Recuento 2020: cuando descubrimos que la cultura también es esencial
Este año los artistas se enfrentaron a más retos de los habituales, desde el cierre de espacios hasta la falta de atención de las autoridades para un sector laboral que carece de beneficios sociales
Cuando en marzo de este año las autoridades declararon una emergencia sanitaria por la pandemia y se cerraron los espacios en los que ya teníamos planeado acudir a una obra de teatro, de danza, una exposición de arte o una presentación de libro pocos nos imaginamos lo que en realidad representaría la falta de actividad pública para el arte y la cultura.
No pasó ni un mes antes de que se hicieran visibles las fallas y áreas de oportunidad del sistema establecido, así como la necesidad de adaptación a un mundo que más que nunca depende de lo digital y el internet para llevar sus propuestas a cuantos sea posible.
Entre el reconocimiento de la ineficacia —o inexistencia— de programas de apoyo social para los trabajadores informales de las artes, el reto de trasladar su trabajo a las plataformas virtuales y el simple hecho de poder crear durante una pandemia, el 2020 es un año que será recordado por los cambios que detonó en todos los ámbitos de la vida humana.
A pesar de lo que expresen los presupuestos gubernamentales, y aunque los servicios de streaming se hayan coronado como la opción para el ocio desde casa, también añoramos recorrer las salas de un museo, escuchar a una orquesta o una banda en vivo, compartir en una exposición, coincidir con los autores de las más recientes creaciones literarias y entregarnos al placer del arte, a las ideas que nos mueven, a esas expresiones que nos definen como seres humanos y que son tan esenciales como cualquier otra necesidad.
Por eso el recuento del 2020 es especial. No será como el de años previos, hoy no basta solo con simplemente enlistar lo que sucedió, pues además de que los acontecimientos fueron demasiados, con el internet permitiendo su multiplicación, los hechos de los pasados meses requieren una retrospectiva diferente.
Un inicio en la vieja normalidad
2020 empezó con el COVID-19 como una amenaza lejana. Todavía en enero, luego del habitual periodo de baja actividad tras las vacaciones navideñas, la ciudad regresó a la vida con fuerza con eventos como la presentación del libro “A vuelta de hierba y otros cuentos” de Quidam Fierro, mientras que, semanas después, Alejandro Pérez Cervantes dio a conocer su libro “Lengua de plata”, así como el concierto de Alejandro Miyaki y Alejandra López-Fuentes en Sala Prisma, donde también se presentó el guitarrista Gianmarco Ciampa.
La Orquesta Filarmónica del Desierto de Coahuila (OFDC) anunció cómo planeaba celebrar su quinto aniversario, así como los eventos que harían con motivo del 250 aniversario de Ludwig van Beethoven y un mes después grabó la banda sonora de la película “Pobre familia rica”. Además, presentó el talento de sus miembros en el concierto “Solistas del desierto”.
En las artes visuales también hubo mucha actividad. Rafael Ortega presentó “Ambulante” en el Museo del Desierto, Irene Aguirre compartió sus versos y sus trazos en el Museo Rubén Herrera —y desde el Instituto Municipal de Cultura (IMCS) reunieron a un grupo de artistas coahuilenses en la exposición “Gratia”—; Verónica Ortega también dio a conocer su trabajo pictórico en la Casa de Gestión de la diputada Claudia Pineda y María Coco inauguró la primera exposición en el Cerdo de Babel del año.
La fotógrafa Criss Poulain y la poeta Iza Rangel unieron su esfuerzo en la exposición “Un estado de cosas”, la Escuela de Artes Plásticas Prof. Rubén Herrera presentó su investigación sobre el códice náhuatl de Bornos y también Laila Castillo tuvo una participación con su trabajo en Oniria Resto-Bar.
De teatro también alcanzamos a ver algunas cosas. Las obras Parkour y Severa Vigilancia, ambas de compañías regiomontanas llegaron al Rincón del Teatro y La Besana, respectivamente; Juan Antonio Villarreal presentó la obra “La triste y solitaria vida de Gregorio y sus cuadernos” y Elizabeth Ramírez ofreció una breve temporada de su obra “Redención”.
Marzo llegó con gran actividad de artistas mujeres y reflexiones sobre la violencia de género, como la jornada que organizó el Colectivo RUMA, en el marco del Día Internacional de la mujer, una presentación de Vivir Quintana en el Cerdo de Babel y una jornada de reflexión en Universidad Carolina en medio del paro nacional #UnDíaSinMujeres.
El SL Colectivo también alcanzó a presentar sus cortometrajes en el Museo de Artes Gráficas —donde se inauguró en esas mismas fechas una exposición de gráfica utilitaria— justo antes de que todo diera un giro.
