'Creo que hay un mito en el viaje, no siempre es una aventura', Juan Malebrán, ganador del Premio Manuel Acuña 2019
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El poeta chileno radicado en Bolivia recibirá hoy el Premio Internacional Manuel Acuña de Poesía en Lengua Española y en entrevista hablamos sobre su obra ganadora ‘Tardío’
El desplazamiento, el recorrido, y las reflexiones y sensaciones producto de esta acción, son el punto de partida del poemario “Tardío” con el que el escritor chileno Juan Malebrán ganó la edición 2019 del Premio Internacional Manuel Acuña de Poesía en Lengua Española (PIMAPLE).
Con más de veinte años relacionado con la poesía, el autor, que radica en Bolivia, pretende trasladar los ritmos de la caminata —sean estos acompasados, intermitentes, cansados o enérgicos— a sus versos y en entrevista con VANGUARDIA nos platicó más sobre las intenciones de su obra y su perspectiva sobre el contexto cultural de la región andina en que se inscribe.
“En este último trabajo lo que me interesaba era tratar de hacer un ejercicio que me aproximara a una posible lectura de una geografía determinada. Como resultado de eso logré desarrollar ‘Tardío’, que está sostenido en el desplazamiento territorial, de una región que me resulta muy próxima, porque es donde nací pero también que he recorrido a través de la caminata y a partir de ahí intentar una posible interpretación”, comentó Malebrán.
La relación del autor con la zona conformada por los países de Bolivia, Perú y el norte de Chile está plasmada en su más reciente trabajo y en “Tardío” otra de las intenciones, explicó, era abandonar el escenario urbano.
“Tengo un libro anterior que se llama ‘Trópico’, que aborda la selva boliviana, y en ese ejercicio previo la exuberancia del paisaje prima por sobre, en el caso de ‘Tardío’, la caminata”, dijo el poeta y explicó sobre la ejecución de los que “en ‘Tardío’ intento rescatar el ritmo del caminante en el texto. Esta cosa más de respiración, que se agota en un momento, que en otro momento es mucho más fluida, que en algunos instantes también tropieza y ese tropezar me interesaba desplazarlo al texto”.
Dado que el texto aún está en proceso de publicación, y para arrojar luz sobre su propuesta, le preguntamos cómo describiría su trabajo y su uso del lenguaje, a lo que respondió lo siguiente:
“Esa es la gracia de los concursos, que de algún modo el lector y los jurados descubren manejos propios del lenguaje que uno a veces no. En este caso yo creo que aposté por un lenguaje que fuese lo más próximo a ese ritmo del que te hablaba recién, esta cosa a ratos muy enérgica y a ratos muy agotada, muy pausada también”, señaló.
“Una parte importante del poemario está escrita en bloques grandes, sin puntos ni comas, entonces de alguna forma hay una respiración que tiene que primar, un ritmo que tiene que primar. Está el ritmo del autor mismo, pero también tendría que estar el ritmo del lector”, agregó, “siempre va a ser muy difícil que un autor hable de qué es lo que buscaba o lo que logró, pero esa era mi intención, intentar la respiración esta que hablamos, pero también la necesidad del ojo de amplitud. En este escenario tan grande y majestuoso el ojo respiraba y al mismo tiempo la palabra quedaba corta y ahí tropezaba, es tratar de lograr algún grado de comunión entre ambas cosas”.
Y para ahondar en el tema del poemario expresó que el viaje le interesa “porque creo que hay un mito; en el viajar se entiende que hay una aventura, pero quien empieza a incursionar en el viaje descubre que también hay agotamiento y se puede desmitifcar el viaje. No es una historia de aventuras, me interesa la reflexión que se pueda sacar en el viaje, y no siempre es positiva, muchas veces es de agotamiento, de no entender, de que no lograrás capturar lo que estás viendo, hay un conflicto que a mí me interesa”.
‘Deberíamos descubrir que somos muy distintos’
Esta no es la primera vez que Malebrán visita México, ya en el pasado ha estado en la capital del país, así como en Tijuana y Chiapas, por lo que ha entrado en contacto con la diversidad cultural que un territorio tan extenso como el mexicano alberga.
En Chile sucede algo similar y el autor reconoce esto de primera mano y reflexionó que “es un tema complejísimo que no nos animamos tanto a abordarlo y lo damos por sentado. Creemos que todos los mexicanos son iguales, creemos que todos los chilenos son iguales. Yo vivo en Bolivia, que todos los bolivianos son iguales”.
“Y la verdad es que darle una vuelta al tema de la identidad podría resultar bastante atractivo, porque finalmente pareciera que más que a los límites territoriales Nación-Estado la gente tiene una relación con lo geográfico, una identidad que obedece al clima, al paisaje que lo rodea, a la historia regional”, agregó.
Para el poeta, el hecho de que nos agrupemos de esta manera “es raro” y “genera las disconformidades y muchos de los problemas internos de los países, no tendríamos que apostar por homogeneizarnos tanto, creo yo, deberíamos descubrir que somos muy distintos”.
Si bien este tema no lo aborda en su literatura sí lo hace a través de la gestión cultural, la cual ejerce en Bolivia y pone en práctica estas reflexiones en torno a lo que sucede en la región Chile-Perú Bolivia, la cual, dijo, “tiene una historia de conflicto muy prolongada y también justamente de identidad. Se dividen los países pero de una manera no tan armoniosa”.
“Nací en una ciudad que hace cien años era de Perú, está a 2 mil 500 km, más o menos, de la capital de Chile, pero por el otro lado está Lima, que está casi a la misma distancia que la última ciudad de Perú y Bolivia está a 4 horas y todo gira en torno a una cierta identidad andina, imposible negarla”, comentó