El Lago de los Cisnes engalana desde Rusia al Teatro de la Ciudad de Saltillo
El Russian State Ballet Mari El presentó este clásico del repertorio dancístico la noche del pasado martes, con una cálida y efusiva recepción por parte de los saltillenses
Una luna llena majestuosa, era la antesala del Teatro de la Ciudad, dónde el Russian State Ballet Mari El, nos deleitó con la obra “El Lago de los Cisnes”. Esta pieza fue coreografiada originalmente por Julius Reisinger, con su composición musical a cargo de Piotr Ilich Tchaikovski, por encargo del Teatro Bolshói en 1875.
Con un teatro completamente lleno, atento y recíproco a la entrega de los bailarines en escena, fue como vivió Saltillo la presentación de la compañía Rusa. En exclusiva pudimos conversar con Emilia Kovac, su representante en México, quien nos compartió que se encuentran de gira durante 6 semanas, visitando diversos estados de la República.
La dirección artística se encuentra bajo la dirección de Konstantin Ivanov, quién es también Director artístico del Teatro Estatal de Ópera y Ballet de Mari, que lleva el nombre de Erik Sapaev.
La hermosa música del repertorio llega a lo más profundo del alma, es imposible no sentir como nuestra alma se estremece con los violines, el oboe, arpa y trompetas tan características de la obra. Quisiera resaltar el manejo tan acertado de las luces por parte de la producción, pues entre rojos y azules, acentuaban el dramatismo y cambio de mundos, representados por Odette y Odile, el cisne blanco y negro respectivamente.
La primera bailarina nos regaló un refrescante y enérgico performance en el papel de Odile, contrastado con su dulce y onírica Odette. Para el segundo acto todos estábamos a la expectativa de los icónicos 32 fouettes, todos ejecutados de forma precisa y radiante.
Del vestuario, resaltó el espectacular diseño para el papel del malvado brujo Rothbart, con unas alas negras enormes y un turbante destellante en color plata, que llenaban el espacio cual cóndor.
Emilia nos platicaba lo importante que es entender, que aunque sean las mismas obras, la producción es diferente, cada compañía de danza, nos propone contar la historia con elementos que la hace única. Y no podría estar más de acuerdo con ella, al ver cada detalle que nos presentaba en el escenario.
Yo me quedé a verlo en la parte de atrás, disfrutaba de ver el espectáculo, pero también de ver un teatro lleno, disfrutando de un ballet clásico con casi 150 años de vida. Reflexioné sobre la importancia de la herencia cultural, pues el público estaba compuesto por edades desde los 4 años hasta los 80 años, me atrevería a decir.
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El final llegó, en una ovación de pie, pude ser testigo de cómo los bailarines se llenaron de la energía de los saltillenses, podía ver aunque fuera de lejos su felicidad por tal recepción. Solo quién baila sabe lo arduo del trabajo que significan los minutos contados en escena, horas y prácticamente la vida entre entrenamientos y ensayos. Así que cuando el público reconoce todo aquello a través de una atención plena y el aplauso, retribuye y reafirma el amor al arte.
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