Se sincera Clementina Guadarrama de su trabajo con Iñárritu; llega ‘Bardo’ a cines de México

“Esta película es una carta de amor a mi país”, ha dicho Alejandro González Iñárritu sobre ‘Bardo’, una cinta de la que nos habla Clementina Guadarrama, una talentosa actriz que forma parte del elenco y con la que el director se sinceró al hablar de discriminación y a quien le dijo que su mote de ‘negro’ se lo decían con todo el racismo del mundo

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/ 29 octubre 2022
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El cine es mejor que la vida, eso lo sabe bien el célebre director Alejandro González Iñárritu. “El Negro” está de vuelta con una película que celebra y escarba en la tierra donde tiene enterrado el ombligo. México le corresponde con amor y gratitud, pues en el país no se habla de otra cosa que no sea del estreno de ‘Bardo, Falsa Crónica de unas Cuantas Verdades’, una cinta estrambótica, alucinante y surrealista, con la que su director se decidió arañar la realidad y también a hurgar en su interior.

“No hay mexicano más mexicano que el que se va del país”, ha dicho en entrevista con medios nacionales. Y es que Bardo va sobre eso, sobre la nostalgia de los migrantes por la tierra que se deja, sobre ese dolor y ese vacío de no ser “ni de aquí, ni de allá” como reza la canción de Facundo Cabral y que el director ha tarareado en televisión nacional a propósito de la promoción de una película que, en sus palabras, no se trata de otra cosa que de “abrazar con humor a la incertidumbre y la nostalgia”.

Es curioso, pero en esta cinta, que tiene mucho de autobiográfica, cualquier parecido con la realidad, es mera coincidencia. El cineasta ha dicho que cuándo dejas tu país, las memorias, raíces, afectos y ausencias se te acumulan y se te aparecen. Y para comprobarlo, aquí entra en escena el actor Daniel Jiménez Cacho, quien no es otra cosa que el alter ego, la sombra y la proyección de Iñárritu, y quien da vida a un periodista y documentalista mexicano de gran prestigio que vuelve a su país con la esperanza de encontrarse cara a cara con su identidad, sus lazos familiares, algunas memorias absurdas de su pasado y un nuevo México que no se parece nada al que algún día dejó atrás.

En esta cinta, que ya está en los cines de toda la república, también está Clementina Guadarrama, una mujer aguerrida, luminosa y con un enorme talento, que ha dejado las entrañas en el teatro, las series y la pantalla grande y cuyas tablas escénicas la han llevado a trabajar con Cuarón y ahora con un director que tiene fama de ser quisquilloso y obsesivo con el elenco que pone en sus películas.

“Bardo” cuenta con un elenco de lujo que le puso rostro a un filme que no es otra cosa que un sueño líquido sin tiempo y sin espacio. Un trabajo creativo que habla desde la fragilidad, la incertidumbre y el desasosiego de su creador. Clementina habla en exclusiva con Vanguardia sobre lo que todos queremos saber: Cuáles fueron los entretelones de esta obra de arte, como mueve los hilos un director premiado en todo el planeta y cómo es que crea esos vínculos con los actores, algo de lo que ya tiene fama un hombre que se educó en el teatro y que ahora que regresa lleno de medallas, pero con los pies bien plantados en la tierra a darse de topes con eso que un día dejó atrás.

Clementina, cuenta Iñárritu que una de las cosas más importante de sus películas son los actores. ¿Cómo fue tu experiencia al ‘castear’ para este proyecto y para un director que está de vuelta en casa?

“El casting para la película lo hice un año antes de que empezara la pandemia. Audicioné para un proyecto de docuficción y me pasó igual que cuando hice casting para ‘Roma’ de Cuarón, nunca te dicen de qué se trata, ni quién es el director. Fue un proceso largo, fui a hacer casting varias veces y en cada uno me pedían cosas diferentes del mismo personaje. La cuestión es que un día me hablaron para un callback y entonces sentí que había esperanza de quedarme en el proyecto. El callback ya era con el director y ahí me enteré quién era, ya que lo tuve enfrente, porque era un proyecto súper secreto. A mí me llamaba mucho la atención que antes del callback, me decían ‘no te vayas a poner nerviosa, no vayas a hacer show’. Luego vi a varios actores salir super emocionados y casi gritando y yo me preguntaba ‘pues de quién se trata’. No se como llamarlo, quizá disciplina, algo de mi carácter, no puedo negar que había mucha emoción de mi parte al hacer un casting para una personalidad así, sin embargo, cuando yo llego me concentro, hay nervio pero no me impone el nombre de alguien. Más bien yo escucho qué quiere y si ya después se da la oportunidad de platicar, de convivir, me doy por bien servida”.

¿Y cómo fue ese primer acercamiento con Alejandro?

