¿Por qué homenajearon a Arturo Ripstein? Celebran su legado en el Festival Internacional de Cine de Guanajuato
VANGUARDIA fue el único medio que presenció, tras bambalinas, el homenaje a uno de los directores más emblemáticos del cine nacional que asegura que tiene como pendiente visitar Saltillo y conocer a su admirado Catón
Un hombre de pelo cano, sombrero panamá y bastón en la mano, deambula por las calles de León y San Miguel de Allende en Guanajuato y a su paso, todas son muestras de admiración. Es tanto el respeto por el director de cine, que los fans que acudieron al Festival Internacional de Cine de Guanajuato y que se cruzan por su camino, no se atreven a detener su paso para pedirle una foto, un autógrafo o cruzar algunas palabras. El director siempre ha huido de los reflectores, de las reverencias y de las multitudes. Tiene fama de hombre rudo, de ser un cineasta solitario, un creador que regatea las palabras, pero durante el homenaje en esta tierra que ya es como su casa, se asomó por sus ojos un hombre conmovido, agradecido con la vida y feliz de su prolijo deambular por un arte que los ha convertido en un director de cine al que todos llaman maestro y que, muy a su pesar, se inclinan a su paso.
El hotel que aloja a sus actores y actrices fetiche en León, Guanajuato, es testigo de una muchedumbre que corre de un lado a otro. Y es que estamos a minutos de que se despliegue la alfombra roja en el Teatro Bicentenario: Choferes, maquillistas, stylist, personal managers, productores, cineastas y el personal del GIFF que coordina, como si se tratara de una orquesta sinfónica, el arranque de un homenaje que contará con una premier, una proyección con el corte del director de “Profundo Carmesí”, un coctel de bienvenida y una cena petit comité con el hombre del que todos hablan con respeto y admiración: Arturo, Don Arturo Ripstein.
Afuera del hotel, VANGUARDIA formó parte de la comitiva y fue testigo del cigarrito que disfruta la enorme Luisa Huertas, de la voz aguardentosa de Sylvia Pasquel, de la paz con la que flota Arcelia Ramírez, la energía de Esteban Soberanes, Evangelina Sosa y su sonrisa de par en par, la mente filosa y repleta de joyas y datos fílmicos de Roberto Fiesco, el porte de Ángeles Cruz que grita tierra y tradición, la galanura y el don de gentes de Moisés Arizmendi y el talento a flor de piel de Arturo Bertistain. Y atrás de todos ellos, el homenajeado y su compañera de vida y guionista de cabecera Paz Alicia Garciadiego, ambos del brazo de la mujer que mueve los hilos y el corazón vibrante de un festival que nadie se quiere perder: Sarah Hoch, la directora de un proyecto que, a 24 cuadros por segundo, lleva proyectándose nada más y nada menos que 27 años con un slogan que todos nos sabemos de memoria y que celebramos gritándolo a la menor provocación: “+ Cine Por Favor”.
FILMOGRAFÍA QUE DA VUELTA AL MUNDO
Los flashes, los micrófonos y las cámaras se accionan cuando ven llegar a la comitiva: La prensa lanza dardos y le saca a Arcelia Ramírez los pormenores de “Las Muertas”, la serie basada en el libro de Jorge Ibargüengoitia que filma junto a Luis Estrada, Sylvia Pasquel habla de la fundación Silvia Pinal A.C que fundó junto a su hermana Alejandra Guzmán en honor a su madre y que se dedicará principalmente a apoyar a personas en situación de vulnerabilidad y adultos mayores en el ámbito artístico.
Arturo Ripstein sortea preguntas variopintas con respecto a una trayectoria que reúne una filmografía que ha dado la vuelta al mundo con casi 40 películas en el bolsillo y de la mano de una guionista (Paz Alicia Garciadiego) que se convirtió en su mujer luego de que él le pidiera que, en lugar de mandarse faxes con correcciones, mejor se reunieran a discutirlos en persona y de paso hacer vida juntos. Ripstein la convenció y desde entonces caminan de la mano dentro y fuera de la pantalla.
Dentro del recinto, el escenario pide la presencia de los conductores Arcelia Ramírez, Roberto Fiesco y una oradora que desde que hizo mancuerna con el cineasta, no deja de nombrarlo como el director con el que ha filmado sus proyectos más entrañables. Se trata de Sylvia Pasquel, quien, con voz profunda, le dio un toque personal lleno de gratitud: “Trabajar con Arturo Ripstein es un honor y además es dejarte guiar por la mano de uno de los 100 cineastas más importantes del mundo. Independientemente de la gente que dice que trabajar con Arturo podría ser difícil porque es muy estricto, la verdad es un agasajo ser dirigida por él. Como actriz siempre tendrás la garantía de que estás con un gran director que va a sacar lo mejor de ti. Yo con él me llevo súper bien, somos muy buenos amigos, nos queremos mucho. Y a Paz la adoro, la admiro, porque los dos guiones que hice de ella son maravillosos, y le agradezco que haya creado a Beatriz, mi personaje de ‘El Diablo entre las Piernas’”.
