Quetzali García, escritora coahuilense, gana premio de narrativa en Alemania
La periodista, escritora y standupera vive en Europa desde hace dos años. Su libro ‘Si muero lejos de ti’ fue reconocido por el Concurso de Literatura para la Diáspora Mexicana, otorgado por el Instituto de Mexicanas y Mexicanos en el Exterior
“Es muy difícil migrar, son de esas cosas que tienes que vivirlas para hablar sobre ellas”, dice la escritora, periodista y standupera coahuilense Quetzali García, quien lleva ya dos años viviendo en Alemania y desde donde un libro de cuentos de su autoría fue reconocido a nivel internacional.
“Si muero lejos de ti” obtuvo el segundo lugar de la categoría de narrativa del Concurso de Literatura para la Diáspora Mexicana, otorgado por el Instituto de Mexicanas y Mexicanos en el Exterior, un órgano descentralizado de la Secretaría de Relaciones Exteriores.
En entrevista con VANGUARDIA, García compartió que este proyecto literario le permitió “exorcizar algunos miedos” sobre vivir en el extranjero y sobre todo tan lejos de tu tierra natal, así como señalar algunas problemáticas sociales que existen.
“El primer cuento habla sobre un personaje que pierde a su padre estando en el extranjero y ahí reflejo este miedo que siempre me atraviesa, de perder a algún ser querido estando acá, no encontrar vuelos o no tener el dinero suficiente”, mencionó.
“Hablo mucho sobre esos miedos, sobre cosas cotidianas que te pueden ensombrecer un día en el extranjero, cosas que a lo mejor en México no te pesan tanto y acá te deshacen, porque estás en un limbo de ser y de estar en un lugar que no es tuyo, al que no perteneces pero del que eres parte indudablemente”, agregó, “trato de poner esas experiencias y visibilizar algunos problemas con la trata de blancas y la forma en que operan algunos cárteles reclutan científicos”.
Actualmente se desempeña como docente de educación en la localidad de Fürstenwalde, muy cerca de Berlín, pero también desde hace un par de años que se adentró en el mundo de la comedia Stand-Up, una pasión que une tanto a su faceta de docente como la de escritora.
“Fui maestra rural en México y era muy difícil estar en un salón a 40 grados centígrados, sin piso, a veces también sin luz, intentando dar una clase de sonetos de Sor Juana Inés de la Cruz. Pobres criaturas, con estas condiciones tan adversas no les iba a interesar la poesía del siglo. Entonces muchas de mis clases trataba de hacerlas divertidas, con chistes, con canciones, algo que pudiera cambiarles el panorama en el que aprendían”, contó.
Como standupera Quetzali se ha presentado en Saltillo, en Berlín —donde ha ganado algunos premios de comedia— y Frankfurt. Y el libro, asegura, no solo le permitió expresar temas e historias con los que estaba conviviendo, sino también reflejar el humor con el que se enfrenta a los problemas.
“Más que estar en el escenario, he hecho Stand-Up porque ha sido una apuesta al humor y a ver la vida de otra forma, más ligera, que todo pasa y que a veces lo único que podemos hacer es reírnos de nuestras situaciones”, comentó.
“La gente que me apoyó leyendo este libro me dijo que era como un subibaja de emociones, te lleva por cosas muy tristes pero también puedes estar riendo muchísimo en el siguiente párrafo y el Stand-Up me ha enseñado que el chiste tiene que salir y si no pega tienes que seguir”, añadió sobre este título reconocido por el jurado por tener “la capacidad de entrelazar memoria, prácticas culturales y procesos migratorios mediante una voz narrativa sólida y original, que destacó por su fuerza emotiva y precisión de estilo”.
Aunado a esto considera que este reconocimiento le ha otorgado la certeza de que “puedes caerte y volver a levantarte”, un recordatorio que también desea compartir con todas las personas que tengan algún problema de salud mental.
“Si hay un mañana, que sí hay un sol, que nunca se rindan”, dijo.
Y recordando el caso de una exalumna que no solo encontró una pasión por la lectura, sino que decidió también tomar el camino de la docencia, agradeció el tener la oportunidad de influir a través de pequeñas acciones.
“Es una forma de honrar también lo que dejó VANGUARDIA en mí, agradeciendo a la Sra. Diana Galindo, a Armando Castilla, que en su momento este periódico fue mi lugar seguro y más que una escuela fue un gran laboratorio donde se me dio muchísima libertad tanto para ejercer el periodismo como para hacer un cambio social”, compartió la también colaboradora de esta casa editorial, no sin antes mostrar su agradecimiento a sus padres, José Arturo García y Lupita Arriaga.
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