“Iñárritu es un señor muy amable. Conmigo se portó bastante bien. El casting era solamente una escena, pero era una que a él le importaba mucho, digamos que yo ya estaba luchando por un personaje, sin saber bien de qué se trataba. Pero tengo que decir que él es muy buen director de actores, sabe lo que quiere, sabe cómo pedirlo y es muy específico. Ahora que lo recuerdo, Cuarón no era tan específico en sus indicaciones, al contrario de Iñárritu, quien prefiere trabajar con actores de formación, de oficio. Luego de la improvisación nos dimos las gracias y ya no hubo más oportunidad de hablar con él, hasta que un día me hablan y me dicen que me había quedado en el proyecto. Pero se vino la pandemia y ahí todo cambió bastante, fue una producción que cambió muchas veces de equipo creativo. Después me tocó hacer pruebas en un estudio, él estaba interesado en ver cómo interactuaba con el personaje principal y ya era con cámara y vestuario. Seguía siendo una incógnita si me quedaba o no. En ese inter de pandemia yo hice una participación en una serie y de pronto nos llaman y me dicen que sí quedé, pero había una condición: Tenían que ser encerrarnos en un hotel. Teníamos prohibido salir y continuamente se nos hacían pruebas Covid y si salías positivo, pues quedabas fuera del proyecto. Resulta que uno de los personajes que interactuaba con el personaje principal salió positivo y otras dos personas de la producción y pararon el rodaje. Así que duré meses encerrada”.

Tú has trabajado con varios directores mexicanos, pero ¿Cómo fue trabajar con alguien que ya pertenece a las grandes ligas, que tiene una carrera consolidada en Hollywood?

“Iñárritu trabaja muy duro, lleva una carga muy grande y pesada sobre sus hombros. Para sacar adelante el proyecto fueron jornadas de trabajo bastante rudas y pues no todos pueden trabajar bajo esa disciplina. Yo soy de la vieja escuela, de las tablas que te da el teatro, en donde tenías hora de entrada pero no de salida y trabajar muchas veces sin sueldo. Y él, en el sentido de la disciplina, es de la vieja escuela. Creo que por eso hubo varios cambios de actores. Yo me percaté que había gente muy famosa que quería estar aunque fuera una participación muy pequeña, pero muchos no aguantaron el encierro. Y sí fue complicada la filmación en ese sentido. Dónde sí noté mucho la diferencia al trabajar con él, fue la monetaria, porque las producciones mexicanas nunca tienen suficiente presupuesto y él sí venía cobijado en ese sentido. Simplemente que tú tengas a un elenco y un ‘crew’ de cien personas viviendo en un hotel, pues estás hablando de que otros harían una película solo con ese presupuesto. Aunque creo que todos los directores buscan la excelencia aunque estén empezando y uno como actor tiene que saber que la disciplina es nuestra carta fuerte con quien sea, no importa el nombre, tienes que hacer el trabajo lo mejor que puedas, lo más profesional posible”.

$!“Después de trabajar con él confirmo que es preciso como un reloj suizo”, expresó la impecable actriz.

¿Y cómo fue trabajar bajo su batuta, nos puedes contar cómo trabaja alguien que ya es cliente de los Premios Oscar?

“Después de trabajar con él confirmo que es preciso como un reloj suizo. Cuando te está dirigiendo sabe exactamente qué quiere de ti y tú tienes que abordar el personaje de la manera en que te la pida y además en el tiempo exacto, como si estuviera creando un musical, como si se tratara de una orquesta. Es muy detallista, ‘quiero esto así, esto no me funciona’. En lo personal me asombró que me dejara ver su monitor para pedirme cosas, porque quiere que le entiendas de la mejor manera y hay muchos directores que no te permiten ver su pantalla. Yo me llevé bien con él por saber escuchar, para mi siempre es importante saber qué quiere el director y hasta proponer cosas, aunque con él no hay improvisación porque ensaya mucho. Su manera de filmar es como una puesta en escena, él ensaya todo lo que va a filmar. Y en México no es muy común hacer eso, ensayar cuesta y él ensaya con cámara, con el vestuario, con maquillaje, con su fotógrafo, para mí fue muy enriquecedor. Cuando me vio con mi vestuario, me ponía música para que me moviera con él y viera si estaba cómoda. Me decía ‘tu relajate’ y eso fue muy padre, nos reíamos, bailábamos, nos relajamos, todo eso ocurría en el foro. De verdad me sentí en Marvel. Los ensayos sirven para darte seguridad, para eso es la convivencia previa, entonces ya cuando pasas a la filmación ya no hay tensión, porque como ya lo hiciste tantas veces, ya ensayaste, ya interactuaste, cuando tú pasas a filmar ya nada más se arregla lo que se tiene que arreglar y afinas detalles”.

