Buscan conservar dos especies de primates en peligro de extinción

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El mono araña (Ateles geoffroyi) y el aullador de manto (Alouatta palliata) son dos de las tres especies de primates no humanos que habitan en México y ambas están en peligro de extinción
México.- Una investigación del Centro Interdisciplinario de Investigación para el Desarrollo Integral Regional (CIIDIR), Unidad Oaxaca del IPN dio a conocer que el mono araña (Ateles geoffroyi) y el aullador de manto (Alouatta palliata) son dos de las tres especies de primates no humanos que habitan en México y ambas están en peligro de extinción.
Estas especies cumplen funciones ecológicas importantes, como la dispersión de semillas que contribuye a mantener la diversidad arbórea, por lo que en Veracruz y Chiapas existen diversos estudios sobre su distribución y abundancia; sin embargo hay pocos datos en el estado de Oaxaca, ante esta situación el CIIDIR lleva a cabo una investigación sobre ambos primates.
La finalidad es contribuir con una estrategia de conservación del mono araña y el aullador de manto que se implemente en diferentes zonas de Oaxaca, indicó el doctor Gabriel Ramos-Fernández, responsable de la investigación. "Hasta el momento no tenemos información actualizada sobre la distribución del mono araña y aullador de manto, pero el estado de la vegetación muestra que existen poblaciones importantes de ambas especies en la región, de manera particular en el Istmo y la Chinantla baja, zona que colinda con Veracruz.
La dieta de los monos araña se constituye en un 80 a 90 por ciento de frutas, el resto se compone de hojas y en menor medida insectos, flores o corteza. Y los aulladores son folívoros-frugívoros, pues consumen igual cantidad de hojas y fruta.
"Ambas especies son relativamente flexibles, pueden variar dichos porcentajes respecto a su alimentación. No existe una competencia con los seres humanos por estos recursos, aunque sí por el hábitat, ya que la principal amenaza a la sobrevivencia de sus poblaciones es la pérdida del entorno debido a la transformación de las selvas a terrenos de cultivo, ganadería y otros recursos humanos", explicó el especialista del IPN.
Otra parte de la investigación del CIIDIR-Oaxaca es la percepción que tienen los habitantes respectos a estas especies. Para las mujeres de la zona les significa temor y miedo, y resaltan su comportamiento agresivo. Sin embargo, de acuerdo con el investigador politécnico el mono araña puede comportarse de forma nerviosa u ofensiva al romper ramas y dejándolas caer cuando se siente observado, pero en realidad se trata de un mecanismo de defensa.
Los resultados preliminares de la investigación dan a conocer que a otras mujeres "los changos" les son indiferentes. Mientras que para un grupo de hombres de la zona, estas especies nunca han llegado a representar valor alimenticio, medicinal y simbólico como sí lo son el venado real o cola blanca, el tepezcuintle, el tapir y el jabalí.
En cambio, para otro grupo masculino el mono araña les representó un valor económico generado por la venta de crías como mascotas, una práctica prevaleciente hasta hace unos años, explicó Ramos-Fernández, lo que podría serla principal causa de la disminución o desaparición de sus poblaciones en esta área.
El experto del IPN agregó que los cazadores le comentaron que para extraer a las crías de su hábitat natural casi siempre tuvieron que matar a la madre. En este grupo también se incluye a los que mencionaron que cazaban los primates para comer su carne.
Aunque otros habitantes de la zona reconocieron que los changos tienen una función en la montaña, pero desconocen cuál es, y aceptan que hay menos ejemplares que hace 20 años, y desconocen el impacto o efecto de esta disminución y no mostraron interés en buscar estrategias para su recuperación y conservación.
Los resultados de esta evaluación permitirán desarrollar e implementar las mejores estrategias para conservar el hábitat de ambas especies en sus áreas de distribución, concluyó Ramos-Fernández.
En la investigación participan la maestra en ciencias Graciela González Pérez y la doctora Teresita de Jesús Ortiz Martínez del CIIDIR, Unidad Oaxaca.