¿Te da miedo la oscuridad? Conoce La Casa del Terror en la Feria de Saltillo: Una Experiencia Espeluznante
Vanguardia vivió la terrorífica experiencia dentro de la popular Casa del Terror, que reúne personajes icónicos de la cultura popular y el mundo cinematográfico
Encontré la Casa del Terror tras recorrer los pasillos de la Feria de Saltillo, llenos de puestos de comida, de venta de ropa, juguetes, cobijas y artículos de peltre, de juegos clásicos como los canicones, los aros o el tiro al blanco, con personas que te intentan convencer de probar tu habilidad (y sobre todo tu suerte).
Más allá del Teatro del Pueblo, junto a atracciones infantiles, se alza la estructura de dos pisos con paredes negras, balcones de madera y techos blancos en “A”. El nombre parece derretirse sobre los marcos de las ventanas con cortinas rojas. Junto a la entrada, sobre una plataforma, estaba la Muerte con su guadaña en la mano y sus ojos fijos en quienes se acercaban a tomarse una foto.
Desde hace 10 años, esta atracción busca transportar a los saltillenses a un mundo donde los fantasmas y los asesinos coexisten; tardan entre dos a tres días en montar la estructura y sus elementos.
“Tratamos de mejorarla para que, al año que regresemos, vean algo un poco diferente, no siempre lo mismo. Tratar de cambiar personajes, escenografía, tanto adentro como afuera”, explicó Erick Iván Franco Hernández, encargado de la Casa del Terror.
Escuché una motosierra mientras caminaba a la taquilla. Me detuve al instante. En el otro extremo, unos jóvenes salían despavoridos, entre risas nerviosas y con las manos en el pecho. Se tomaron un momento: algunos se agacharon, otros se atropellaban al hablar y reír o suspiraban de alivio.
Compré mi boleto en 80 pesos y me formé. Aguardamos, con nerviosismo, a que se levantara la cadena y nos permitieran el acceso. A los pocos minutos, conforme otro grupo escapaba de la motosierra, pudimos entrar.
Ingresé a un pasillo estrecho y con luces blancas parpadeantes; si vas acompañado, tus brazos casi rozarán las paredes. De pronto, retumbó un grito y una figura oscura se arrojó contra unos barrotes justo a mi lado. Di un sobresalto y me alejé de las paredes de las que, pensaba, podrían salir espectros.
Lo difícil, para mí, era seguir avanzando. La experiencia es a pie precisamente para sentir al máximo la adrenalina, me contaría después Franco Hernández. Yo agregaría también la expectativa: la sensación de que algo iba a aferrarme en cualquier momento nunca me dejó, a pesar de que en el exterior te informan que nadie te tocará.
Antes de girar al siguiente pasillo, volteé hacia atrás y vi a un hombre, caminando lentamente hacia mí. Era Michael Myers, asesino de la saga de “Halloween”. Eso me impulsó a ir más rápido, pero fue tarde: me había separado del grupo.
Conforme me adentraba, ya sin escapatoria, el humo enturbiaba mi visión; adelante encontré trozos de tela colgados del techo y un payaso encadenado en una celda abierta. Entonces, escuché un lamento, uno que vive en el imaginario colectivo de los mexicanos: “Ay, mis hijos...”
Y más allá... es mejor que lo descubras tú mismo.
En el último tramo, los gritos fueron mi primera advertencia; el rugido de la motosierra, la segunda. Cuando llegué a esa habitación, el hombre esperaba en silencio e impasible. En cuanto pasé frente a él, encendió el aparato de un movimiento y luego fui yo quien corrió hacia el exterior.
Tan pronto crucé el umbral, choqué de golpe con la realidad de la feria: música de distintos géneros, las luces de los puestos, el olor a comida y aceite en el aire, la gente observando a distancia la construcción. Michael Myers se acercaba a ellos, con su máscara y su cuchillo.
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La experiencia depende de la energía con la que entras. Si estás dispuesto a sumergirte en este mundo o si, por el contrario, intentas reconocer cada elemento en los cuartos. Eso sí, hallarás de todo: Freddy Krueger y La Monja (del universo cinematográfico), La Llorona y la Muerte (de la cultura popular). Franco Hernández señaló que el equipo ensaya a sus personajes, sus movimientos y cómo asustar a la gente. Las habitaciones tienen detalles alusivos a sus películas o leyendas, especialmente la que está al centro. ¡Pero no te revelaré el misterio!
Si bien el recorrido es corto -más o menos tres minutos, depende de qué tan rápido camines-, su punto fuerte es disminuir la visión, estimular el sentido del oído y ponerte en alerta. ¿Cómo puedes disfrutarla al máximo? Entrando con amigos y dejándote transportar a ese mundo de espantos, sin pensar de más. Estará disponible en la Feria de Saltillo hasta el 7 de agosto. Solo te advertimos: no entres si estás embarazada, tienes una afección cardíaca o estás ebrio.
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