El teatro en la capital listo para recibir a visitantes en Semana Santa con precaución
A pesar de la alerta sanitaria que continúa en todo el país, para la inminente llegada de personas de los estados de la República a la Ciudad de México, las opciones teatrales están abiertas con todas las medidas de seguridad.
Prácticamente desde hace un año, la actividad teatral en la Ciudad de México ha sido alterada en su totalidad. Cierres completos o intermitentes de los teatros han hecho que montajes desaparezcan, que cambien sus elencos, que pausen sus temporadas. No todo ha sido negativo, la tecnología ha permitido que no nos quedemos sin este arte y lo apreciemos desde casa vía streaming. Sin embargo, como el dicho popular lo establece “el teatro debe vivirse en el teatro” y hoy gracias a la situación actual de la capital en términos de salud, algunas puestas en escena han abierto el telón, como el musical “Ghost: la sombra del amor”, de Mejor Teatro y Morris Gilbert.
El regreso de este musical (que arrancó temporada en diciembre de 2020 y al poco tiempo fue interrumpida), coincide con el fin de semana feriado (Semana Santa) en el que muchas personas de otros estados de la República visitan la Ciudad de México. La oferta teatral de la capital suele ser un atractivo importante para sus visitantes y este año no será la excepción. Además de que la propuesta en el escenario debe resultar atractiva, también debe serlo el montaje de todas las medidas de seguridad para que las personas se sientan seguras. Se viven dos espectáculos, uno arriba y otro abajo del escenario.
El musical “Ghost” se presenta en el Teatro San Rafael, uno de los recintos con más tradición en la capital. Desde la llegada, comienzan las medidas de seguridad: toma de temperatura vía scanner, desinfección corporal con sanitizante en aerosol y acceso a gel antibacterial con pedal. En el lobby hay distintos carteles que muestran todas las precauciones que están siendo tomadas: todos los colaboradores del teatro usan cubrebocas, hay mamparas de acrílico que cubren la dulcería y una ventilación interior permanente.
Todas estas son medidas que el gobierno capitalino exige a los recuentos para poder abrir sus puertas. La más notable de estas peticiones es el control de aforo. Los teatros deben operar al 30% de su capacidad. El Teatro San Rafael tiene un aforo para mil 400 personas y está dividido en una parte inferior y una superior. Ante estas medidas de seguridad, se permite el acceso a 400 personas, 200 arriba y 200 abajo, todo esto con sana distancia. Las primeras dos filas después del escenario están vacías y posteriormente una con público y una sin público. A la derecha y a la izquierda, butacas vacías para garantizar un distanciamiento.
Mientras daba comienzo la entrañable historia de amor entre Sam y Molly que muchos conocimos en el cine en 1990 gracias a la cinta del mismo nombre, yo me dedicaba a contar a los asistentes y a revisar la sana distancia entre ellos, en un afán periodístico pero también de cuidado personal. Conté un aproximado de 170 personas, lo cual cuadraba con la cifra antes presentada que me dio a conocer Morris Gilbert, productor del montaje.
A tres asientos de distancia a mi izquierda, una persona levantó brevemente su cubrebocas para comer alguna de las golosinas compradas en la dulcería. Haciendo el esfuerzo de levantar la mascarilla cada vez que consumía su alimento, concluyó con el proceso y sostuvo su mascarilla durante todo el show, como muchas de las personas que estábamos ahí presentes.
Revisados todos estos factores, uno se puede concentrar en el otro montaje, en el que ocurre en el escenario. Es imposible no preguntarse sobre la salud de los actores en la puesta en escena: ninguno usa mascarilla, se besan, se abrazan, se gritan, cosa que para la mayoría de las personas hoy resulta inaceptable.
“Con todas las precauciones imaginables ensayamos durante todo el mes de octubre de 2020. Lo debimos haber hecho muy bien porque no tuvimos ningún contagio, ningún problema de salud por parte de nadie, con las medidas de sanidad muy estrictas, todas las recomendaciones gubernamentales multiplicadas por 10. A nuestra compañía se le hace la prueba de PCR todas las semanas a todo el mundo, para asegurarnos de que toda nuestra gente esté sana y este es el caso. Estamos blindados por todas partes”, me dijo Morris Gilbert vía telefónica.
El productor, uno de los más prolíficos en México, atendió con calma y seguridad cada uno de mis cuestionamientos, de nueva cuenta como periodista y como un simple espectador que como muchos, espera con ansias regresar al teatro y hacerlo con el debido cuidado.
“Nosotros vivimos en gran parte gracias a los visitantes de los otros estados del país y también de Centro y Sudamérica que vienen específicamente a ver nuestro teatro. La expectativa es que estamos poniendo funciones adicionales esta semana, comenzamos el miércoles, jueves y viernes damos dos funciones”, expresó Gilbert, quien espera que la situación de salud pública mejore para poco a poco reiniciar las actividades de los montajes a su cargo.
“Toc Toc”, “Blindness” y “Pequeñas grandes cosas” son algunas otras propuestas que ya se pueden ver en los teatros de la Ciudad de México, que con mucha precaución están listos para recibir a sus visitantes.
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