Tengo que decir que él es muy buen director de actores, sabe lo que quiere, sabe cómo pedirlo y es muy específico. Ahora que lo recuerdo, Cuarón no era tan específico en sus indicaciones, al contrario de Iñárritu, quien prefiere trabajar con actores de formación, de oficio”.

A Daniel Jiménez Cacho, Alejandro no querían enseñarle el guión, ¿tú sabías desde un inicio de qué iba la historia?

“La película no lleva una secuencia lógica como las otras películas de él. En ese sentido, como actriz tenías que armar los pedazos, las piezas en el momento, porque no sabías que estaba en la cabeza de él. Lo único que te decía era de qué se trataba el personaje y cómo juegas en el momento. Él me decía ‘no quiero que construyas el pasado del personaje, eso es problema tuyo como actriz. Yo quiero que funciones en este momento de la historia, de esta manera, con esto que está pasando’. Y eso me gustó porque entras a dar todo en el momento de la historia y no sabes si ese personaje comió o no comió, como a veces decimos los actores cuando construimos un personaje. Acá no importa su pasado, sino cómo está reaccionando en este momento bajo una circunstancia, lo único que me decía era: ‘Fulana es una trabajadora que ha tenido muchos años con la familia y tiene una relación directa con el protagonista, es la única que le diría sus verdades, tienes que tener claro que lo conoces muy bien, eres parte de su familia”.

¿Es cierto que contigo hubo un trato más personal, que se identificaba con tu historia de vida?

“Yo me enteré que la familia de Alejandro es de Chilpancingo, Guerrero y yo también soy de ese Estado, así que charlando sobre nuestro origen, la plática nos llevó muy rápido a un asunto que los dos hemos padecido: El racismo. Entonces me hizo la pregunta sobre si yo creía que había cambiado la situación o si como actriz lo seguía padeciendo. Le dije que no había cambiado nada, que desgraciadamente las producciones seguían metiendo actores con rasgos como los míos, pero solo para que no los acusaran de no fomentar la inclusión, que lo hacían por cumplir la cuota. Le comenté que sinceramente yo creía que era muy difícil erradicar eso. Se lo dije porque yo sigo viendo que la televisión o el cine los roles principales se siguen haciendo con actores de cierto origen, más blancos, de cierta clase social y a nosotros nos dejan como los personajes de relleno, como los roles de la servidumbre. Le comenté que era muy difícil que a mí me dieran el papel de la señora de la casa y hasta le cuestioné ¿por qué alguien cree que yo no puedo hacer la señora de la casa?, claro que podría hacerla o a cualquier otro personaje más allá del color, pero lo más triste es que siempre quieren que yo sea la criada. Nuestros personajes, los que les dan a la actrices y actores con mis rasgos, nunca son principales, generalmente son secundarios o de pesadita. Ni siquiera los de Poder Prieto nos llaman, ellos tienen su pirámide y si tú no eres famoso no puedes entrar, no cualquier prieto entra a su organización”.

No he visto la película, pero me pregunto si él, al poner a Jiménez Cacho como protagonista, no está privilegiando la ‘balanquitud’.

“Tendrías que conocer la historia, para que sepas por qué lo puso. El personaje de Jiménez Cacho tiene que ver con el propio Iñárritu y la historia justo habla de la colonización y de asuntos muy personales del director. Imagínate su mote es ‘El Negro’ y justo hablamos de eso, porque me decía que él fue muy estigmatizado por su color de piel. Incluso me contó una anécdota: Viviendo en Estados Unidos, un día le llevaron un paquete a su casa y abrió la puerta y le dijeron que si estaba su patrón, no le querían entregar el paquete a él. Eso le hicieron y eso que es muy famoso. La discriminacion por el color de piel sigue ocurriendo aunque él tenga toda la fama del mundo. Él me decía que se dejó el mote de ‘El Negro’ porque se le quedó así, ya todos lo ubicaban así, pero que eso de ‘negro’ se lo decían con todo el racismo del mundo”.

Desde tu trinchera, cómo haces para encontrar y elegir proyectos que traten con dignidad a sus personajes y que las historias sirvan para contrarrestar la discriminación.

Al principio agarras los trabajos que te llegan porque estás iniciando. Los papeles de la televisión para gente con nuestro aspecto son siempre los mismos, en cine se tiene más mayor oportunidad de hacer otras cosas, sin embargo también tiene lo ‘suyito’. Y es que en este país no siempre tienes la oportunidad de decidir qué personajes hacer, son escasos los actores que se pueden dar ese lujo. Yo todavía sigo haciendo castings y no siempre son de lo mejor, a veces me da un poco de cosa y digo ‘ya no quiero hacer a la sirvienta, a menos de que éste sea un personaje imposible de quitar en una historia’ y no solo pasar a poner el café. Me gusta buscar posibilidades, por eso mi refugio siempre será el teatro, las historias son muy diferentes, me ayuda a refrescarme y a que no esté pensando tanto, porque se vuelve desgastante. Imagínate que ahora voy a luchar no sólo con mi tipo, sino también con mi edad, porque desgraciadamente en México no se hacen historias para gente de mi edad. Las historias casi siempre son para protagonistas jóvenes. Aunque los grandes cineastas tienen otra visión y otro concepto de las historias”.

