Dime una mentira, dime que me quieres

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/ 14 febrero 2011

Por suerte o por desgracia, el cine ha colaborado a construir las fantasías románticas de millones de espectadores

Madrid, España.- "Miénteme. Dime que me has esperado estos cinco años, dímelo. Que habrías muerto si no hubiese venido. Y que todavía me quieres como yo te quiero a ti", le decía Sterling Hayden a Joan Crawford en "Johnny Guitar".

Ese diálogo lo puso luego Pedro Almodóvar en boca de Carmen Maura y Fernando Guillén en "Mujeres al borde de un ataque de nervios", dando un doble giro a las mentiras que se pueden decir en el cine, que es a su vez una gran mentira vestida de credibilidad.

AMOR EN LA ADVERSIDAD

¿Quién no ha oído alguna vez aquello de que "el amor es para las películas"? El cine, fábrica de sueños, ha construido la mayor de las fantasías: la de ser amado incondicionalmente. "He aquí un soldado del Sur que te quiere, que quiere sentir tus abrazos, que desea llevarse el recuerdo de tus besos al campo de batalla. Nada importa que tú no me quieras. Eres una mujer que envía un soldado a la muerte con un bello recuerdo. Scarlett, bésame, bésame una vez", le decía Clark Gable a Vivien Leigh en el clásico por excelencia "Gone With the Wind".

Pero la realidad es que, utilizando coletillas cinematográficas "cualquier parecido con la realidad es pura coincidencia", si bien es cierto que tanta pasión desembocaba en un "francamente, querida, me importa un bledo".

"El mundo se derrumba y nosotros nos enamoramos", decía también en plena guerra Humphrey Bogat a Ingrid Bergman en "Casablanca", quienes no consumaban su amor pero lo aplazaban con un "siempre nos quedará París".

Y es que "no es amor el amor que al percibir un cambio cambia. Es un faro inmóvil que contempla las tempestades sin moverse" decían en "Sentido y sensibilidad", basada en la novela de la maestra de no confundir sensibilidad con sensiblería: Jane Austen. Kate Winslet, la enamoradiza idealista, y Emma Thompson, la cauta racional, acababan convergiendo en la felicidad del amor correspondido, para regocijo de los crédulos.

"Tengo miedo de muchas cosas. Pero también tengo miedo de salir de este cuarto y no volver a sentir en toda mi vida lo que siento estando contigo", decían en "Dirty Dancing". Y, en el imaginario reciente, resplandece una kafkiana manera de llegar al romanticismo filmada por Michel Gondry y titulada "Eternal Sunshine of the Spotless Mind", en la que Jim Carrey explica su amor condenado a repetirse por la amnesia inducida diciendo: "Su personalidad promete sacarte de tu mediocre vida. Es como subirte en un increíble meteorito ardiente que te llevará hasta otro mundo... un mundo donde todo es emocionante".

EROS Y TANATOS

"He cruzado océanos de tiempo hasta encontrarte", decía a su amada un Drácula más sexy que nunca rodado por Francis Ford Coppola y encarnado por Gary Oldman. En esta película de 1992 el amor era tan fuerte que podía con el habitual terror que Hollywood había extraído a la novela de Bram Stoker.

Drácula, como su heredero en el romanticismo inmortalde "Crepúsculo", Edward, se sentía impotente por su eterna supervivencia. Al contrario que los protagonistas de "Lucía y el sexo", de Julio Medem, que decían eso de "me voy a morir de tanto amor". El que sí moría, pero sin interrumpir por eso su romance, era Patrick Swayze en "Ghost", ya que seguía protegiendo a Demi Moore, de la que finalmente se despedía diciendo: "No te imaginas cuánto amor me llevo...".

Pero el verdadero duelo "amor y muerte" tuvo lugar en los años setenta y catapultó a sus dos protagonistas a una efímera fama: Ryan O'Neal y Ali McGraw compatibilizaron un cáncer terminal con una "Love Story" en la que se pronunciaba una frase que, en tiempos de la violencia de género, puede sonar algo polémica: "Amar significa no tener que decir nunca lo siento".  Y, hablando de enfermedades, "Shakespeare in Love" hablaba de su amor por Gwyneth Paltrow como "la enfermedad y la cura al mismo tiempo".