‘QUIERO SER UN DIRECTOR DE CINE’
El homenajeado apenas se pone de pie desde la primera fila para agradecer las palabras y todo el recinto se para como lanzados por unos resortes imaginarios que no es otra cosa que admiración. Arriba lo espera su hijo Gabriel, quien habla de su padre como si se tratara de un santo milagroso y no está muy alejado de serlo, seguramente hay cinéfilos que le rezan el rosario.
“Él es mejor director que yo. Cuando era pequeño, un día estábamos en la mesa y de pronto se para y dice ‘yo ya no quiero ser pobre, quiero estudiar economía’ y así lo hizo. Pero un día le hablaron para trabajar en una compañía productora y luego se fue a trabajar a Columbia Pictures. Y un día llegó y me dijo ‘yo no quiero estar atrás de un escritorio quiero ser director de cine’. Yo le respondí ‘Entonces, ¿Por qué chingados dijiste que querías ser economista?’”. Ahora no puedo estar más orgulloso de él”.
Ripstein aprovechó el momento para compartir que estaba conmovido de tener de frente a esos seres que le dieron vida y luz propia a los personajes salidos de la pluma de su mujer y guiados por su poderosa batuta de director: El enorme talento que ha participado en su vasta y única filmografía: “Aprovecho para agradecerles a todos ustedes que estén acompañándome en este momento importante de mi vida, que me hicieron el honor de estar conmigo. Hoy celebro que estén aquí sentados, para mí es un enorme orgullo. Siempre he dicho que el genio de un director de cine consiste en rodearse de la mejor gente posible y dejarlos hacer lo que saben hacer, un poco mover los hilos, un poco estimular”, comentó.
CHARLA CON EL ARTISTA
Luego del homenaje y del banderazo oficial para arrancar con un festival que tiene una historia de lucha, resiliencia y mucha creatividad, se proyectó la película “Profundo Carmesí”, una historia basada en un hecho criminal que ocurrió en Estados Unidos a finales de los años cuarenta, pero para la ocasión se mostró de forma inédita la versión completa y restaurada con una duración extra de 17 minutos, incluyendo tres secuencias “inmorales” por las que fue censurada por un productor francés al que Ripstein saludó con un “al fin me lo pude chingar”. En el recinto se hizo la magia ante la orden de Roberto Fiesco de “corre película”.
La segunda parada para el homenajeado fue en San Miguel de Allende, con un conversatorio que, gracias a la guía del director y productor Roberto Fiesco, quien es amigo de Ripstein, tuvo ese tono íntimo y socarrón ante un auditorio que estaba a reventar para escuchar las andanzas de un artista que puso frente a su cámara a emblemáticas personalidades de la actuación como Roberto Cobo, Lucha Villa, Rita Macedo, Claudio Brook, Katy Jurado, Francisco Rabal, Diana Bracho, Ernesto Gómez Cruz, Fernando Luján, Julieta Egurrola, Daniel Jiménez Cacho, Arcelia Ramírez, Rafael Inclán, Patricia Reyes Spíndola, Luis Felipe Tovar, Marisa Paredes, Gonzalo Vega, Regina Orozco, Sylvia Pasquel, Nora Velázquez, Salma Hayek y un largo etcétera de lo más selecto de la fauna actoral de habla hispana.
Una de ellas, Arcelia Ramírez, aprovechó para agradecer y nombrar algo que no se ha cansado de repetir con cada uno de los periodistas que la abordan a su paso por las distintas alfombras rojas del festival, su amor por el homenajeado: “He trabajado dos veces con el maestro Ripstein y tengo que admitir que sus personajes me han exigido mucha disciplina. Arturo fue muy paciente, respetuoso, pero hay que aclarar que todo lo hace con mucho rigor y pasión. Ese es uno de sus sellos. Es un director que me hizo crecer muchísimo, soy otra actriz después de haber trabajado con él”, dijo Ramírez.
Y a su paso ante las cámaras y los micrófonos, continuó hablando de esta gran mancuerna: “Ha sido un honor para mí encontrarme en su camino y al revés, que haya estado en mi camino, porque es de los procesos más emocionantes desde ‘Así es la vida’ que colaboré con él y ‘Las razones del corazón’, dos personajes súper poderosos a los que él me llevó de la mano con toda la paciencia y sabiduría de su quehacer. El respeto, el cuidado para hacerme llegar a cada situación límite, fue apasionante. También le agradezco mucho a Paz Alicia García por escribir esos guiones maravillosos. No podría estar más feliz de estar con ellos en esta edición del festival”.
LE RINDEN PLEITESÍA
El Centro Cultural Ignacio Ramírez “El Nigromante” fue el escenario de un conservatorio donde no cabía un alma. La amistad que el director tiene con el productor y también director, Roberto Fiesco, le dio un toque de intimidad, confianza y soltura con la que es difícil ver a un hombre que como diría Gabriel García Márquez: “Escribo para no tener que hablar”, en el caso de Ripstein el filma para hacer lo mismo.
