El Festival Singers ofrece música sacra en homenaje al tenor Sergio Vallejo
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La ejecución de la música coral en el recinto fue motivo de reflexión y contemplación para los asistentes de la velada
Un homenaje póstumo fue lo que se vivió como parte de la primera exhibición del Festival Singers de Saltillo bajo la dirección de Lawrie McEwan, que presentó una solemne pieza con la participación del organista huésped Eliézer Jauregui, en un recinto sacro.
El Templo San Juan Nepomuceno recibió a una gran multitud aficionada al canto, quienes disfrutaron del ‘Requiem’ en re menor de Gabriel Fauré, con las intervenciones de Antonio Ortiz y Beatriz Murillo como solistas. Esta obra cautivó al público desde un inicio por su gran puesta en escena, que incluyó una variedad de cantantes y registros vocales trabajando en conjunto.
Aunque la pieza inicial (Offertoire) fue interpretada frente a la multitud de asistentes, la atención se centró en la parte alta del lugar, ya que esta compañía optó por acompañarse de un órgano ubicado en la entrada del recinto.
La ejecución coral brilló por los matices impresos en la pieza del siglo 19. Este ‘Requiem’ en particular se caracterizó por su vivacidad, a pesar de que el motivo es fúnebre, ya que la mayor parte de la armonía fluctúa entre acordes mayores y menores, así como diferentes volúmenes que obligaron a los escuchas a prestar atención a la pieza.
Tanto la iconografía de la iglesia como el motivo detrás de esta interpretación lograron mantener a la audiencia reflexiva por casi una hora, generando un ambiente solemne durante el concierto.
UNA DEDICATORIA ESPECIAL...
Momentos antes de comenzar con la interpretación más imponente de la pieza, McEwan dedicó un breve poema en memoria del tenor Sergio Vallejo, que falleció el pasado 8 de abril. La obra seleccionada para esta ocasión fue ‘Remember’ de Christina Rossetti, escritora británica del siglo 19.
RECUÉRDAME
Recuérdame cuando haya marchado
Lejos en la Tierra Silenciosa;
Cuando mi mano ya no puedas sostener,
Ni yo dudando en partir, queriendo permanecer.
Recuérdame cuando se acabe lo cotidiano,
Donde revelabas nuestro futuro pensado:
Solo recuérdame, bien lo sabes,
Cuando sea tarde para plegarias o consuelos.
Y aunque debas olvidarme por un momento
Para luego evocarme, no lo lamentes:
Pues la oscuridad y la pena dejan
Un vestigio de los pensamientos que tuve:
Es mejor el olvido en tu sonrisa
Que la tristeza ahogada en tu recuerdo.
Tras la ejecución completa del ‘Requiem’ los asistentes elogiaron a los cantantes, solistas y al director. La emoción tras este acto incluyó desde aplausos, hasta una ovación de pie que duró algunos minutos, antes de continuar con las actividades programadas para la velada.
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La solemnidad del recinto prosiguió con un discurso del padre Pedro de Velasco, que tuvo como objeto la resurrección de Jesús y la “resurrección de la comunidad”.