ROMANCES OTOÑALES

Casi más difícil que el amor ultraterreno se antoja el amor en avanzada edad, y por eso algunos de los romances más hermosos de la gran pantalla han tenido un hálito crepuscular.

"Los viejos sueños eran buenos sueños. No se realizaron pero me alegro de haberlos tenido", decían en el que, probablemente, sea el más célebre de esta categoría: "The Bridges of Madison County". Un ama de casa y un fotógrafo de National Geographic encarnados por Meryl Streep -romántica de pro también en "Out of Africa"- y Clint Eastwood -hasta entonces, duro de pelar- se soltaban perlas como: "Creo que los lugares en que he estado y las fotos que he hecho durante mi vida me han estado conduciendo hacia ti". Y hasta a los más escépticos se les saltaban las lágrimas.

Su historia de amor recordaba a otro clásico, esta vez de los años cuarenta y rodado en Gran Bretaña por David Lean bajo el nombre de "Brief Encounter", en la que dos adultos revivían los fuegos de la juventud en solo una jornada. "Llegará un día en el futuro en el que no piense en esto nunca más, en el que pueda mirar atrás y decir en paz y tranquilidad lo tonta que fui... ¡No, no, no quiero que ese momento llegue nunca! Quiero recordar cada minuto, siempre, siempre hasta el fin de mis días", decía Celia Johnson.

Dos personajes tan legendarios y heroicos como "Robin & Marian" vivían una de las catarsis amorosas más delicadas de todos los tiempos en la película de Richard Lester. Él, falto de la fuerza que le hizo famoso defendiendo a Ricardo Corazón de León, batallaba torpemente por el amor de ella, metida a abadesa, pero que acababa sucumbiendo con un histórico: "te amo más que a Dios".

Y más terrenal, pero no menos hermosa, era la declaración del maniático obsesivo Jack Nicholson de "As Good As it Gets" a Helen Hunt: "Tú haces que yo quiera ser mejor persona".

LA DURA REALIDAD

Sin embargo, tampoco se puede culpar solo al cine de la desilusión que la realidad provoca, puesto que la pantalla también ha ofrecido retratos menos complacientes o directamente corrosivos sobre la naturaleza del amor.

"Un año de llamas y pasión y treinta de cenizas" era como definían el amor en "El Gatopardo". Y en "Dos en la carretera", la habitualmente romántica Audrey Hepburn preguntaba: "¿Qué clase de personas son las que se pasan horas sin tener nada que decirse?". "Los matrimonios", le respondía Albert Finney.

Incluso un idealista como Frank Capra se soltó la melena al dirigir la muy gamberra "Arsenic and Old Lace", donde Priscilla Lane le decía a Cary Grant: "Pero Mortimer, tienes que quererme también por mi mente". "Querida, cada cosa a su tiempo", le replicaba él.
 
Un Jack Lemmon travestido cortaba por lo sano su relación con el millonario en "Some Like it Hot" diciéndole: "Osgood: soy un hombre", aunque él le respondía con el legendario "nadie es perfecto".

Pero quizá el más tajante fue Daniel Day Lewis, que desde su silla de ruedas decía en "My Left Food": "El amor platónico es el único amor que ha habido en mi vida; ¿y sabes lo que te digo?, ¡que le den por el culo a Platón!".

DESTACADOS:

* Grandes clásicos como "Casablanca" o "Gone With the Wind" han apostado por amores frente a la adversidad, pero han matizado las opciones de éxito.

* Los amores teñidos de muerte han tenido un gran efecto sobre el espectador en versiones tan distintas como "Bram Stoker's Dracula", "Ghost" o "Love Story".

* Algunos de los romances más hermosos de la pantalla han tenido un hálito otoñal, como "The Bridges of Madison County" ("Los puentes de Madison") y "Robin and Marian".

Agencia de noticias internacional fundada en Burgos el 3 de enero de 1939. El entonces ministro del Interior, Ramón Serrano Suñer, impulsó la creación de la agencia, en la que participaron activamente: José Antonio Jiménez Arnau, Manuel Aznar Zubigaray y Vicente Gállego.

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