El virus que lo detuvo todo
El 17 de marzo VANGUARDIA reportó el primer evento pospuesto ante la emergencia sanitaria. Se trató del concierto “Año Beethoven”, con el que la OFDC celebraría el 41 aniversario del Teatro de la Ciudad Fernando Soler. Fueron un par de días de incertidumbre, a la espera de un comunicado por parte de la Secretaría de Cultura de Coahuila, antes de que hiciera pública su postura y cancelara sus actividades, incluida la Feria Internacional del Libro Coahuila 2020 (FILC) —luego de posponerla para agosto—, situación que se replicó en todo el estado y el país.
Pero aunque la actividad en el espacio público y los recintos independientes e institucionales paró los artistas comenzaron a trasladar sus propuestas a la red, o desarrollaron nuevas ideas para este medio.
Así fue como la poeta Marlén Curiel-Ferman, cada tarde, ofreció a todos desde sus redes sociales un poco de literatura con “Letras para la cuarentena”, que continuó durante meses. De manera similar otros artistas se sumaron a este auge de lo virtual con cursos, talleres, como la programación organizada por Lizzie Gomez en Instagram con otros colegas, o las transmisiones en vivo que desde la Ciudad de México hizo la asociación El Arte Nos Salva
Y con “La Cultura nos une en línea” la Secretaría de Cultura gestionó actividades diarias de todas las disciplinas artísticas, mientras que las orquestas y bandas de Coahuila y el mundo encontraron en los ensambles virtuales —cada músico desde su casa— una alternativa viral para su falta de conciertos presenciales.
Artistas reunidos ante la crisis
La llegada del COVID-19 a México provocó que los recursos de todos los niveles gubernamentales se concentraran en el sector salud. Sin embargo, a nivel federal, los cambios resultaron mucho más drásticos de lo que cualquiera se podía imaginar y lo que ya se anunciaba en algunos círculos tomó forma este año: el fin de los fideicomisos para cultura.
Esto incluyó, entre otros, al Fondo Nacional para la Cultura y las Artes, el Fondo de Inversión y Estímulos al Cine y el Fondo para la Producción Cinematográfica de Calidad, y su extinción provocó la molestia en la comunidad artística en todo México.
Aunado al cierre de espacios y el cese de actividades no esenciales, el gremio se vio ante a una grave crisis que llevó a sus miembros a reunirse para buscar soluciones ante la falta de acción por parte de las instituciones de gobierno.
Así surgieron colectivos como la Alianza por las Artes Escénicas y la Asociación Nacional de Teatros Independientes, mientras que el Consejo Nacional de Danza —todos con representantes en Coahuila— reforzó la misión que empezó en 2019 de entrar en diálogo con las autoridades para beneficio de los artistas.
Estos movimientos sí llamaron la atención de las autoridades estatales y federales, principalmente, pero en el último caso el diálogo se quedó en tal. En consecuencia a la falta de seguimiento el Consejo denunció hace unas semanas que tras haber establecido un acuerdo para la integración de algunos artistas escénicos a los programas sociales del Gobierno de México, la comunicación se interrumpió de tajo.
A la fecha la insistencia continúa, pero además de la falla en la comunicación institución-colectivos, la controversia del chat “desactivación de colectivos”, sumado a otros errores de la administración de Alejandra Frausto, los creativos han perdido la confianza con el organismo y reiteran su deseo de que sea removida del cargo de Secretaria de Cultura.
El semáforo naranja
El verano trajo consigo una disminución de los casos positivos y hospitalizados en el estado, lo que a su vez permitió aflojar un poco las medidas. En este breve respiro, que duró hasta finales de octubre, algunos espacios reanudaron sus actividades: el Cerdo de Babel expuso, por ejemplo, el trabajo de Criss Poulain y la muestra anual de Alejandro Cerecero en el marco de su aniversario —lo mismo sucedió con algunas expos en Oniria—. También se llevó a cabo la premiación y exposición del Concurso Nacional de Fotografía “Los Derechos Humanos” y en el Centro Cultural Vito Alessio Robles se instaló la muestra “Plástica Contemporánea Coahuila 2020”.
En julio, en el Museo de Artes Gráficas el artista Ander Azpiri impartió un taller de profesionalización artística; unas semanas después, en el estudio Servicios Estéticos Personalizados, intervino el lugar con una muestra de su trabajo inspirada en el contexto y en el Centro Cultural Casa La Besana abrieron las puertas a la exposición “Hibernación” de Laila Castillo, pospuesta desde marzo.
