1968 se lleva a cabo una de las represiones policiacas más sangrientas del país.
Su talento natural para la actuación comenzó a llamar la atención de directores y productores que lo invitaron a formar parte de algunos de los proyectos más interesantes que se rodaban en esos tiempos: Miroslava, de Alejandro Pelayo; Marea suave, de Juan Manuel González y La vida conyugal, de Carlos Carrera.
En 1994 Fernando Sariñana le ofreció su primer protagónico con Hasta morir, un drama fronterizo que convirtió a Demián en uno de los actores más prometedores del firmamento artístico.
El actor y productor consiguió también su primer Ariel como Mejor Actor, y esto también sirvió como punto de partida para su consagración.
Pero lo mejor estaba por venir y Demián recién había descubierto su potencial. En vez de pensar que había llegado, decidió que ése era el principio de lo que en realidad quería convertirse: un actor en toda la extensión de la palabra.
Se concentró en dos medios: la televisión con melodramas que revolucionaron la pantalla chica como Nada personal o Demasiado corazón, y realización de largometrajes como Salón México, de José Luis García Agraz, o las españolas Nadie hablará de nosotras cuando hayamos muerto, de Agustín Díaz Yanes, y Perdita Durango, de Alex de la Iglesia.
Fueron también los años en los que no había cintas (de las pocas que se hacían), que no incluyera en los créditos a alguno de los hermanos Bichir.
A Demián los éxitos le venían uno tras otro -al igual que las nominaciones al Ariel-, convirtiéndolo en un pilar de la cinematografía de los años noventa gracias a películas como Cilantro y perejil, de Rafael Montero (que en su momento rompió récords de asistencia del público); Santitos, de Alejandro Springall; Todo el poder, de Fernando Sariñana, y Sexo, pudor y lágrimas, de Antonio Serrano, que una vez más lo convirtió en la figura mexicana con más imán en taquilla.
Con todas esas victorias conseguidas, Demián se empezó a dar cuenta que la industria mexicana le había quedado chica y comenzó a mirar allende las fronteras. Pero una vez más hizo las cosas de manera diferente y, en vez de mirar sólo hacia Estados Unidos, comenzó a aceptar invitaciones de toda Iberoamérica.
Lo importante eran las historias y los proyectos, no la cantidad de dinero que le ofrecieran o el país donde tendría que ir a filmar.
Entonces llegaron cintas como Sin noticias de Dios, de Agustín Díaz Yanes; American Visa, de Juan Carlos Valdivia, y la saga de Che, de Steven Soderbergh, en la que realizó una de las mejores interpretaciones en cine que se han realizado de Fidel Castro.
Estas últimas cintas, rodadas en Campeche y la Ciudad de México, llamaron poderosamente la atención en Estados Unidos, donde comenzaron a coquetear con el apasionado del club de futbol Chivas, de Guadalajara.
Demián sabía que era el momento de arriesgarse de nuevo, así es que firmó por la primera temporada de la teleserie Capadocia y después se enroló en la serie Weeds, en la que interpretó a Esteban Reyes; el elenco de esta serie, incluyendo a Bichir, recibió una nominación a los Screen Actors Guild en 2009.
Demián comenzó a pisar fuerte en el industria audiovisual estadunidense.
Las ofertas que recibía en ese momento de su carrera eran tan independientes como exóticas, por ejemplo Amigos por accidente (The Runaway), que rodó en Irlanda e Hidalgo: la historia jamás contada, que dirigió Antonio Serrano y por la que nuevamente fue candidato al Ariel.
Y por si todo lo anterior fuera poco, también ha incursionado en el doblaje: es la voz de Louis y Eric en La sirenita, del personaje principal en Aladdin, y Tulio en El camino hacia El Dorado.
Día de suerte
Ya instalado en Los Angeles, un día Demián realizó una audición para la segunda parte de la saga de Crepúsculo, que dirigió Chris Weisz. No consiguió el papel, pero sí la amistad del realizador, quien le dijo que tenía un guión en el que encajaría a la perfección.
Se trataba de la historia de un jardinero mexicano en Estados Unidos que lucha contra todo (incluido el sistema) con tal de conseguir una vida digna para él y su hijo adolescente.
El proyecto se tituló Una vida mejor (A Better Life), inauguró el Festival de Morelia en octubre pasado y tiene a Demián dentro de los diez actores que contienden, hombro con hombro, por una nominación al Oscar, que se anunciará el 24 de enero de 2012.
Aunque esta semana no figuró en las nominaciones de los Globos de Oro, Demián podría aspirar a una nominación por las menciones recibidas en los Independent Spirit Awards y los SAG, que lo pusieron en sus ternas a lado de figuras como Ryan Gosling (Drive), Woody Harrelson (Rampa), Jean Dujardin (The Artist), Leonardo DiCaprio (J. Edgar) y Brad Pitt (El juego de la fortuna). Los dedos están cruzados.