Se casa con millennial

Ahora más que nunca, Cristian Castro necesita creer que “la tercera es la vencida”. Resulta que se declara “nuevo, con una vida nueva” y por eso le pidió matrimonio a una violinista, poniendo un anuncio en la sección de espectáculos de un conocido periódico de la Ciudad de México. Por si esto fuera poco, al día siguiente, se puso de rodillas frente a la mujer en cuestión, en medio de una presentación que estaba ofreciendo en el palenque de Mexicali, para entregarle el anillo de compromiso y obtener, al fin de cuentas, una respuesta positiva por parte de ella.

¿Qué pensará Verónica Castro de todo este espectáculo? La nueva mujer en la vida de su hijo se llama Carol Victoria Urbán, y su padre es organista del Órgano Monumental del Auditorio Nacional. Ella misma también se dedica a la música pues es concertista con especialidad en violín y ha tocado incluso en escenarios europeos. Y ahora es parte del nuevo show en la vida de Cristian Castro ¡perdón! quiero decir, parte fundamental de la nueva etapa del hijo de “El Loco” Valdez. En las imágenes que se rescataron de la entrega del anillo, Carol Victoria lucía feliz pero contenida, mientras que el novio proyectaba proyectaba una intensa euforia.

Catorce años mayor es Cristian respecto a Carol Victoria. Eso quiere decir que el cantante, de 42 años de edad, va a contraer matrimonio con una joven de 28, perteneciente a la generación conocida como Millennial. Ellos dos se conocieron hace relativamente muy poco en un concierto de Cristian y, tras una amistad de medio año, iniciaron un noviazgo de cinco meses cuyo momento cumbre fue la solicitud pública de matrimonio que estamos comentando. ¡Fácil y rápido! ¡Gratificación instantánea! Por supuesto que no pretendo que se avienten uno de esos noviazgos antiguos de seis o siete años porque la verdad tampoco viene al caso.

Sin embargo, hay algo detrás de este suceso aparentemente impulsivo e improvisado que me parece, por el contrario, muy bien planeado con lujo de agendas y detalles. Veamos la cuestión por partes. En primer lugar, Cristian ya declaró que se casarán el próximo 4 de noviembre en la Basílica de Guadalupe. ¡La sede católica más mediática de nuestro país por excelencia! Así que de discreta e íntima la boda no tendrá nada. Luego, el hecho de que el novio haya pagado un anuncio a color en primera plana para pedir matrimonio y elegido una de sus presentaciones para entregar el anillo nos habla que de la imperiosa necesidad que tiene de que todos estemos enterados, en tiempo real, de esta nueva ocurrecia ¡perdón! etapa de su vida.

Ahora bien, el punto más importante a señalar, es el momento mediático que Cristian Castro ha elegido para anunciar su nueva boda. Justo estamos todos hablando de Luis Miguel detenido en los Estados Unidos, acusado de varios delitos por distintos frentes, proyectando una imagen extraña sin cejas, peinado a lo Benito Juárez y pagando fianzas millonarias para recuperar su libertad, cuando sale el intérprete de No podrás diciendo que “(Carol) es justamente quien yo estaba esperando desde muy chiquitito. Siento que nos acompañamos muy bonito.” ¡Y a casarse, cómo no!

Es como si Cristian Castro concretara su fantasía juvenil de superar a Luis Miguel como el baladista mexicano más importante de nuestro país. Pero, aunque este último tenga más de una década de no sorprender a nadie y mucho tiempo de llevar una vida errática y desafortunda, el lugar histórico de Luis Miguel en el mundo de la música no se lo puede quitar alguien que, aunque sea un buen intérprete y haya tenido varios primeros lugares en las listas de popularidad, tenga en su haber escándalos tan económicos como el episodio de la tanga, y los videos donde aparece travestido y decadente con el único fin de llamar la atención.

Ojalá Carol Victoria haga honor a su nombre y salga victoriosa de todo esto. Como buena millennial quizá tenga la claridad de sacar provecho, tanto profesional como económico de este momento y hasta logre pasarse un rato genial. También debe ver que, si llega a tener un hijo con Cristian, habrá de resignarse a ser madre de alguien con un nombre exótico; baste recordar a los hijos que su novio tuvo con su esposa anterior: esas criaturas se llaman Simone Candy y Mikhail Zaratustra. Por lo pronto nosotros esperemos a noviembre y seamos testigos de esa anunciada boda en la que, me atrevo a pronosticar, el novio va a ir vestido de blanco. Casi se lo puedo asegurar.