La verdad detrás de la influencer Ballerina Farm sorprende al Internet
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Hannah Neeleman muestra el trabajo duro de un hogar en la granja, pese a que ‘no siempre quiso esa vida’
La influencer Hannah Neeleman, conocida en redes sociales como Ballerina Farm, muestra su día a día en una granja de Utah, Estados Unidos, junto a sus ocho hijos y esposo; dedicada a elaborar alimentos desde cero a base de ingredientes cosechados por la familia, con electrodomésticos rústicos.
En la cuenta de la creadora de contenido de 8.4 millones de seguidores en TikTok, se puede ver el trabajo duro en un hogar donde no se permiten los celulares, tablets o televisor, con excepción del dispositivo con el que administran Ballerina Farm.
Y en un reciente debate en Internet, donde cuestionan las labores de una ‘esposa tradicional’ por encima de las opiniones de las mujeres utilizadas como ejemplo, como recientemente pasó con la también influencer Roro Bueno; la tiktoker dio una entrevista para el medio de comunicación ‘The Times’ donde relató como pasó de ser una buena bailarina de ballet a la mujer que muestra en redes sociales.
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@roro.bueno Ganamoss!!🫶🏻🇪🇸 @Selección española #eurocopa #homemade #españa #futbol #croquetas #tortilla #recetafacil #comidaespañola #recetarapida #cocido ♬ Storytelling - Adriel
Sin embargo, asombrados y sorprendidos quedaron internautas por la verdad detrás de la vida de Hannah. Ya que teorizaron que tal vez su vida no era lo que ella esperaba.
Hannah, antes de casarse, los hijos y la granja, era una estudiante de ballet en la Academia Juilliard, un prestigioso colegio de arte que sólo acepta a 24 estudiantes al año; fue en un partido de baloncesto donde conoció a Daniel Neeleman, hijo del empresario David Neeleman, fundador de JetBlue, y otras cuatro importantes aerolíneas alrededor del mundo.
“No siempre quise esta vida. Me fui de casa a los 17 años y estaba emocionada de llegar a Nueva York, me encantaba la energía de la ciudad. Y quería ser bailarina, era buena”, sostuvo para Megan Agnew, periodista de The Times.
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Él, con 23 años de edad, inmediatamente quiso que ambos se casaran. Por lo que por seis meses intentó conquistarla, hasta que lo logró cuando ‘casualmente’ se encontraron en un vuelo, sentados uno al lado del otro. Lo que ella creyó que era destino, pero Daniel omitió decir que su padre era el dueño de la aerolínea.
“En aquel entonces pensé que debíamos salir juntos durante un año. Así podría terminar la escuela y todo lo demás. Y Daniel me dijo: ‘No va a funcionar, tenemos que casarnos ahora’ [...] Pero sabía que cuando empezara a tener hijos mi vida empezaría a verse diferente”, relató a la revista.
A los dos meses, la pareja mormona había contraído matrimonio y vivían en un apartamento en Upper West Side. En ese mismo tiempo, su esposo le pidió que dejara los estudios, pese a que ella manifestó el interés por terminar el proyecto educativo, afirmando que su pasión por el ballet se interpondría en la relación
Un año después, Hannah se había convertido en madre y cada nueve meses volvía a quedar embarazada de un nuevo bebé. Sin embargo, sus partos son dolorosos al no usar analgésicos, ya que ‘nunca le ha gustado tomarlos’; pese a que sólo en una ocasión uso epidural, al tener dos semanas de retraso en dar a luz y porque su esposo -quien le prohíbe el uso del medicamento- estuvo fuera de la sala; experiencia que catalogó como ‘genial’.
@ballerinafarm Asparagus tart! Fresh herbs, cream cheese (from goats milk) and puff pastry. So fun to make. ✨✨
♬ original sound - Ballerina Farm
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Y fue el sueño de su esposo vivir en una pradera, dedicarse a la agricultura, vestir de lino y trabajar con la tierra, como la serie ‘Little House on the Prairie’ de la década de los años 70. A quien, además, Ballerina Farm buscaba constantemente en la entrevista para responder los cuestionamientos.
Mientras Hannah realiza el quehacer del hogar, hornea pan desde cero y les da clases a sus hijos en un granero pequeño, en cuál con anterioridad se intentó convertir en un estudio de ballet. Y todo sin ayuda, ya que Daniel admitió a la periodista que no le gustaba que su esposa recibiera apoyo para las actividades, pese a que en ocasiones termina tan exhausta que no puede levantarse de la cama durante una semana entera.
Sin embargo, Hannah no se considera una mujer sometida ni víctima, ya que desde su punto de vista no se considera una ‘tradwife’; “Somos tradicionales en el sentido de que somos un hombre y una mujer, tenemos hijos, pero siento que estamos allanando muchos caminos que no han sido pavimentados antes. Entonces, tener la etiqueta de mujer tradicional, pienso que no sé si me identifico con eso”.
Caso contrario, ya que se siente como “si fuera una feminista”, porque pese a que se le ve cocinando, trabajando en el campo, en labores domésticas y educando, también suele promocionar su marca personal con productos desde zapatos, manteles, y ollas, hasta kits para hornear, y cortes de carnes.