A Gioachino Rossini le bastó una pareja de enamorados y un astuto bribón para crear una de las óperas más importantes y divertidas de la historia, obra que llegó este sábado a Saltillo embelesando al público con su música y contagiando la carcajada con su chispa.
“El barbero de Sevilla” se presentó en el Paraninfo del Ateneo Fuente en una co-producción de Conarte Nuevo León y la Compañía de Ópera de Saltillo, así como la colaboración con el Estudio de Ópera de Bellas Artes, en el marco del 67 aniversario de la Universidad Autónoma de Coahuila. La unión de estos proyectos entregó un montaje divertido, que supo extraer la jocosidad de la obra de Rossini sin perder de vista la calidad y reto musical creado por el compositor.
Destacó la presencia de interpretación del tenor Enrique Guzmán como el Conde de Almaviva, enamorado de la joven Rosina, además del barítono Alejandro Paz Lasso, como el titular barbero Fígaro, quien además manejó una energía caótica, divertida e infecciosa que llenó el escenario en cada una de sus apariciones.
Junto a ellos también brillaron los miembros de la COSA Aimee Tamayo, soprano que encarnó a Rosina —que también tuvo un brillo inquieto y muy cómico gracias a la interpretación— y el bajo barítono Thamar Hernández, como Don Bartolo, el viejo tutor de la joven, inteligente y perspicaz pero no lo suficiente para sortear las estratagemas del barbero que busca reunir a los dos enamorados.
También la compañía saltillense estuvieron presentes la soprano Cassandra Mimiaga como Bertha, y los tenores Eduardo Canela como Fiorello y Diego de Hoyos como el Oficial, además del coro masculino, integrado en su totalidad por el talento de esta agrupación. Asimismo, la interpretación del bajo Rafael Blásquez, a su vez productor ejecutivo del montaje, como don Basilio se integró a la fluida línea cómica que mantuvo las risas en el Paraninfo.
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El escenario se transportó a Sevilla gracias al recurso del videomapping, que permite una representación realista de los espacios, presente igual en el diseño de vestuario y hasta la iluminación, que mantuvo en penumbras los primeros 30 a 40 minutos de la obra, que suceden entre la noche y el alba —dificultando la apreciación de esas escenas—. Estas decisiones creativas inclinadas al realismo contrastaron con comentarios fuera de libreto, tropicalizados y que rompieron la cuarta pared, además de la inclusión de elementos anacrónicos como un piano plegable, todos en un tono humorístico muy bien recibido por el público y que revelaron el potencial que hay en el juego y la manipulación de los clásicos.
Con esta obra que también presentaron en el Teatro de la Ciudad de Monterrey en el Festival Internacional Santa Lucía la COSA ahora se prepara para unirse a la Camerata de Coahuila en el Carmina Burana que llevarán el próximo 8 de noviembre al Teatro Nazas de Torreón.