$!El filme es protagonizado por Daniel Jiménez Cacho.

Se que es un tema sensible, pero durante la filmación sufriste la pérdida de un hijo, ¿Cómo fue trabajar bajo esas circunstancias y cómo reaccionó tu director?

“Todavía se vuelve un poquito complicado hablar de eso. Yo creo que si no hubiera tenido la película y la serie de ‘Toda la Sangre’, me hubiera ido para abajo, porque de alguna manera el trabajar fue lo que me sostuvo. Siempre he dicho que el arte me ha salvado en varias ocasiones y esta vez no fue la excepción. Fue un proceso muy complicado y también ese suceso me acercó con Iñárritu, porque él también tuvo una pérdida muy parecida, y se sentó conmigo a platicar, así como estoy platicando contigo. En ese sentido fue muy atento conmigo. Pero también toda la producción me arropó, desde el señor Eugenio Caballero hasta Darius, el fotógrafo, me apoyaron bastante. El señor Caballero me decía ‘somos un equipo, somos compañeros de trabajo y todos estamos bajo el mismo barco y te vamos a cuidar’. Igual sucedió con la producción de ‘Toda la Sangre’ que me dieron su abrazo. Fue bastante complicado poder terminar la película, pero tenía que hacerlo, además creo que estas dos producciones me fueron otorgadas porque algo iba a pasar y necesitaba en ese momento estar ocupada. Yo si creo que tenía que encontrarme a ciertas personas en el camino porque iba a necesitar de ellas. Finalmente todo se acomodó y creo que por eso tuve un mayor acercamiento con Alejandro, nunca voy a olvidar sus palabras y una nota que él me escribió. La producción me apoyó para llegar hasta donde estaba mi hijo. Él me escribió que lo lamentaba mucho, que le dolía no haber estado en el momento preciso que me avisaron. Ya cuando lo vi, todos llegaron y estuvieron conmigo un rato antes de grabar, porque sabía lo duro que era para mí”.

Hay mucha expectativa por el estreno de la película, pero, ¿tú qué les dirías de ella, por qué hay que ir a verla?

“Es una propuesta muy diferente, es un cine de autor que es muy difícil hacer en estos tiempos, porque con las plataformas todo se ha vuelto muy comercial y digerible. Yo que soy amante de las artes, cuando un director se propone hacer algo diferente, me llena de emoción. Y celebro cuando un creador dice: ‘Me voy a arriesgar, a lo mejor no voy a ganar ningún premio, pero voy a imprimir mi visión en esta película’. Alejandro es un hombre muy profesional, un artista que sabe hacia dónde quiere ir y es terco. En ese sentido yo me identifico mucho con él porque yo soy muy terca y aún a mi edad sigo bailando y luchando por mis sueños. Porque luego de un tiempo, uno se va olvidando de ciertas pasiones y pues uno va cediendo y a mí no me gusta ceder. En ese sentido hay que aplaudir que Iñárritu se atrevió a regresar a su país, además lo hizo en plena pandemia y sacó adelante una mega producción. Creo que con todas las trabas que tuvo, otros directores hubieran dicho ‘adiós, ahí se ven’ y él no. Así que gracias a su tenacidad, esa niña que veía el cine de la Época de Oro y que jugaba en el baño a ser cantante y actriz y que le gustaba fantasear con ser alguien diferente, sigue cumpliendo sus sueños. Porque para ser honesta, no sé hacer otra cosa que actuar, así que gracias a Iñárritu y a mi terquedad, sigo fantaseando y jugando a ser otra”.

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CLEMENTINA GUADARRAMA

Durante su carrera ha participado en más de 50 obras bajo la dirección de Esvón Gamaliel y Alberto Celarié, entre otros, y en sus trabajos más recientes destacan las puestas en escena Luna desmembrada (de la autoría de Alberto Castillo bajo la dirección de Abel Ignacio Hernández) y Máscara vs. Cabellera (de Víctor Hugo Rascón Banda y la dirección de Erwin Veytia); los largometrajes La Camarista (Lilia Avilés), Canela (Jordi Mariscal), Roma (Alfonso Cuarón) y Cría Puercos (Ehécatl García); las series Toda la Sangre (Luis Prieto), Kin (Gerardo Tort), Malinche (Julián de Tavira) y La insurgenta (Natalia Beristáin), además de presentaciones de danza contemporánea (Rocío Becerril), entre muchos otros proyectos.

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