‘Diario de un encierro’: Una red virtual pero cercana de arte y afectos en exposición
El proyecto de difusión y encuentro activado por la artista y gestora Talía Barredo cumple tres años de actividad con una exposición que reconoce la colaboración de todas sus integrantes
El 28 de marzo de 2020 se reportó la primera muerte por COVID-19 de la pandemia. En ese momento no había certeza de nada. Muchos creían que la contingencia duraría unas cuantas semanas, como cuando la influenza H1N1 produjo un ambiente similar a mediados del 2009; otros tantos dudaban de la peligrosidad del virus y otros más llegaron a provocar escasez de papel higiénico porque... parecía importante.
Las restricciones afectaron a todos de manera diferente, dependiendo de su edad, ocupación y nivel socioeconómico. Para los artistas en particular representó un reto significativo. Los teatros y otros recintos culturales cerraron, las exposiciones pararon, los eventos ya programados fueron pospuestos o de plano cancelados y los creadores comenzaron a buscar otras formas de no parar su actividad.
Para entonces la artista y gestora Talía Barredo ya había conversado con amigas cercanas, artistas también, el interés de hacer un proyecto entre mujeres a partir de la comunicación y el diálogo horizontal. En medio de esa incertidumbre y de la exploración de la virtualidad decidió crear un espacio en Instagram, basado en la admiración y la visibilización del trabajo de las creadoras de habla hispana: El Diario de un Encierro.
“Estaba necesitando conocer de manera directa artistas que había visto o escuchado pero sentía que no tenía la capacidad para acercarme a ellas. Ni la capacidad física ni la capacidad intelectual, fue una cosa curiosa”, comentó Barredo en entrevista con VANGUARDIA.
El 11 de mayo de ese año la también coahuilense Lila Jamieson comenzó el ejercicio de publicar durante una semana su trabajo, sus procesos y conocimientos en la cuenta de la red social, antes de pasarle la batuta a Ana Ramírez, mexicana a la que la pandemia obligó a permanecer en Polonia un tiempo.
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Así, semanalmente, el espacio pasó de mano en mano, ampliando los temas y tejiendo una red cada vez más grande, que a tres años abarca casi todo el continente americano y parte de Europa.
Fue de Lila a Ana, de ahí a Raquel Villar, quien invitó a Gaby Messina y esta a Fabiana Barreda, antes de pasar por las manos de Radharani Torres y eventualmente llegar a Ana Gallardo, argentina que se mueve entre España y México, quien le permitió a Talía comprender el proyecto de manera distinta gracias a su trabajo, que enfocó su participación en la idea de “las amigas que quiero y extraño”.
“Eso a nivel emotivo me movió mucho, porque yo decía: claro, este espacio lo creé con amigas cercanas sobre esto, sobre algo que teníamos que decirnos y claro que las extraño y por supuesto que las admiro. Fue una pieza que resonó mucho, más que de manera intelectual de manera emocional”, compartió.
Hasta ese momento las conexiones funcionaban como una invitación por parte de la creadora en turno a una conocida o amiga cercana, y en caso de que no hubiera alguna Barredo tomaba el relevo y lo entregaba a alguien de su círculo. Así continuaron los enlaces, que pasaron por un grupo de artistas de Uruguay hasta que en la segunda mitad de 2021 sucedió algo que enriqueció el tipo de lazos que se estaban formando.
“Deborah Wall es una artista argentina que había vivido en México, a la que la pandemia agarró de vacaciones en Argentina y no pudo viajar y se encontró tratando de inventarse una nueva vida ahí”, recordó Barredo.
Ella conocía el trabajo de Florencia Flanagan, uruguaya, a través de otra artista y la empezó a seguir en Instagram. Cuando tocó su turno le confió a Talía su interés por invitar a Flanagan, a pesar de que no existía relación previa alguna. Fue un sí inmediato y un parteaguas para el proyecto.
“Varias de mis amigas han participado y no sé porqué no me invitaron en ese momento, pero entiendo que todos los tiempos son perfectos y yo por supuesto que quiero participar”, recuerda la gestora que le contó Flor cuando por fin se puso en contacto con ella para tomar el Diario.
Esta artista, quien viajó a Monterrey porque ahí vive su hermano, le planteó una pregunta crucial: “¿No haz pensado que la gestión es parte de tu obrar artístico?”, Talía le respondió con un tajante “no”.
A pesar de esto la semilla se sembró y luego de una invitación a un encuentro con artistas en Uruguay, al que asistió también para conocer a algunas de las participantes de esta red virtual, su perspectiva sobre el tema cambió.
“Comencé a entenderme como una artista gestora que está al pendiente de muchos procesos y todo el tiempo tiene relación con ellos. Nada está equivocado, nada es impropio, nada de lo que hacen con sus manos, su cuerpo, su pensamiento, su voz, es erróneo en este espacio-tiempo, sino que más bien lo que ellas han necesitado es espacio y el diario se los ha dado”, aseguró.
Así es como el Diario de un Encierro llega a 2023, con 107 participantes a la fecha y la exposición “Diario abierto: Memoria de un encierro” en el Museo de Artes Gráficas –que a su término irá a Durango– que se inaugura este miércoles 29 de marzo a las 18:00 horas y la cual sirve como cierre de esta etapa, en la que quedan representadas las resonancias, afectos y enlaces generados entre Canadá, EUA, México, Bolivia, Colombia, Argentina, Uruguay, España, Francia e Inglaterra durante este tiempo, así como los temas e inquietudes de las creadoras, de las cuales participan 40.
Está integrado por artistas desde los 20 hasta los 67 años, de las cuales más del 65% son artistas multidisciplinarias y el resto se enfoca en alguna rama específica del arte, con muy distintas trayectorias.
Esta red orgánica ha permitido no solo la relación de una creadora a la siguiente, sino que también ha creado lazos entre todas, una comunidad que es visible entre sí y que se presenta ante el mundo a través de todas.
“Pensamos que estábamos conectadas pero no lo estábamos tanto, porque de entrada lo que recibimos como imágenes está medido, diagnosticado, muy depurado a través del algoritmo. Eso nos hace sentirnos conectadas pero no tanto. ¿Qué es lo que encuentro? Una comunicación directa. Yo no encuentro otra manera más sensata de decir que sí estoy conectada con tal o cual artista. Puedes saber, a la distancia, reconocer tales movimientos, pero decir que uno tenga esa relación, que yo te sepa y tú me sepas a mí, es diferente. Creo que las verdaderas conexiones se hacen cuando, por decirlo alguna forma, nos vemos cara a cara”, compartió la gestora.
“Si no nos vemos, no nos nombramos, nos invisibilizamos”, concluyó, “cuando pones buena intención de crear un espacio para uno mismo, todas aquellas personas que están creando desde sus trincheras en algún punto se unen”.
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