“Transformers: The Last Knight”: El mismo ruido de siempre
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La quinta película de esta floja franquicia no ha cambiado en nada, es exactamente el mismo caos, trama absurda y acción poco memorable
Sigan pagando por estas películas, las van a seguir haciendo. Y, lo peor de todo, no van a cambiar nada. “Transformers: El Último Caballero” (“Transformers: The Last Knight”), la quinta entrega de la franquicia, nos lo demuestra muy claramente. El director Michael Bay hace exactamente lo mismo que viene haciendo desde hace 10 años: un montón de robots intercambiables luchando en secuencias sin sentido, una trama todavía más inverosímil y ridícula repleta de huecos, una mujer atractiva corriendo y gritando. Todo envuelto en explosiones, un paquete garantizado para que olvidemos lo que acabamos de ver unos cuantos minutos después. Es, quizá, la fórmula que les ha funcionado y si ya sabe qué esperar, obtendrá justo lo que busca. Si al menos no durara más de dos horas quizá sería más soportable.
Esta película empieza en tiempos de Merlín y el Rey Arturo. Sí, leyó bien. Y no, no tiene ningún sentido lo que acabo de decir. Aparentemente en aquel entonces había Transformers uno con forma de dragón, unos medallones mágicos y más ridiculeces de este tipo. En el futuro, los humanos están en conflicto con los robots espaciales que se transforman en vehículos, por considerarlos peligrosos y de alguna manera han logrado crear una tierra distópica y peligrosa para ellos. Cade Yeager (Mark Wahlberg) los ayuda porque son sus amigos, menos a los robots que sí son malos, es decir Megatrón y compañía. Luego aparece otro robot más malo, que pretende hacer chocar el planeta Cybertron con la Tierra y tiene la ayuda de un Optimus Prime a quien le lavó el cerebro.
Si nada de lo que escribí parece tener lógica o conexión alguna, es porque así es la película. No es ninguna broma y si ha llegado hasta aquí, luego de cuatro largas e insoportables cintas idénticas, sabe exactamente a qué me refiero. Y si las disfrutó, es posible que no le importe. Yo puedo entender el éxito que tienen estas películas: son efectos especiales muy llamativos, acción exagerada y suficientes cosas sucediendo para aturdir nuestros sentidos y distraernos de nuestra triste realidad por un rato. Yo sé que nadie entra a ver estas películas para encontrar una historia inteligente o interesante. Yo al menos quisiera que fuera una historia coherente, que al menos siguiera la clásica secuencia, principio-nudo-desenlace, pero creo que es mucho pedirle al director Michael Bay, quien ha realizado todas las cintas.
Está bien, son las películas de “Transformers”, ¿no? Ya sabemos de qué van. Lo que sí de plano no puedo concebir es que duren al menos dos horas y media. ¿De verdad es necesario tanto tiempo? ¿Para qué? Si de todas maneras no les importa nada, podrían quitarles al menos una hora. Estoy casi seguro que si fueran más cortas mejorarían considerablemente. Bien, quizá no debería hablar en términos generales de la saga y enfocarme en “El Último Caballero”, pero esta quinta entrega sigue tan claramente la misma fórmula, que es inevitable hablar de los grandes problemas con los que vienen arrastrando desde que se estrenó la primera en 2007 y que parece que sólo han empeorado.
Bien, “El Último Caballero” comienza en tiempos medievales. Nos muestran el contexto, cómo está el mundo. Luego llega un actor de prestigio, en este caso Anthony Hopkins, quien por alguna razón no le importa cobrar un cheque a costa de su reputación. Como paréntesis, entre otros rostros importantes que han parecido están: John Malkovich, Frances McDormand y John Turturro. Él explica toda la trama en una larga escena de exposición. Luego comienzan a llegar las amenazas. Primero los Decepticons hacen un trato con los militares para robar algo, después pelean contra ellos para quitárselos. Luego aparece la amenaza mayor, el planeta Cybertron y un Optimus Prime malo. Peleas en la Tierra, peleas en algún otro lado. Estas escenas no estarían mal, si al menos fueran entretenidas o pudiéramos tener claridad visual de lo que sucede.
Otra de las constantes es el personaje femenino. En este caso tenemos a una mujer extrañamente similar a todas las anteriores, cuyo físico parece sacado del mismo molde de Megan Fox. Podrá parecer una chica interesante, inteligente y en esta cinta intentan hacerla algo más que una cara bonita, pero luego se pone ropa provocativa y ya a nadie le importa nada más. El papel de esta mujer es casi inexplicable, como también lo es el de una pequeña niña huérfana que ayuda al protagonista o el de John Turturro que está en Cuba haciendo no recuerdo qué. La película olvida a sus personajes como olvida elementos aparentemente importantes. Por ejemplo, una especie de medallón que se adhiere al cuerpo de Cade Yeager y le da una espada para pelear, pero luego desaparece.
Destacaré dos cosas que me parece que hacen a esta cinta mejor que las anteriores, lo cual en realidad no es tan difícil de lograr. Mejor sería decir que esta película no es tan mala como su predecesora. Primero, creo que dura un par de minutos menos y, segundo, Anthony Hopkins es medianamente entretenido. Siempre es bueno ver a este actor hablar de cosas, como un viejito sabio, aunque no tengan ningún sentido. El resto es tan genérico y plano como lo cuento. No dudo que estas cintas tienen sus fans, por algo son exitosas, así que si esos fans ya saben lo que buscan, estoy seguro que lo encontrarán aquí. Pero si quieren ver una buena película este no es el lugar. A lo mucho verán efectos especiales muy llamativos, pero poco aprovechados. Ruido sin sentido para comer palomitas y beber refresco. Mi consejo es que compre muchachas chucherías. Es más divertido ver un nacho cubierto de queso que lo que acontece en pantalla.
El dato
Director: Michael Bay.
Elenco: Mark Wahlberg, Josh Duhamel, Anthony Hopkins, Laura Haddock, Isabela Moner, John Turturro.
Género: Acción / Ciencia ficción.
Clasificación: B
Duración: 149 minutos