Ballet de la Ópera checa, un salvavidas para los niños ucranianos que huyeron de la guerra

La República Checa, desde que inició la invasión impulsada por Vladimir Putin, presidente de Rusia, a Ucrania, ha otorgado más de 200,000 visados a los refugiados ucranianos, de ellos, la mitad son menores. Es por esto que el prestigioso Ballet checo lanzó una iniciativa con el propósito de brindar ayuda a los estudiantes de este arte exiliados a recuperar una nueva normalidad.

Esta iniciativa fue ideada por Jana Jodasova, bailarina pedagoga del Teatro Nacional checo y su objetivo es propiciar que estos niños tengan una estancia en Praga agradable, en medio de la nostalgia que sienten por sus amigos y la vida a la que vieron obligados abandonar.

“Vi en televisión imágenes espantosas y me dije que hay que ayudar. Ucrania, Rusia, Bielorrusia..., son países con una gran cultura de ballet, y pensé si no sería posible que entre los niños que huyen hubiera algunos que bailaran”, narró Jodasova. “En Ucrania (el ballet) es parte de la educación básica. Y queremos facilitares, una o dos veces por semana, que empiecen a moverse”, añadió.

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El Ballet de la Ópera, prestigioso centro cultural, ofrece su sala de práctica de danza a los niños exiliados y por otra parte, las familias checas que están en contacto con Jodasova a través del ballet donan los trajes.

“Sabíamos que los niños vendrían con mochilitas, pero sin maillot, medias y bailarinas. Escribí a unos cien niños (checos) y les pedí si tendrían en casa vestuario que no usan ya, para entregárselo a los niños (ucranianos)”, acentuó Jodasova.

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Actualmente están apuntado 22 aspirantes, aunque a la primera clase solo se presentaron doce, once niñas y un varón de entre 5 y 12 años, y que en Ucrania estaban aprendiendo ballet, baile moderno y gimnasia.

Por su parte, Jana que es una voluntaria rusa está ayudando como traductora a los refugiados.

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Entre las niñas que huyeron de la guerra en Ucrania está Ilina, que proviene de la ciudad de Kramatorsk, en la región separatista de Donetsk, ella logró llegar a Praga con su madre y hermana después de viajar durante una semana en autobús.

“Praga es muy bonita. Es muy grande para mí, y las casas son muy hermosas. Pero echo mucho de menos mi casa. No quiero estar aquí mucho tiempo”, asegura Ilina.

Otra de las menores de nombre Vika, nacida hace ocho años en Bielorrusia y que residía en Kiev desde 2020, vio frenada su carrera de danza acrobática expresó que la clase de hoy no estuvo a la altura de su formación. “Ha sido todo muy fácil. Si fuera como las demás chicas, lo habría disfrutado mucho”, asegura la niña.

“Si no estuviéramos aquí, Vika iría a un torneo nacional y luego se prepararía para participar en campeonatos del mundo”, explicó Daria, su madre. “No tiene futuro, sino presente. Su cuerpo está en Praga. Los pensamientos están en Kiev. Piensa en ello, en que las ciudades están siendo destruidas. Pero queremos que tenga un presente alegre”, añadió.

Con información de la Agencia EFE.