El 2 de octubre que sí se olvidó
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Hoy se conmemora el aniversario número 57 de la masacre de la Plaza de las Tres Culturas de Tlatelolco por parte del Ejército Meixcano, a partir de una manifestación estudiantil, en el año de 1968.
Dado el valor de memoria histórica que como arte tiene el cine, desde el mismo año en el que se llevó a cabo el reprobable evento los cineastas mexicanos se han visto obligados a mantener vivos los hechos, ya sea desde el género documental como ocurre en el imprescindible “El Grito” (Leobardo López Aretche, 1968) hasta el animado y de ficción de las ganadoras del Ariel “Olimpia” (J.M. Cravioto, 2019); “Rojo Amanecer” (Jorge Fons, 1990) y “No nos moverán” (Pierre Saint Martin, 2024), entre otras.
Sin embargo, en el cine hollywoodense, con el estreno del largometraje documental “Rock Hudson: All That Heaven Allowed” (Stephen Kijak, 2023) —el cual inspiró a su vez una biopic actualmente en producción— la fecha del 2 de octubre, pero de 1985, cobró su respectiva relevancia al recordarse que, con el fallecimiento ese día del legendario galán de la Época de Oro de la Meca del Cine, Rock Hudson, a los 59 años, víctima del SIDA, se destapó una cloaca política de su tiempo para con toda la comunidad LGBTIQ.
Lo que sucedió, y que tal cual se menciona en dicho documental, es que habiéndose mantenido Rock Hudson “en el closet” desde sus años dorados como estrella hollywoodense hasta el día de su muerto, proyectando desde sus inicios una imagen viril y heterosexual en la pantalla grande, su fallecimiento vino a sacar a la luz pública su orientación homosexual, en medio de los estigmas que veían a esta pandemia iniciada en 1981 como un “cáncer gay”, al haber sido sus primeras víctimas parte de la comunidad LGBTIQ y calificada por los conservadores y el mismo gobierno federal como un “castigo” para ella.
Hay grandes trabajos al respecto como el documental nominado al Oscar “How to Survive a Plague” (David France, 2012), entre otros más, que nos comparten la alarmante situación que vivieron a lo largo de la década todos los contagiados de SIDA puesto que, sin haber una vacuna y mucho menos un interés político para que la hubiera, el salir infectado se traducía en una sentencia de muerte para el ojo público. La palabra SIDA era inexistente en el vocabulario del presidente en turno Ronald Reagan —hoy tan evocado por su slogan de “Haz América Grande”— hasta que murió “su amigo” Rock Hudson, víctima del virus.
Lo de “su amigo” fue solo de dientes afuera puesto que en apariencia lo fue al haber coincidido Reagan y su esposa Nancy en su etapa como actores con Hudson —quien inclusive protagonizó algunos clásicos junto a la primera esposa de Reagan, la también actriz Jane Wyman— puesto que a la hora de la emergencia de salud que tuvo Hudson y solicitarles un avión para ser trasladado a internarse a París la pareja presidencial “se hizo ojo de hormiga” y se lo negaron, precipitando el deceso del actor. Hoy hace cuatro décadas Rock murió, y se convirtió en un ícono gay cuya causa sanitaria vino apoyando su amiga y pareja en pantalla, Elizabeth Taylor.
Comentario a: galindo.alfredo@gmail.com; Threads: Alfredo Galindo; X: @AlfredoGalindo