'Me da miedo la realidad virtual, ya nadie está en la Tierra': González Iñárritu

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/ 12 septiembre 2017

El cineasta presenta en México ‘Carne y arena’, la experiencia sensorial que simula un cruce ilegal a Estados Unidos

Antes de iniciar la experiencia de Carne y arena, la instalación creada por Alejandro G. Iñárritu, el espectador (aunque en esta obra se hace más que mirar) debe sentarse en un cuarto con unas bancas de aluminio. El espacio está pintado de blanco y hay un frío que cala. La habitación, aséptica e impersonal, es una “hielera”. Así la llaman los inmigrantes capturados por la patrulla fronteriza de Estados Unidos que son enviados a los centros de detención. En estos espacios sin vida aguardan su destino durante dos semanas quienes se atrevieron a cruzar un desierto para buscar una mejor vida.

Lo impactante del centro de detención recreado en el Centro Cultural Tlatelolco, que albergará Carne y arena (virtualmente presente, físicamente invisible) a partir del 18 de septiembre por una temporada, son los cientos de zapatos que hay desperdigados en la habitación. Tras las detenciones en el desierto, los agentes de la patrulla fronteriza obligan a los migrantes a quitarse el calzado. Iñárritu ha decidido arrancar la experiencia subrayando esta vulnerabilidad. En el cuarto hay tenis de adultos y zapatillas planas de mujeres. Más dramáticas resultan las pequeñas zapatillas de niños decoradas con personajes de caricaturas. También hay mochilas que fueron halladas en el desierto por activistas estadounidenses que recopilaron durante años objetos perdidos por migrantes. Solo en los últimos años han muerto allí 6.000 personas. Estos objetos fueron importantes para que el cineasta brindara verdad a esta experiencia de realidad virtual estrenada en el más reciente festival de cine de Cannes.

“Ese contacto físico es el contacto con la historia de una persona”, ha dicho Alejandro G. Iñárritu, —que ha perdido el González tras 16 años en Estados Unidos—, en la presentación de la instalación en la Ciudad de México. Esos elementos físicos completan una combinación de “sensorialidad, fisicalidad y virtualidad”, según el autor de la obra. Restarle esos elementos solo disminuiría la realidad a una experiencia que busca trasladar a un cruce fronterizo de mexicanos y centroamericanos a Estados Unidos. “Me da miedo la realidad virtual. Ya nadie está en la tierra… Hemos perdido la batalla de la realidad”, agregó el director de Babel y Amores Perros.

Esta instalación desarrollada a lo largo de cinco años y fotografiada por Emmanuel Lubezki llega a la capital mexicana tras su paso por Cannes, Los Ángeles y Milán. El cineasta no ignora el gran momento en que Carne y arena encuentra a sus espectadores. “Ante la retórica racista y la ignorancia, solo desde esta plataforma de historias, humanismo y tecnología es que yo puedo hablar. Esta batalla no nos la gana nadie”, dijo González Iñárritu. Los seis minutos que dura su inmersión al desierto de Sonora están basados en testimonios de migrantes provenientes de Guatemala, Honduras, El Salvador y México. El cineasta, sin embargo, también hace en la pieza un "homenaje" a los migrantes africanos que mueren en los mares rumbo a Europa. Entrevistó a varios de ellos en Catania. "Sus océanos son nuestros desiertos", agregó.

La instalación solo permite una visita individual cada 15 minutos. Quienes deseen visitarla tendrán que hacerlo con un boleto comprado en el sitio www.carneyarenatlatelolco.com, a partir del 18 de septiembre. Solo podrán comprarse dos entradas por persona. Los billetes tendrán un costo de 300 pesos (17 dólares). Los empleados de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), que alberga la exhibición en uno de sus centros culturales, tendrán un descuento de 50%. Sin embargo, su creador hace una recomendación. “Verla una segunda vez es esencial porque ya no hay el miedo de la primera vez”.

Iñárritu ha dicho que Carne y arena estará en Atenas y París en marzo de 2018. El cineasta ganador de cuatro óscares ha admitido que actualmente está buscando recursos para poder llevar la instalación a Washington “donde en los próximos seis meses se harán políticas muy importantes” que podrían afectar la vida de las 36 millones de personas de origen mexicano que viven en Estados Unidos.

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