En agosto la Secretaría de Cultura lanzó la convocatoria de “Arte Resiliente”. A diferencia de lo que sucedió con “La cultura nos une en línea”, donde solo se les pidió a los artistas entregar videos por los cuales otorgaron apoyos que no superaron los 12 mil pesos en total, aquí el requisito fue plantear un proyecto artístico que recibiría un estímulo de hasta 64 mil pesos.
La entrega de la primera ministración del pago —se dividió en dos— se retrasó, lo que a su vez retrasó la presentación de los proyectos y aunque algunos ya fueron dados a conocer al público —como sucedió con Rasgo Ciudad del Cerdo de Babel y Residencias Corona, o el radioteatro “Dirección gritadero” de Guy Foissy de la compañía Éter Teatro— la gran mayoría de estos los veremos hasta finales de enero del 2021.
La dependencia estatal también tuvo oportunidad de celebrar la Muestra Estatal de Teatro, ahora con sede en Torreón, siguiendo las estrictas medidas de Sana Distancia y con un par de eventos en la capital coahuilense para cerrar el evento.
De las tablas a la red
La pandemia forzó a la gestión cultural a trasladarse al internet de manera súbita, y por lo mismo los creadores tuvieron que aprender sobre la marcha a hacer propuestas efectivas. En el teatro fue donde más aventureros hubo en este ámbito.
Desde el Teatro La Capilla y también desde La Teatrería se plantearon alternativas al espectáculo escénico habitual. Algunas recurrieron solo a la transmisión de funciones desde la sala, pero otros tantos exploraron el nuevo lenguaje de teatro-Zoom, con diferentes niveles de calidad.
Esto a nivel nacional, porque en lo local la mayoría de actores y directores prefirió esperar la reapertura de espacios, con excepciones como la de Gabriel Neaves, que ofreció espectáculos de cuentacuentos a través de la popular plataforma.
Otras áreas también se beneficiaron de la omnipresencia de las redes y así es como presentaciones de libros y conferencias con autores coahuilenses contaron con público de distintas partes del país y el mundo.
En las artes visuales, las exposiciones virtuales vieron un auge. Grandes ferias de arte recrearon en pabellones digitales sus eventos, como lo hizo Artland, y en Coahuila la UAdeC realizó una actividad similar con el trabajo de Diwalli Ascacio y otros autores, mientras que la curadora Talía Barredo, con el apoyo de Arte Resiliente, también creó galerías imaginarias para dos muestras colectivas y una individual con obra de Roy Carrum, en ejercicios que nos permitieron no solo ver estos trabajos artísticos, sino también repensar las formas de hacer curaduría y museografía.
Sin embargo, el tema de la disparidad social y lo inaccesible que se volvieron muchos contenidos para los mexicanos que no tienen acceso a internet, fue una discusión si no definitiva sí constante; otra más de las desigualdades reveladas por el COVID-19.
Festivales y controversia
Artescénica se canceló, el Festival Internacional de Guitarra de México también, y la Feria del Libro, tras ser pospuesta en varias ocasiones también tuvo el mismo fin, aunque sí se premió a los ganadores del Premio Internacional Manuel Acuña de Poesía en Lengua Española, pero solo Juan Malebrán, y no Anne Carson, estuvo presente en Saltillo. Sin embargo, sí se celebró el evento virtual “Leerte cerca” que vino a suplir la falta de la FILC y se sumó a las más de 2 mil actividades que la SC reportó del 23 de marzo al 7 de diciembre.
En todo este tiempo el Instituto Municipal de Cultura de Saltillo (IMCS) mantuvo un perfil bajo y pocas de sus actividades destacaron, hasta que anunció la versión virtual del Festival Internacional de Cultura Saltillo 2020, un mes antes de que la administración se viera envuelta en el escándalo.
A finales de agosto, Iván Márquez Morales, director del IMCS, fue acusado de acoso y misoginia por parte de miembros de la comunidad artística local. El funcionario negó todo, y el caso tuvo resonancia, pero no impacto, pues no se llegó a ninguna consecuencia al respecto, aunque los artistas involucrados mantienen su postura y han comenzado a manifestarse a través del arte, mientras que el instituto continuó como si nada hubiera pasado y hasta premió a los ganadores de las primeras ediciones del Premio Nacional de Ballet y Dramaturgia.
Vacíos difíciles de llenar
Este año también sufrimos la partida de importantes miembros de la comunidad artística estatal, como el músico Sergio Timo Quintana en octubre, el poeta Marco Márquez en noviembre, el locutor y músico Gerardo Herrera en diciembre y el historiador Javier Villarreal Lozano, cuya muerte, también en octubre, deja en el aire el futuro del Centro Cultural Vito Alessio Robles, proyecto que creó y procuró durante más de dos décadas.
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