La primera mujer vampiro
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Veinticinco años antes de la publicación de “Drácula” de Bram Stoker, Joseph Sheridan Le Fanu escribió la novela gótica ‘Carmilla’
Veinticinco años antes de la publicación de “Drácula” de Bram Stoker, el clásico por excelencia en la literatura de vampiros, el irlandés Joseph Sheridan Le Fanu escribió la novela gótica “Carmilla”. Esta obra sorprende, principalmente, por dos elementos novedosos para la época. El primero es que el monstruo vampírico que protagoniza la historia es una mujer. El segundo es un idilio lésbico entre Carmilla, el espectro malvado, y Laura, su víctima. Esta semana releí el libro y me gustó mucho más que aquella lectura que hice hace unos diez años. Le Fanu resulta un narrador extraordinario con gran talento para los temas de oscuridad. Confieso que su novela breve me asustó más que la de Stoker. Es tan encantadora como inquietante, al igual que su autor.
Encontré “Carmilla” en una antología titulada “Cuentos de vampiros” (uno de mis libros favoritos de terror). El volumen presenta la evolución literaria de estos seres fantásticos. El texto que abre la selección es “El vampiro” (1819) de John Polidori. Este monstruo es más cercano a una figura demoniaca, maldita, que a los actuales personajes vampíricos. Pero abre la puerta a las posibilidades de un villano más moderno. Antes que Polidori, ya existían precursores como E. T. A. Hoffman con su relato “Vampirismo” (1821) y el alemán Johann Ludwig Tieck con “Wake not the Dead” (1800), como explica Alberto Marín Carreño en el prólogo de “Cuentos...”. Sobre Joseph Sheridan Le Fanu, el crítico comenta que fue un escritor envuelto en el misterio: “Al morir su esposa en 1858 el irlandés (...) encerró su depresiva personalidad en una habitación de su domicilio, y desde allí proporcionó a sus editores una muy interesante producción de novelas cortas y cuentos en los que el hastío vital que impregnaba su existencia se trasmutaba en una bien construida transmisión de horror a los lectores”. La novela “Carmilla” aparece justo un año antes de la muerte de su autor y gustó por su originalidad. Además es un libro sumamente entretenido, hipnotizante, del no queda más remedio que leerlo de un tirón.
“Carmilla” tiene la estructura, muy a la europea, de ser una historia dentro de otra historia. Comienza con un prólogo a manera de advertencia. Un personaje del cual no sabemos su nombre, lee un ensayo del doctor Hesselius sobre un caso extraordinario. Después presenta el relato narrado por la mujer que vivió la desafortunada experiencia. De esta manera, los lectores conocemos a Laura, una jovencita que vivía con su padre en un castillo antiguo de Styria. La vida era muy solitaria, pues había pocos pobladores separados entre sí por la distancia. Por eso esta familia esperaba con gusto la visita del general Spieldsdorf y su sobrina, quienes les harían compañía. Esto se interrumpe cuando el general avisa de la repentina muerte de la joven. Más tarde, un carruaje extraño pasa por el castillo y se accidenta. Una mujer desesperada deja encargada a su hija con el padre de Laura. Parte enseguida. Tanto la madre como la hija, de nombre Carmilla, se negaban a revelar cualquier dato sobre su identidad.
Laura recuerda a Carmilla como una mujer que se le apareció en pesadillas durante su infancia. Pero la forastera es tan atractiva y seductora que se rinde ante ella. Esta extraña misteriosa le dice que “morirá por ella”, que “es suya” y la besa con pasión. Mientras tanto, en el pueblo las jóvenes empiezan a morir a causa de unos supuestos ataques. Todas aseguraban ser visitadas por una mujer malévola con características similares a Carmilla. El ambiente de la historia cuenta con todos los elementos del romanticismo gótico: el folclor, lo misterioso, paisajes medievales, la muerte, lo fantástico, el miedo. Carmilla ya tiene colmillos de vampira e inicia la tradición del monstruo que se obsesiona con una víctima en particular. Rompe los estándares convencionales de su momento al ser un personaje femenino inmortal y abre la diversidad erótica al seducir, en un fatídico amor lésbico, a las muchachas hermosas.