Pero digamos que gracias a Fiesco y a un público que le rindió pleitesía, Ripstein estuvo flojito y cooperando, pero por si algo pasaba, Roberto aclaró que se trataba del cineasta más subversivo y polémico de las últimas seis décadas en México, cuyos filmes opresivos eran habitados por personajes que siempre están bordeando la marginación social, personal y emocional.
El séptimo arte siempre estuvo presente en la vida del niño Arturo y los presentes hicieron con él un recorrido sobre su primer encuentro, gracias a su padre, con las cámaras y la magia de hacer cine. Cuando le preguntaron cuál sería el leitmotiv para hacer un cine personal, con un toque y un universo únicos y además pasarse por alto las modas y la exigencia de ser comercial, Ripstein sin decirlo, parecía que en cada una de sus intervenciones lo decía, tomen nota: “Hacer cine es un juego muy obsesivo. Al hacer una película, ésta se te queda en la cabeza dando vueltas y solamente te la puedes quitar de encima haciendo otro filme. Y resulta que la nueva también se vuelve una obsesión. Entonces vamos haciendo películas para quitarnos esa obsesión. Mi obsesión ahorita sigue siendo ‘El Diablo Entre las Piernas’”, comentó.
LA RECETA DE RIPSTEIN
La disciplina, la entereza, la terquedad y la pasión por mostrar su visión del mundo, es la receta que han llevado a Ripstein a ser aplaudido en los más prestigiosos festivales del mundo, sin embargo, él no quiso pasar por alto un elemento que juega un papel importante en su vida: “Para tener una carrera como la mía, que ya es prácticamente imposible, se necesita suerte, y yo he sido muy afortunado, pero no era lo que quería, quería otra suerte, y en esa suerte me tocó ser yo. Yo quería otra vida, pero acepto la que me tocó y a esta edad estoy a punto de resignarme”.
Imagínense la charla con un hombre que un día le fue a tocar a Luis Buñuel para proponerle ser su aprendiz y no sólo le abrió la puerta, sino que lo puso a ver varias veces “El Perro Andaluz” y luego le hacía preguntas a manera de examen. “De Buñuel más que cuestiones técnicas, prendí cuestiones éticas”, comentó; imagínense la chorcha con un cineasta que tuvo como guionistas a Gabriel García Márquez, Elena Garro, José Emilio Pacheco, Carlos Fuentes, Manuel Puig, Carlos Monsiváis y Juan Rulfo, entre otras grandes plumas. “He tenido el buen ojo y la buena suerte de haber trabajado con muy buenos escritores. Las discusiones sobre los guiones que hacían para mí, eran clases magistrales de literatura”, comentó cuando le preguntaron cómo fue trabajar con Elena Garro las adaptación de “Los Recuerdos del Porvenir”; imagínense la conversación con un creador que filmó el primer beso homosexual en “El Lugar sin Límites” entre Roberto Cobo y Gonzalo Vega y cuando éste último se negó a besar a Cobo, Ripstein lo tomó de la cara y le plantó un beso en la boca y le pregunta “qué te pasó, un beso no es nada”, y así consiguió que hiciera esa mítica escena de amor entre un travesti y un pelado bragado.
Perseguido siempre por su leyenda negra, finalmente Ripstein, citando a Octavio Paz, se definió como un “ogro filantrópico” que empezó a hacer cine desde el miedo y todo lo “que me mueve las tripas y el corazón”. Por eso cuando su padre le prohibió que se dedicara al séptimo arte, Ripstein no dudó un momento en contestarle: “Pues me das un tiro a mí, o te lo doy yo a ti, pero voy a seguir por este camino” y es que Ripstein no entendía esa prohibición: “Mi papá me llevaba a los rodajes desde que tenía tres años, pero cuando le dije que quería ser director, lo consideró escandaloso, fue raro porque mi juguete de toda la vida siempre fue la cámara”.
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¿QUÉ CAMBIARÍA DE SUS PELÍCULAS?
Cuando le preguntan qué cambiaría de sus películas y cuál es el saldo de una carrera y de un estilo que cuando se pronuncia su nombre, todos identifican, el cineasta es tajante antes de despedirse de un público que permaneció en silencio, casi aguantando la respiración para escuchar cada una de las palabras del que ya es una leyenda del cine nacional: “Por supuesto que cambiaría muchísimas cosas, porque yo he cambiado. Eso es inevitable. Y aunque me arrepiento de todo, lo agradezco todo”.
Por la noche hubo una cena en su honor donde, rodeado de sus amigos, de sus actores, actrices y de la comitiva del festival, el cineasta detecta el acento norteño de quien esto escribe y cuando respondo a su pregunta que de dónde era y le digo que de Coahuila, sin pensarlo dos veces me lo suelta: “Me gustaría ir a Saltillo a conocer a uno de mis grandes ídolos, una pluma luminosa que leo diario, constatar en persona el genio de ese hombre apodado Catón”.
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