Actor de ‘Modern Family’ es adicto a la cirugía plástica

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/ 21 noviembre 2015

Reid Ewing, de 27 años, se obsesionó con las operaciones estéticas para superar sus inseguridades. Hoy hace campaña para advertir de sus peligros

En la ficción es Dylan, el novio guaperas de Haley —la hermana mayor de la serie Modern Family—. Un chico seguro de sí mismo, que toca la guitarra y que se atreve a regalarle una rosa por San Valentín a la atractiva madre de su pareja. Pero la realidad del actor que lo interpreta es muy diferente. Reid Ewing, de 27 años, ha escrito un mensaje en el Huffington Post confesando que sufre un trastorno dismórfico corporal; es decir, una obsesión compulsiva y desproporcionada por algún defecto físico —real o imaginario—. Condición que le ha llevado a someterse a diversas operaciones estéticas desde 2008, cuando entonces tenía 19 años, y le ha convertido en adicto a la cirugía plástica.

"Creí que si comenzaba a operarme, pronto me parecería a Brad Pitt", escribe el intérprete, quien también ha asegurado que cuando llegó a Los Ángeles (EE UU) para empezar su carrera en Hollywood apenas tenía amigos y se dedicaba a hacerse cientos de fotos en su casa, en las que se encontraba demasiados defectos físicos.  

Sí contó, sin embargo, con el apoyo de su cirujano, quien le dijo que "estaba de acuerdo en que operarse era algo importante para la carrera de un actor", recuerda Ewing. Su primera intervención fue un "gran" implante de mejillas, pero la experiencia resultó dolorosa: "Me desperté gritando de dolor, me caían las lágrimas por la cara. No podía hacer otra cosa que gritar mientras el doctor y su equipo trataban de contenerme entre risas", explica. La recuperación tampoco fue fácil ya que tuvo que llevar una máscara facial durante dos semanas y, tras perderse paseando por un sendero del Parque nacional de Árboles de Josué (California), llegó a una gasolinera de noche y el trabajador se asustó tanto al verle que llamó a la policía. 

Cuando la inflamación bajó, Ewing se encontró con una realidad inesperada: su rostro estaba deformado, "las mejillas eran tan huecas como un cadáver" —relata— y los implantes no estaban situados en las mejillas, sino en los pómulos. La respuesta del médico fue que se acostumbraría a su nuevo rostro, pero hasta sus padres pensaron que estaba enfermo. 

En una búsqueda desesperada por remediar su situación, el intérprete acudió a otro médico menos cualificado todavía, quien le sugirió un implante de mentón y le operó ese mismo día. Después de la otra vez dolorosa recuperación, Ewing se dio cuenta de que podía mover él mismo la pieza de silicona bajo su piel, así que volvió al médico y volvió a someterse a otra intervención. 

El número de veces que el actor pasó por el quirófano continúa hasta que en 2012 no pudo soportar más la presión y el autoodio que se infligía y recurrió a otros doctores, esta vez más serios y especializados para tratarse su trastorno y obsesión. "Antes de cambiar tu cara, fíjate si lo que debe transformarse es tu mente", reconoce hoy Ewing y, a continuación, ofrece en su post algunos consejos y apoyo a quien, como él, esté padeciendo esta perturbación.

"Es un problema que rara vez se toma en serio debido a la vergüenza social que produce. El secretismo que rodea a la cirugía estética impide que muchas prácticas poco éticas vean la luz. Creo que la gente a menudo decide operarse para ser aceptado, pero en general nos hace sentir más extraños. Escribo esto para tratar de contrarrestar su influencia", afirma arrepentido Reid Ewing.  

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